El discreto encanto de ser humano (Parte III de III)

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Una de las discusiones más fuertes que vienen dándose en este último tiempo; magnificada, también, por los alcances de la pandemia que estamos sufriendo, es el del alcance y la responsabilidad que le cabe al sistema capitalista en toda esta cuestión. Más aún, a quien se apunta es al capitalismo tardío, neoliberalismo o capitalismo salvaje (cualquiera de las tres expresiones señalan a lo mismo, sólo que alguna lo hace de manera más literal y otra lo hace de manera más permisiva), quien es el que parece no tener control ni permitir, tampoco, que nadie intente tal cosa (es decir, controlarlo. No hay más que ver lo que sucedió hace pocos días en Wall Street).

El gran «caballito de batalla» de este sistema económico-ideológico es la llamada «meritocracia», la cual vendría a sintetizar todo en un sencillo «Si tiene, es porque se lo ganó; si no tiene, es porque no ha hecho lo suficiente»; dejado de lado, por supuesto, todas aquellas variables que forman parte de la existencia humana y de la que, en líneas generales, quienes sostienen esta faceta ideológica, están exentos en un alto grado.

En mi caso, la foto con la que abro esta entrada es estupenda para plantear el asunto desde el otro ángulo, desde el otro punto de vista. Ante ella, un liberal (o capitalista tardío o un neoliberal; no creo que le gustaría que lo llame capitalista salvaje) diría algo así como: «Si a pesar de las condiciones externas, como repartidor le conviene entregar pedidos, quiere decir que elige libremente y prefiere ganar dinero a quedarse parado». Yo creo que la pregunta es la contraria: si el repartidor fuese libre, ¿elegiría entregar pedidos en plena nevada con la ciudad en ese estado? Lo que nos lleva a otra pregunta: ¿puede haber libertad si no están garantizadas las condiciones que nos permiten ser libres? ¿Qué libertad de elección existe cuando la decisión está subordinada a la necesidad?

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6 comentarios el “El discreto encanto de ser humano (Parte III de III)

  1. JCRomero dice:

    Me permito responder. No debemos hablar de libertad si, como bien escribes, «no están garantizadas las condiciones que nos permiten ser libres». La igualdad de oportunidades es una aspiración, la meritocracia una engañifa y las loas a la libertad es una trampa si no va acompañada de solidaridad y justicia social.

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    • Borgeano dice:

      En un todo de acuerdo con tu comentario, JC.; creo que has logrado una síntesis perfecta. Esta supuesta libertad que nos están vendiendo en estos momentos no es otra cosa que una magnificación de la opresión vestida con los fastos de una supuesta superación personal.
      El capitalismo no se modifica, sólo se maquilla y, detrás de esa máscara sigue siendo lo mismo de siempre.

      Un abrazo.

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  2. Carmen B. dice:

    Desde luego que no, es mi respuesta. La libertad de elegir cuando hay pobreza y necesidad obligada no es libertad de elección.
    En este nuevo orden económico que se vislumbra, de habla , aquí en Europa al menos, de la RBUI: Renta Básica Universal Incondicional., en donde se asigna un mínimo a toda persona Qud nace, . Aducen los partidarios, que es posible . Esta muy estudiado por buenos economistas. Eso evitaría la obligación de elegir trabajos como el que apuntas. Más info en la web.
    Un placer leerte, Roberto.
    Un fuerte abrazo.

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    • Borgeano dice:

      Es interesante lo que me dices de la RBUI, de la cual no conocía (no conozco) absolutamente nada, pero de lo que averiguaré, sin duda alguna. Ahora, no me llama la atención que los economistas hayan estudiado el tema y se hayan encontrado con que la idea es «viable» ¡Por supuesto que lo es! y no hay que ser un genio para probarlo. De hecho, y de una manera muy sencilla lo hice aquí mismo en una entrada que se tituló «Sí, existe» (y aclaro que sólo fue un acercamiento sencillo de alguien que no tiene demasiado conocimiento en esos temas técnicos).
      El problema de la economía no es económico, es ético. El asunto no es si hay suficiente para todos; el asunto es porqué no quiere repartirse lo que hay (que alcanza y sobra y nos queda para guardar).

      Un fuerte abrazo.

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  3. Tu imagen y tu reflexión me trae a la memoria una historia de la infancia materna. Mi madre, apenas una niña, en plena postguerra civil, caminando por la nieve que le llegaba hasta casi la cintura, pastoreando un rebaño de ovejas. Apenas unos metros detrás los lobos acechan…
    La subsistencia en tiempos de precariedad (para los mismos de siempre) ya no es cuestión de decisiones personales. Una tremenda realidad colectiva nos condiciona. ¿Dónde queda la libertad? El libre albedrio que tenemos es tan, pero que tan reducido que apenas tenemos opciones. Quizá estamos magnificando el desastroso sistema capitalista, sin embargo, en tiempos pretéritos no fue mejor. La resignación, la rutina, las falsas promesas del sistema nos dejan realmente anestesiados…

    Un cálido abrazo

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    • Borgeano dice:

      Es un tema que hemos tratado ya muchas veces contigo, Xabi; y que por desgracia seguiremos tratando (sé que a veces estos temas son reiterativos; pero lo son porque también vuelven una y otra vez de la mano de la realidad, quien nos lo presenta con ropajes ligeramente diferentes).
      Es cierto (y contradictorio, y desagradable) que este «libre albedrío» que tenemos no es tal, sino sólo una apariencia de libre albedrío. El capitalismo salvaje que estamos viviendo se apresura a presentar este condicionamiento como una virtud, pero ya sabemos que la ética de este capitalismo es tan desastrosa como su accionar económico ¿qué podemos esperar, entonces, más que una seguidilla de falacias creadas en beneficio propio?
      De todos modos, entiendo su funcionamiento y sus razones; lo que no entiendo y nunca voy a entender es que haya gente pobre que sostenga esos argumentos como válidos o, peor aún, como propios.

      Un cálido abrazo.

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