¿Qué es el negacionismo? Me animo a esta definición: «Actitud que consiste en la negación de hechos históricos o de posturas científicas o intelectuales que son generalmente aceptados». ¿Qué es el escepticismo? Probemos con esta definición: «Recelo, incredulidad o falta de confianza en la verdad o eficacia de una cosa». En un primer momento ambas posturas parecen ser muy parecidas. Las similitudes entre ambas podrías sintetizarse en el hecho de que ninguna de las dos acepta nada que no se encuentre firmemente basado en pruebas, y es así como generalmente se las hace pasar, haciendo una pequeña y no siempre detectada trampa en favor de las primeras de las posturas.
En realidad la diferencia entre una y otra forma de pensamiento es radical. El escepticismo niega todo aquello que no pueda ser probado, pero puede (y quiere) cambiar de opinión en cuanto el razonamiento o las pruebas demuestre que está equivocado o que el tema que está siendo tratado tiene bases científicas o lógicas bien fundamentadas. El negacionismo no; el negacionismo no tiene interés alguno en cambiar de opinión y si para ello tiene que forzar a la realidad a adaptarse a sus ideas, pues lo hace.
Un buen ejemplo de ello lo tenemos en el documental de Netflix «La Tierra es plana», cuando a líder de los terraplanistas se le pregunta si ha tenido contacto con científicos y éste dice «Sí, pero ellos siempre salen con matemática y esas cosas…». Es decir: ¿Para qué vamos a analizar la realidad? Yo ya sé cómo son las cosas y no necesito más pruebas que eso. También, no hace mucho, en un programa de T.V. argentina donde se discutían cuestiones de feminismo, una defensora de esta corriente le dijo a una mujer que mantenía la postura opuesta: «Bueno, pero no empieces con los datos…». La misma idea: ¿Para qué aceptar los datos duros de la realidad si con la que uno piensa o cree ya es suficiente?
Hay que prestar atención a estas sutiles diferencias. No es lo mismo discutir con un escéptico que con un negacionista. Aquel cambiará sus ideas y el flujo de su discurso según lo que indique la lógica y la realidad; éste no cambiará jamás, aunque la realidad lo enfrente de narices con su contradicción. Recordemos, por último, las siempre lúcidas palabras de Emilio Lledó:
«A mí me llama la atención que siempre se habla, y con razón, de libertad de expresión. Es obvio que hay que tener eso, pero lo que hay que tener, principal y primariamente, es libertad de pensamiento. ¿Qué me importa a mí la libertad de expresión si no digo más que imbecilidades? ¿Para qué sirve si no sabes pensar, si no tienes sentido crítico, si no sabes ser libre intelectualmente?».
Exactamente. Estoy de acuerdo con las palabra de Emilio Lledó.
Un saludo,
Livia
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Leer (u oír) a Emilio Lledó siempre es un lujo, ya sea a través de sus libros o de una entrevista, uno siempre sale enriquecido, y eso es algo poco común hoy en día.
Saludos y gracias por tu comentario.
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Magnífico texto Borgeano 👏👏👏
Detalles imprescindibles dados los tiempos que corren…
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Gracias, compañero. Hoy en día nos topamos de manera constante con gente que sabe todo de todo, y aprender a diferenciarlos es esencial. Es una cuestión de salud mental, más que nada.
Un abrazo.
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Añadiría un tercer elemento, el ignorante. En este grupo andamos la mayoría, aunque no todos lo reconozcamos. Hoy en día todo el mundo cree que sabe de todo, o bien tiene unas ideas acerca de ello, aunque sin conocimiento directo. Todos somos expertos en pandemias, en geopolítica…
Partiendo del: solo sé que no sé nada, podemos continuar ignorantes o buscar el camino del conocimiento. Los escépticos pueden cambiar de opinión, pero ostentan alguna. El ignorante que se reconoce como tal no cambia de opinión sino que abraza el resultado de la experiencia de los que saben. Mientras, el ignorante que no sabe que no sabe seguirá la rutina de su diario vivir, columpiándose en la mediocridad, en el mínimo esfuerzo intelectual; afirmando o negando lo que no sabe, con soberbia. Esclavos de su ignorancia.
Las palabras de Emilio Lledó totalmente lucidas.
Un cálido abrazo
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Es interesante la idea de las «dos ignorancias», la cual voy a apropiarme a partir de ahora. Está muy bien eso de reconocer que todos somos ignorantes (Lo probaba Sócrates a cada momento), pero que algunos tienen al menos la lucidez de ser conscientes de ello (Sócrates dixit). Por supuesto, pertenecer al segundo grupo ya es un punto de partida, lo cual no es poca cosa.
Un cálido abrazo y gracias por pasar por todas estas entradas. Agradezco muchísimo eso.
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