El primer bibliotecario

calimaco

Calímaco nació en el norte de África, en el siglo III a.C. y vivió en Alejandría durante la mayor parte de su vida, primero dando clases en una escuela suburbana, y luego trabajando en la biblioteca. Fue un escritor, crítico, poeta y enciclopedista maravillosamente prolífico. Inició (o continuó) un debate que no termina aún en nuestros días: creía que la literatura debía ser concisa y sin adornos, y censuraba a los que todavía escribían poemas épicos a la vieja usanza, llamándolos gárrulos y obsoletos. Los enemigos lo acusaron de ser incapaz de escribir largos poemas y de mostrarse árido y seco como el polvo en sus obras cortas. (Siglos más tarde, aun se utilizaban ideas similares en las discusiones entre los modernos contra viejos, los románticos contra los clásicos, los grandes novelistas norteamericanos contra los minimalistas.) Su principal enemigo era su superior en la biblioteca – el bibliotecario jefe Apolonio de Rodas, cuya epopeya de seis mil versos, la Argonáutica, es un claro ejemplo de todo lo que Calímaco detestaba. («libro Grande, gran aburrimiento», fue el resumen lacónico de Calímaco). […]

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Bajo la atenta mirada de Apolonio, sin duda, Calímaco (nadie sabe a ciencia cierta si fue bibliotecario jefe) comenzó su ardua tarea de catalogar aquella inmensa biblioteca. La catalogación es una profesión antigua, hay ejemplos de esos «ordenadores del universo» (como fueron llamados por los sumerios), entre los vestigios más antiguos de las bibliotecas. Por ejemplo, el catálogo de una «Casa de los Libros» egipcio que data de alrededor del año 2000 a.C., como se descubrió en las excavaciones en Edfu, comienza con una lista de varios otros libros: El libro que está en el templo, el libro de los dominios, Una lista de todos los escritos grabados libro de madera de las estaciones del Sol y la Luna, El Libro de los lugares y lo que está en ellos, etcétera.

 

Calimaco (2)

El sistema que  Calímaco eligió para Alejandría, más qe una enumeración ordenada de todas las posesiones de la biblioteca, parece basado diseño preconcebido del mundo mismo. Todas las calificaciones son, en última instancia, arbitrarias. La propuesta por Calímaco parece un poco menos, porque sigue el sistema de pensamiento aceptado por los estudiosos e intelectuales de su tiempo, herederos de la  visión griega  del mundo. Calímaco dividió a  la biblioteca en estanterías o tablas (pinakoi) organizadas en ocho clases o asignaturas: teatro, oratoria, poesía, derecho, medicina, historia, filosofía y miscelánea. Separó las obras más voluminosas y las hizo copiar en varias secciones más breves llamadas «libros», con el fin de obtener así rollos más pequeños y de manejo más práctico.

Calímaco no terminó su gigantesca empresa, completada por los sucesivos bibliotecarios. El conjunto de las pinakoi -cuyo título oficial era Tablas de aquellos que se destacaron en todas las fases de la cultura, junto con sus escritos– ocupaba, al parecer, los 120 rollos. A Calímaco también debemos un mecanismo de catalogación que llegaría a ser habitual: la costumbre de disponer los volúmenes en orden alfabético.  Con Calímaco, la biblioteca se ha convertido en un lugar de lectura organizado.

Alberto Manguel, Una historia de la lectura.