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Leo un artículo del suplemento cultural del diario La Jornada. En él la historiadora Fallena Montaño explica que una manera de controlar el miedo es sublimarlo (sublimar: «Alabar o ensalzar a una persona o una cosa exagerando mucho sus cualidades o méritos». Pero en psicoanálisis, significa «Transformar los impulsos instintivos en actos más aceptados desde el punto de vista moral o social»). ya muchos saben que considero al psicoanálisis como una forma moderna de superstición; una mera superchería; pero vamos adelante aceptando, por el momento, esa definición.
Sigue la historiadora: «En el período gótico aparecieron imágenes de un demonio carnavalesco. Es cuando surgen los carnavales y las danzas en las que las personas se disfrazaban de un diablo tonto, que se equivoca, se tropieza; esa es una manera de controlar el miedo. Es lo mismo que se hace hoy en día con las piñatas con forma de coronavirus o se reproducen memes donde el coronavirus tiene una carita y está bailando «para enfrentar el temor natural que le tenemos», pues es la actual representación del mal».

Aquí ya empiezo a hacerme algunas preguntas: ¿Es realmente lo mismo ridiculizar a la figura del diablo en la Edad Media que representar a un virus en la actualidad? Es decir ¿realmente subyace el mismo temor y la misma necesidad detrás de ambas representaciones? Quisiera creer que el temor que se le tenía al diablo en la Edad Media tenía unas características más pronunciadas que las que podemos tener hoy con respecto a un virus; aunque tampoco podemos decir demasiado al respecto; desde el momento en que recuerdo que hay gente que todavía cree que la Tierra es plana o cree en la astrología o en el diablo mismo, no me dejan mucho margen para el optimismo.

Sigamos con Fallena Montaño quien, al menos en los aspectos históricos, dice un par de cosas interesantes más: «La figura de Satanás, visualmente, tuvo características encontradas en la Edad Media, «por un lado era atemorizante, zoomorfo, con rabo, pezuñas de macho cabrío, cuernos o garras de ave de rapiña pero, además de las anteriores, aparecieron imágenes de un diablo ridículo. Al igual que el demonio, durante el período de la pandemia medieval, «la muerte tuvo un lugar protagónico en el arte, algo que no encontramos en el período románico. La muerte se convirtió a partir del siglo XIV en el personaje que conocemos hasta nuestros días, un esqueleto con su guadaña, o un cuerpo putrefacto, agusanado, con llagas, pus o con los bubones de la enfermedad».
«De ahí surge en la pintura el género Vanitas, que se refiere a que todo en esta vida es vanidad y que no importa si alguien es rey, el papa, una persona poderosa, alguien muy culto o rico, de todas maneras la muerte es común para todos y el cuerpo va a decaer».
Me pareció interesante el dato de que la imagen de la muerte, tal como la consideramos hoy, aparece alrededor del 1300 y que ha perdurado hasta la actualidad. También que por aquellos tiempos aparece el género Vanitas (del cual traeré un par de ejemplos pronto); pero aquí también hago una distinción entre aquellos tiempos y estos. Si bien el género Vanitas señalaba la igualdad de todos los hombres ante la muerte, independientemente de su rango o posición; en la actualidad el asunto sigue siendo verdad, pero no de una manera tan tajante. En la Edad Media si te agarraba la peste, un virus o la gripe, no importaba absolutamente nada. La palmaba igual el rey que el campesino; pero todos sabemos que hoy no es tan así. No es lo mismo contagiarse de coronavirus siendo un acaudalado millonario que siendo un desocupado sin seguro social.
Y es por eso, también, que dudo al intentar responder a esas preguntas que hice antes: ¿Es realmente lo mismo ridiculizar a la figura del diablo en la Edad Media que representar a un virus en la actualidad? ¿Realmente subyace el mismo temor y la misma necesidad detrás de ambas representaciones? Las respuestas que tengo son parciales y debo pensarlas más; no me convencen del todo o sé que hay cosas que he dejado sin considerar. ¿Alguno tiene alguna respuesta, aunque sea parcial? Les convido un trozo de pastel de coronavirus y un café; así mientras pensamos al menos vamos sublimando…
Quizás lo único cierto desde la Edad Media hasta ahora es que el miedo es libre y es dominador, y en general deja a la mayoría de la gente al margen de cualquier pensamiento racional.
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Claro, seguro que es así; pero de todos modos, algo hemos andado (creo, de allí que no diera respuestas directas a las preguntas) y si bien podemos temerle al rayo, ya por lo menos sabemos qué es lo que lo provoca y, por ende, el miedo que podamos tenerle será de otras características. Insisto: tal vez yo esté equivocado y en muchos aspectos haya gente que siga pensando como en la Edad Media (no hacen otra cosa los terraplanistas). Pero quiero ser optimista y decir que algo hemos avanzado… (por cierto, el tema va a seguir).
Un abrazo.
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Sí claro. Es una forma de restarle prestancia, de humanizar lo para poder hacer mofa de él. Esto se ve mucho en el arte también. Es interesante como procesa el ser humano los peligros para poder vivir con ellos
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Pues como le he dicho a todo el mundo por aquí, tenía la esperanza de que no fuera así, de que algún tipo de avance hubiésemos logrado a lo largo de todo este tiempo; pero veo que no, seguimos siendo tan animalitos como siempre. ¡Y yo que pretendía que en lugar de «procesar» los miedos los enfrentáramos con raciocinio y lucidez! Sin duda, soy un inocente absoluto.
Un fuerte abrazo.
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Tal vez se puede encontrar in paralelismos entre el miedo en la edad media y el de hoy en día. La peste negra se tomó cpmo un castigo por ser pecadores y se les achacó a los judíos y los leprosos. Se les acusó de envenenar los pozos de agua. En plena desesperación, se buscaban responsables y víctimas propiciatorias: fueron los judíos y los leprosos. Se dijo que habían envenenado los pozos y que eran la mano del Dios vengador.
Hoy en día el miedo se mezcla con la política y los intereses comerciales. Tenemos a Trump acusando a China de ser el causante del virus. El miedo de hoy está suscitando consecuencias inimaginables porque afecta el trabajo, el turismo, etc. dejando una estela de desolación en las personas.
A mi entender, allí está la comparación. Espero haber entendido tu propuesta.
Manuel Angel
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Es un buen punto el que tocas, Manuel; pero aunque se busquen culpables aquí y allá, las razones por las cuales se buscan esos culpables son diferentes; en la Edad Media se temía a lo desconocido, hoy es por conveniencia política o económica, no por temor. El punto es que quisiera creer (cosa que, como ves, no puedo hacer del todo) que algo hemos avanzado en los asuntos de la razón; pero creo que la respuesta es negativa: en líneas generales se sigue siendo tan ignorante y brutal como hace quinientos años, lo cual no es nada halagüeño para la especie humana.
Un abrazo y gracias por estar por aquí.
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Lo mejor de tus reflexiones es que nos invitas a pensar y sacarnos de nuestra zona de confor o lo que es lo mismo, dejar la flojera mental.
Saludos
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Muchas gracias por tus palabras, Manuel; todos nos realimentamos mutuamente. Eso es lo mejor de este sitio.
Un fuerte abrazo.
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Así es y estoy complacido.
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Psicológicamente creo que no hemos avanzado gran cosa. Hemos desarrollado una tecnología y una ciencia impensable apenas unas décadas atrás. Quizá hemos logrado conocer mucho el mundo exterior pero ¿y el interior? Seguimos navegando en una nube de ignorancia, algunos prefieren llamarlo misterio, pero los viejos temores, el miedo atávico, sigue siendo el mismo: irracional y supersticioso. No importa cuál es el objeto de nuestros miedos, el comportamiento suele seguir los patrones de antaño. Como indicas en tu entrada, ridiculizar el objeto de nuestros temores nos da una falsa sensación de superioridad, una seguridad que no se ajusta a criterios objetivos.
No hay nada nuevo, ya lo decían los clásicos griegos: nosce te ipsum, y siglos después seguimos nadando en la misma ignorancia…
Sirva esto de esbozo mientras preparas esos cafés con pastelitos.
Un cálido abrazo
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Pues sí; parece ser que así es, lamentablemente. En algún punto aún tenía la esperanza de que nuestros temores nos impulsaran a algo mejor; pero no, por lo visto he intentado ser optimista en vano. Has sido muy preciso en el hecho de señalar que ahora se lo llama «misterio», como si eso resumiera o, peor aún, resolviera todo. Y si bien hay misterios (cosas que aún no hemos podido resolver) mucha gente llama así a aquello que sí tiene respuesta conocida, pero que ellos no quieren, por pereza o ignorancia, llegar a conocer.
En fin, repito que tenía esperanzas pero entre todos me han hecho ver que estaba equivocado. Es una pena.
Un cálido abrazo.
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A propósito de tu opinión sobre el psicoanálisis, me pregunto si al considerarlo meramente como una superchería no estás tirando al bebé con el algua sucia de la bañera. Por si no has visto este documental, «El siglo del yo», te lo recomiendo, está en Youtube con subtítulos en español. Y permite apreciar cómo las ideas de Freud cambiaron el mundo. https://www.youtube.com/watch?v=dTtRjeNw8lo – Saluditos.
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Gracias, Amira; le echaré un vistazo. Por ahora digo que no, que no estoy echando al bebé con el agua sucia de la bañera (me encantó esa expresión); pero veré el video y así sumaré más información.
Un abrazo.
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La verdad es que yo también creo que es una superchería, pero superchería genial.
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Sí, sí; ahora nos acercamos más a una forma de entendimiento. Sin duda es una superchería genial; lo malo es que hay gente se lo toma demasiado en serio. Es como aquellos que oyen un chiste de gallegos y terminan creyendo que los gallegos son realmente así. Confunden la parte con el todo.
Un abrazo.
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