El decálogo de Bertrand Russell

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En un artículo de 1951 en la revista New York Times, Bertrand Russell expuso «los Diez Mandamientos que, como maestro, desearía promulgar». Creo que hoy esos mandamientos son tan válidos como hace setenta años; sobre todo teniendo en cuenta los niveles de intolerancia que están alcanzándose en las redes sociales y que están extendiéndose a los demás ámbitos de la vida social, incluso al ámbito intrafamiliar. Vamos a ellos:

  1. No se sienta absolutamente seguro de nada.
  2. No crea que vale la pena producir una creencia ocultando pruebas, porque es seguro que las pruebas saldrán a la luz.
  3. Nunca intente desalentar el pensamiento, porque usted se crea seguro de su éxito.
  4. Cuando te encuentres con oposición, aunque sea de su pareja o de sus hijos, esfuézate por superarla con argumentos y no con la autoridad, porque una victoria que dependa de la autoridad es irreal e ilusoria.
  5. No tengas respeto por la autoridad de los demás, porque siempre se encuentran autoridades contrarias.
  6. No uses el poder para reprimir opiniones que consideres perniciosas, porque si lo haces, las opiniones te reprimirán.
  7. No temas ser excéntrico en tu opinión, porque cada opinión ahora aceptada fue alguna vez excéntrica.
  8. Encuentra más placer en la disidencia inteligente que en el acuerdo pasivo, porque si valoras la inteligencia como debieras, la primera implica un acuerdo más profundo que la segunda.
  9. Sea escrupulosamente veraz, incluso cuando la verdad sea inconveniente, porque es más inconveniente tratar de ocultarla.
  10. No sientas envidia de la felicidad de quienes viven en el paraíso de los tontos, porque solo un tonto pensará que es felicidad.

En el mismo artículo, Russel escribió: «La esencia de la perspectiva liberal en la esfera intelectual es la creencia de que la discusión imparcial es algo útil y que los hombres deberían ser libres de cuestionar cualquier cosa si pueden apoyar sus cuestionamientos con argumentos sólidos», y más adelante, esto: «La opinión contraria, que mantienen quienes no pueden ser llamados liberales, es que la verdad ya se conoce, y que cuestionarla es necesariamente subversivo».

Queda muy poco que agregar a sus palabras, y eso es lo que suele suceder con Bertrand Russell, uno lo lee y no tiene otra opción que quedarse callado, incluso cuando eso suene a contradicción, ya que él mismo nos está diciendo que cuestionemos todo. Pero el asunto va por otro lado: cuestionar todo no significa que el cuestionamiento en sí y de por sí sea un valor absoluto. Se cuestiona para llegar a un punto de llegada o para determinar que no puede llegarse a un punto de llegada (en referencia a esto último es altamente recomendable la lectura del debate Russell – Copleston acerca de la existencia de Dios. Un ejemplo de cómo se debe debatir y de cómo se avanza en el conocimiento); si lo segundo ocurre, se deja en suspenso el juicio; si ocurre lo primero, podemos darnos por satisfechos, al menos momentáneamente, hasta que un nuevo dato o punto de vista nos haga revisitar y revisar esa idea o pensamiento. Sea como fuere, seguir los consejos de Russell siempre da buenos resultados.

13 comentarios el “El decálogo de Bertrand Russell

  1. Un magnífico post, si señor 👏👏👏

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    • Borgeano dice:

      Y todo gracias al impecable Lord inglés Sir Bertrand Russell. Sin duda, leer a Russell te hace más inteligente (esta es una frase que se usa mucho hoy en día; pero en el caso de Russell es totalmente cierta); no hay texto de él que no siembre una semilla, ya sea en forma de conocimiento puro, ya sea en forma de duda. Sea como fuere, uno siempre sale de sus libros mejor de lo que entró.

      Saludos.

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  2. […] El decálogo de Bertrand Russell — El Blog de Arena […]

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  3. Reblogueó esto en El blog del profe Joséy comentado:
    Leyendo las entradas del «blog de Arena» al que sigo y pocas veces me defrauda; es muy recomendable. Hoy, encuentro esta perla sobre un decálogo de Bertrand Russell que me parece de lectura obligatoria…..

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    • Borgeano dice:

      Gracias por tus conceptos, José, es muy amable de tu parte (por cierto, ese «pocas veces me defrauda» me deja una duda soberana: ¿cuáles han sido esas veces? Créeme que, con una sonrisa mientras escribo esto, me lo pregunto seriamente).
      Con respecto a Russell, coincido contigo en que debería ser una lectura obligatoria. Es uno de esos autores que nunca, jamás, te deja igual al final de una lectura de cómo eras al principio; y eso es un logro del que pocos pueden enorgullecerse.

      Saludos cordiales.

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  4. Estimado Borgeano, piensa que tus artículos cuando los publicas ya no son tuyos. En cambio sí de tus lectores, y en mi caso soy un lector ingeniero y algunos temas que abordas no son los míos. Quizás no fue feliz mi frase porque el problema es mío. No tuyo. Un abrazo

    José

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    • Borgeano dice:

      Se entiende a la perfección, José, nada que aclarar, sólo jugaba con esa idea nada más. Y sí, acabo de pasar por tu blog y veo que somos de ámbitos totalmente distintos, lo cual no es un escollo para la comunicación o el disfrute de algunos temas comunes. Eso, creo, es lo mejor de todos.

      Un abrazo.

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  5. Conocía ese decálogo de Russell, siempre me pareció muy acertado. En el instituto no llegamos a estudiar a los filósofos contemporáneos, una verdadera lástima. El último curso nos quedamos atascados con Kant y con Marx y ya no dio más de sí el curso. La filosofía es una de las asignaturas más marginadas, por desgracia. Después he leído pocos, y reconozco que hay verdaderas joyas y sabios como Russell y su obra.

    Un cálido abrazo

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    • Borgeano dice:

      La filosofía, al igual que la literatura, se enseñan mal; se enseñan en sentido cronológico, cuando debería ser al revés. Del mismo modo en que hoy a un estudiante de secundaria, el que probablemente nunca ha agarrado un libro en su vida (y menos en estos tiempos que corren) le sacuden al Quijote o al Mío Cid por la cabeza, en filosofía empiezan por Platón y Aristóteles. ¿Cómo piensan atrapar así a nuevos lectores o pensadores? Hay que empezar al revés, por lo actual, lo moderno y crear el placer de la lectura y el pensamiento, ya ellos solos llegarán a los clásicos.
      Pero así están las cosas hoy, al revés y sin que nadie se preocupe por ponerlas como corresponde.
      Como sea, Russell es indispensable; por lo menos ya somos varios aquí que reconocemos eso.

      Un cálido abrazo.

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      • Aparte de lo que apuntas, creo que las asignaturas se imparten de forma poco atractiva. En Youtube sigo a algunos divulgadores, matemáticos, físicos, astrónomos, que explican de forma muy didáctica y amena las materias. Transmitir entusiasmo a los alumnos es imprescindible, y saber motivarlos. En mi época de estudiante pocos lograron captar mi interés, recuerdo solo un profesor de matemáticas que era excepcional, el resto bastante mediocres, no en conocimientos, si no en los aspectos que he citado antes.
        Y la filosofía es. sin duda, una de las materias más marginadas.

        Un cálido abrazo

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      • Borgeano dice:

        Estamos de acuerdo en esto también, Xabier; si hago memoria, los mejores recuerdos de profesores son de aquellos que más atractivas hacían a sus materias, más allá de las preferencias de cada uno de nosotros. Quiero decir que a veces un profesor hacía que te interesaras por una materia que hasta el momento no había tenido el menor interés y que luego tampoco lo tuvo; pero ese profesor en particular la hizo atractiva, al menos por un tiempo.
        La enseñanza es algo maravilloso, y es una pena que se dejen de lado sus virtudes en pos del beneficio rápido. Pero ya hemos hablado de ello anteriormente y no hace falta que volvamos sobre ese tema.

        Un cálido abrazo.

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  6. Muy bien traído aquí y ahora este decálogo de Russel. Gracias por ello. Un fuerte abrazo.

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