A veces, sobre todo cuando me encuentro debatiendo o charlando con amigos, me encuentro en aprietos porque suelo contradecirme en algunos puntos. Más que evitar estas contradicciones, lo que me cuesta es hacerles entender que lo paradójico también es, en ciertos casos, válido. El pensamiento occidental, desde que Aristóteles fijara el rumbo con el conocido «Lo que es, es; y lo que no es, no es» parece imposibilitado de pensar por fuera de términos fijos. Así que para nosotros las cosas «son» o «no son» y no puede ser de otro modo. Pero quienes se ha adentrado un poco en las filosofías orientales han podido ver en acto lo más natural de la esencia humana. El mismo Libro del Tao nos lo dice en la primera línea: «El Tao que puede ser nombrado no es el verdadero Tao». Es decir, uno de los principales textos filosóficos orientales comienza, nada menos, que con una paradoja. De allí a que se abra toda una nueva forma de pensamiento, no hay más que un paso.
Veamos un ejemplo de pensamiento lógico occidental, tomado de Word Ways, de David Silverman:
«¿Es cierta la antigua máxima acerca de que existe una excepción a cada regla? Bueno, no hay duda de que todos podemos pensar en reglas que parecen no tener excepciones, pero dado que las apariencias engañan, tal vez la vieja máxima sea cierta. Por otro lado, la máxima es en sí misma una regla, por lo que si asumimos que es verdadera, tiene una excepción, lo que equivaldría a decir que hay alguna regla que no tiene excepción. Entonces, si la máxima es verdadera, es falsa. Eso lo hace falso. Por lo tanto, conocemos al menos una regla que definitivamente tiene una excepción, a saber, ‘Existe una excepción para cada regla’, y, aunque no la hemos identificado, sabemos que hay al menos una regla que no tiene excepciones».
Por otra parte, Raymond Smullyan solía enviar correos electrónicos a amigos que decían: «Por favor, ignore este mensaje». (Raymond Smullyan es, para mí, un caso particular. Es un autor que me parece fascinante pero del cual todavía no he podido terminar un libro. Tengo tres de problemas lógicos dando vueltas desde hace más de diez años y cada vez que los tomo llega un momento en que mi ignorancia no me permite avanzar más. De todos modos, en cada intento llego un poco más lejos, así que tengo la esperanza de que antes de irme de este mundo pueda al fin llegar al final de, al menos, uno de ellos. Smullyan es, por cierto —y por esto digo que es por demás particular— un ferviente taoísta y otro de sus libros, The Tao Is Silent, me acompaña donde vaya).
Por último, una cita del maestro, quien antes de que se le señalara la paradoja, lo aclaró él mismo: «No me gustan los escritores que hacen afirmaciones radicales todo el tiempo. Por supuesto, podría argumentar que lo que estoy diciendo es una afirmación radical, ¿no?» Jorge Luis Borges, citado en Floyd Merrell, Pensamiento sin pensar, 1991.
Nota al margen: Por tiempo indeterminado estaré sin conexión a internet, así que responderé a sus comentarios en cuanto pueda. Dejaré varias entradas programadas, así que éstas se subirán aunque no esté aquí. Pasaré a visitarlos en cuanto me sea posible.