Un puente nuevo

Es común que, en estos días, uno se despida de amigos o familiares con un simple «Te cuidas…». Quienes son un poco más vergonzosos o están menos habituados a expresar sus sentimientos sólo le agregan un simple llamado antes, haciendo así que las palabras salgan un poco más fluidas; entonces la despedida queda en un «Oye, te cuidas…».

Cada época tiene sus usos y costumbres y a veces, estas nuevas formas de expresión se vuelven tan parte nuestra que se quedan para siempre con nosotros y después siguen usándose sin que la mayoría sepa dónde y cuándo fue que nació. En lo personal, esa simple expresión que estamos usando ahora me parece una pequeña maravilla. Que alguien te diga un simple «Oye, te cuidas…» quiere decir, ni más ni menos que «Oye, me importas…»; u «Oye, que no quiero que te pase nada…» o, directamente «Oye, te quiero…». Y, la verdad sea dicha; en estos tiempos de egoísmo desbocado, que alguien te brinde un lugar de importancia en su vida y que, además, lo exprese, aunque sea bajando un poquito el tono de voz, más por exceso de pudor que por otra cosa, no es algo menor.

Lo mismo sucedió hace tiempo con el brindis, ese que realizamos un par de veces al año según la ocasión social o personal. ¿De dónde viene? ¿Qué significa? Según una de las historias que se cuentan, se dice que nos llega de Homero: De acuerdo con el autor griego, decir ¡salud! al brindar, era un acto de amistad en el que se le deseaba a la otra persona «buena suerte y prosperidad», el rito continuaba al beber todos los partícipes en el brindis de la misma copa. Bueno, hoy no bebemos de la misma copa y seguro que cada vez lo haremos menos y menos; pero el sentido primario y fundamental está allí: compartir la copa es compartir la necesidad del otro.

Es por eso, veo, que Jorge Luis Borges comienza así su poema Al vino:

En el bronce de Homero resplandece tu nombre,
negro vino que alegras el corazón del hombre.

Siglos de siglos hace que vas de mano en mano
desde el ritón del griego al cuerno del germano.

El poema sigue, pero no es de mis favoritos; prefiero, también de Borges, un poema anterior, al mismo tema; su Soneto del vino:

¿En qué reino, en qué siglo, bajo qué silenciosa
conjunción de los astros, en qué secreto día
que el mármol no ha salvado, surgió la valerosa
y singular idea de inventar la alegría?

Inventar la alegría. Un hallazgo. Aunque meramente literario, un hermoso hallazgo. La alegría se inventa como se inventó la rueda. No es algo inherente al hombre sino que es algo que creamos para nuestro beneficio. El vino es una de esas formas de la alegría pero que desemboca en una alegría mayor, en la alegría del brindis (el vino en solitario no es, precisamente, la imagen de la alegría, sino todo lo contrario).

También Omar Khayyam, aquel persa que vivió hace mil años, poeta y astrónomo, nos dejó un poema que puede ser relacionado con lo que vivimos hoy:

Puesto que ignoras lo que te reserva el mañana,
procura ser dichoso hoy.

Toma un jarro de vino, ve a sentarte al claro de luna y bebe
pensando que tal vez, mañana, la luna te busque en vano.

Es bien sabido que nadie tiene la vida comprada; que a la vuelta de la esquina bien nos puede estar esperando la Gran Señora y que nada podemos hacer para evitarlo; pero en general las personas nos conducimos como si eso nunca fuera a suceder; cosa que no está nada mal, por supuesto, uno vive y listo, sigue adelante. Pero en estos tiempos donde este virus vino a poner nuevamente las cartas sobre la mesa y muchos recién se desayunan con que las cosas son así y que nadie tiene la vida comprada, el poema de Khayyam es un excelente recordatorio de cómo deberíamos conducirnos. Hoy es hoy y mañana ya veremos. Entonces lo mejor sería reconocernos en nuestra pequeña finitud y reconocernos también en la necesidad del otro. Y si tenemos que estar encerrados unos días, entonces que cada mensaje que enviemos sea un pequeño puente que termine con esa nueva forma del brindis que estamos inventando: «Oye, te cuidas…».

Algo tan simple como eso. «Oye, te cuidas…» ¿Vale?

13 comentarios el “Un puente nuevo

  1. Carmen B. dice:

    Cuídate, brindemos = me importas; es hermoso cuando son de verdad. Hoy se toma como «coletilla» de despedida, o antes de colgar una interminable charla telefónica. Y claro está, cambia mucho. También hoy la gente se desea: «que tengas un bonito día»; hoy hay expresiones que son , en gran medida, producto de las redes sociales; y de esa aldea global en la que se ha convertido hoy el mundo.
    Pero sigamos con tu reflexión, que hoy no puede ser mas hermosa: El brindis , el vino, celebrar algo con una copa de vino, o brindar simplemente porque estamos juntos aquí… manifestar, en fin la importancia del encuentro. Agradecer a los dioses , o a la vida, que nos podemos encontrar; eso es lo que estamos ahora echando tanto de menos. Y , como señalas tan acertadamente, mañana puede que sean tarde, así que no perdamos ocasión, de celebrar o de expresar.

    ¡Un brindis por esta bonita entrada¡!
    abrazos

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    • Borgeano dice:

      Lo has sintetizado bien, Carmen; y esa es la idea:volver a considerarnos como complementos del otro y, lo que es más importante, decírselo, aunque sea entre líneas. Y sobre la posibilidad de poder irnos en cualquier momento, esa nunca hay que perderla de vista, sin llegar, claro, a la obsesión.
      Gracias por tu comentario.
      ¡Salud!
      Un fuerte abrazo.

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  2. Cuídate!!

    Un fuerte abrazo.

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  3. Supongo que la alegría surgió expontáneamente, en algún momento de esa evolución de la consciencia. Si es un invento o no, poco importa, si no somos capaces de vivir con ella. No la puedo crear pero la puedo provocar porque está dentro de mí, como la tristeza. Los versos de Borges siempren consiguen conmocionarme. Esa lucidez y ese verbo tan concreto no es nada fácil de conseguir.
    Sobre el otro tema, creo que durante demasiados siglos hemos ocultado nuestros sentiomientos. Hoy en día la tasa de analfabetismo emocional es extremadamente alto. Así que hemos de valorar, como bien dices, que aunque sean mínimas sus expresiones, al menos sirvan para romper la primera capa de ese hielo emocional.

    Querido amigo, cuídate, y como decían los viejos anarquistas: ¡Salud!

    Un fuerte abrazo

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    • Borgeano dice:

      Si bien es cierto que la alegría debió aparecer en algún momento de nuestra historia evolutiva, no está mal pensar que hoy por hoy también podemos hacer algo para crearla (podríamos pensar, por ejemplo, que esa misma evolución nos dotó de esa característica). Sea como fuere, Borges siempre da en el claro y se adelanta a todos.
      Luego viene la (mala) cultura y nos hizo que enterráramos a los sentimientos en el sótano más oscuro. Nuevamente está en nuestras manos la posibilidad o la responsabilidad de volver a darle el lugar que le corresponde. Las doctrinas religiosas ya hicieron demasiado daño como para seguir dándole un espacio que no merecen ni merecieron. En algún momento, una amistad como la nuestra, alimentada con honestidad y afecto pero no por ello menos masculina, hubiese sido mal considerada. Sabiendo bien lo que cada uno es es que podemos decirnos con afecto sincero un «Cuídate» que conlleva una carga mucho mayor de lo que la mera palabra en sí dice.
      Entonces, sí, cuídate mucho, que todavía queda mucho por compartir.

      Un fuerte y afectuoso abrazo.

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  4. Vivimos caminando en una cuerda floja; ya se nos había olvidado. Vanidosamente decíamos: El hombre resolvió las enfermedades parasitarias, mamá me contaba que vio morir a muchos niños de lombrices, luego llegaron las temibles bacterías y los formidables antibióticos, con la penicilina en punta de lanza. Ya teníamos en el armario terapéutico la presencia de vacunas, pero fue en siglo veinte que iniciamos la vacunación contra la temible viruela, hasta que nos vimos victoriosos. «Estamos en la era de las enfermedades cronicodegenerativas y llegó el covid a situarnos en la fragilidad, a romper costumbres o modificarlas. Somos mortales y frágiles así que oye, cuídate, que el juego de manos es de villanos. Para fortuna, los ojos también son capaces de hablar. Abrazo grande a todos y cuidémonos.

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    • Borgeano dice:

      Ése es un excelente punto, Rubén; como no nos cuesta nada ser soberbios y arrogantes, creíamos que ya nada podía dañarnos; y ahora una minúscula cadena de ARN rodeada de una capa de grasa viene a ponernos de rodillas. ¿Aprenderemos la lección? No creo, es más fácil ser soberbio que inteligente, y cuando esto pase, la gente volverá a creer que está en la cima de la creación (no hay más que ver a los que dicen que el virus no existe como para empezar a temblar desde ahora mismo).
      Pero, por otro lado, tenemos esta fortuna de saber que hay un grupo, una línea, una pequeña fracción de estas personas a las que el azar puso en nuestro camino y que nos recuerdan que hay mucho que vale la pena. Sigamos caminando, entonces, con quienes quieran compartir nuestro camino.

      Un fuerte abrazo y cuídate. Y hagámoslo extensivo a todos los que por aquí pasen.

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  5. […] a través de Un puente nuevo — El Blog de Arena […]

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  6. luluviajera dice:

    Hermosa reflexión. Para mí, como bien lo dices, vivir el día sin pensar en el otro día que va a pasar, es lo fundamental. No sabemos qué nos depara el destino, vivir con alegrías, con tristezas, enojos, etc.; todo es parte de nuestra vida, la vida de todos los días. Me gusta mas pensar en el «cuídate» y en todo lo que él implica: como decir «me importas». El pensarlo como una despida, no tanto.
    Un beso grande.

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    • Borgeano dice:

      Gracias, Lulú. Saber vivir el día a día no es tarea sencilla (muchos piensan, por ejemplo, que significa no pensar en el futuro, cuando esto no es así); pero si se logra hacerlo bien, no hay nada que se le compare. El «cuídate» es algo que he empezado a notar en estas últimas semanas y es algo que me agrada mucho.
      Gracias por pasar por acá.
      Besos mil (y cuídate)

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  7. erotismoenguardia dice:

    💚

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