Sexo no, violencia sí

Cuando uno dice que «no ve televisión» suele recibir miradas de desconfianza. Miradas que llevan implícita, en su expresión, cierto desdén, cierta displicencia. Muchas veces se nota algo parecido al menosprecio; esas miradas suelen llevar consigo la expresión «vamos, todo el mundo mira televisión. Sólo que quieres darte aires de intelectual»; o algo por el estilo. En lo personal, termino de trabajar a las 22:00 Hs. Ceno, es cierto, frente al aparato de T.V., pero en cuanto puedo me retiro a mi habitación a leer. Y no porque quiera darme «aires» de intelectual ni nada por el estilo. Simplemente es que lo que se ve en la televisión es, sencillamente, vomitivo.

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Desde hace muchos años, es muy difícil ver películas donde el tema central no sea la violencia. Esto tiene relación con los individuos del post anterior: la cúpula católica. Al menos en mi país, Argentina, la iglesia católica se ha opuesto a la exhibición de cualquier filme que contuviera cualquier cosa relacionada con el sexo. Ya fuese un desnudo, pechos femeninos, caricias, sensualidad toda. Por supuesto que no estoy pidiendo que se muestren escenas de sexo explícito, sino simplemente de escenas que muestren a dos personas amándose y que jueguen un papel necesario en la película.

Ahora sí, si uno quiere ver cómo se deshace a una persona en mil quinientos pedacitos, encontrará, también, mil quinientas formas diferentes de hacerlo. Películas como El juego del miedo, Jeepers Creepers, La masacre de Texas, Destino final (y eso por no nombrar a esas clásicas series que ya todos conocemos) son sólo una muestra interminable de matanzas a cada cual más grosera, bizarra y explícita. Cabezas que revientan o son aplastadas, cuerpos mutilados, atravesados por todo tipo de elemento metálico, métodos varios de tortura. Es realmente cansador y aburridor ver una y otra vez la misma escena con las variantes del caso (de un película a otra de la misma serie lo único que varía es que cada vez las formas de matar se hacen más grotescas y explícitas).

death

No voy a cometer el error de culpar de todo a la T.V.; pero vamos, no me van a decir que no hay cierta correlación entre la violencia que se nos muestra constantemente y la violencia que vivimos a diario en nuestras sociedades. Hay un canal —cuyo nombre, sinceramente, no recuerdo— que en una de sus publicidades destaca a varios asesinos seriales que se basaron en películas para cometer sus crímenes, como si imitar a un ídolo del deporte o de la canción se tratara.

La preguntas que siempre me hago son, como siempre, simples: ¿Qué mente enferma considera que un pecho femenino sea algo que debe esconderse? ¿Qué degenerado o enfermo considera que un joven no puede ver a una pareja amarse y sin embargo nada dice cuando un hombre viola y desgarra lenta, meticulosamente, a una mujer inocente e indefensa? ¿Qué patología sufre aquel que prohíbe una escena donde una mujer o un hombre se desnudan inocentemente y nada dicen cuando el cuerpo desnudo aparece descuartizado y en medio de litros y litros de sangre?

Seré simple, seré inocente, seré algo estúpido quizá; pero creo que si les enseñáramos a nuestros hijos el valor de amar, estaríamos bastante mejor. Y no me refiero a las vacías frases de amor de una tarjeta o de un cartelito de esos que aparecen en la red. Me refiero al verdadero acto del amor, al que incluye el cuerpo y el alma; los labios y el sentimiento, las manos inquietas y la bondad, la confianza ciega de entregarse a las manos del otro. Quizá con el paso del tiempo conseguiríamos una generación donde las personas verían la piel del otro como algo digno de acariciar, no un lugar donde marcar una cruz con un cuchillo de quince centímetros.

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Masacre y medios

Uncle sam with gun

Copio de la red: Una nueva masacre ha ocurrido en una escuela de los Estados Unidos. Un hombre armado entró a la primaria Sandy Hook Elementary School y mató a 26 personas; incluyendo a 20 niños. Según agencias de noticias y otros medios locales, el asesino, un hombre adulto que hasta el momento no fue identificado, habría fallecido también. En un operativo desesperado, los maestros y otros responsables de la institución ayudaron a los niños que lloraban desconsolados a salir de la escuela, mientras que los heridos fueron trasladados a centros médicos cercanos. Según algunos testigos, en total se habrían escuchado más de 100 tiros, algo que supera otras masacres anteriores. (Luego se supo que el autor de los crímenes fue Adam Lanza).

Más allá de la noticia, me puse a buscar en la T.V. y en diferentes medios de la red algo de información al respecto, y me encontré con la mediocridad de siempre. La mayoría de los periódicos, portales y agencias de noticias se apresura a publicar una especie de «Top Ten» (idea tan americana, dicho sea de paso) de las peores masacres o matanzas de los últimos tiempos. Otros, hacen eco de las diferentes expresiones de dolor a lo largo y ancho del mundo, todas ellas suenan tan vacías como oportunistas o, al menos, de «compromiso». Les puedo asegurar que a partir de mañana (o quizá hoy mismo al anochecer) ya empezarán a salir a la luz historias puntuales de los hechos y aparecerá algún que otro «héroe», otra idea típica de los americanos.

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Continúo: al hojear la información sobre ese famoso «Top Ten» de las matanzas de las que hablé antes, me encontré con éste texto:

«Jared Lee Loughner, de 22 años, es el único acusado y encarcelado por la masacre de Tucson, ocurrida el 8 de enero de 2011, que dejó como saldo seis muertos, entre ellos una niña de 9 años y un juez federal, y a varios heridos de gravedad, como la congresista Gabriella Giffords, a quien disparó el asesino a una corta distancia. Jared Lee Loughner confesó que su libro favorito era “Mi lucha”, de Adolf Hitler. Esto ayudó a describir el perfil de alguien que es capaz de cometer una masacre como la de Tucson. Al igual que algunas de las confesiones de sus videos: “Puedo controlar toda creencia y religión al ser el controlador mental”.

Aquí se puede ver de manera explícita la forma de tratar estos temas por parte de la prensa. Se hace notar que entre los muertos se encuentran «una niña de 9 años y un juez federal» y entre los heridos se encuentra «la congresista X». lo de la niña está puesto allí para que nos indignemos. Lo del juez federal y lo de la congresista es harina de otro costal. Es patente que hay ciudadanos de primera y hay ciudadanos de segunda categoría. A mí me importa menos una congresista herida que un albañil muerto. Pero esas son cuestiones personales. Pruritos que uno tiene.

Lo de la lectura de Hitler es otro tópico clásico. Ya se sabe, Hitler sirve para todo aquello que sea necesario estigmatizar. no hay asesino en este mundo que no sea admirador de Hitler (pero nadie recuerda las palabras de alabanza que le prodigó Winston Churchill o el ingente apoyo de la Ford y otras empresas norteamericanas).

¿Y qué sucederá a continuación? La respuesta es sencilla: Nada. Nada ocurrió en el pasado, nada ocurre ahora y nada ocurrirá en el futuro. Como leí en uno de los comentarios de una página que trataba el tema: «Para evitar una nueva masacre los gringos son capaces de prohibir los colegios, pero nunca la venta de armas».

Las lágrimas de Obama se secaron treinta segundos después de haber abandonado el recinto donde brindó la inevitable rueda de prensa. Los altos mandos políticos y religiosos que enviaron sus condolencias  («horrorizados, consternados, dolidos») deben estar tomando el té con miel y scones. Las estúpidas preguntas que pululan por las redes sociales («¿Por qué? o ¿Cómo es posible?») quedan en el olvido una vez que se presiona la tecla Enter. Mientras tanto, en algún lugar de los EE.UU. un loco —tal vez admirador de Hitler, por qué no; tal vez admirador de George W. Bush, aunque eso nunca lo sabremos— está preparando la próxima masacre; esa donde las víctimas tendrán su metraje en los periódicos en la medida en que sean niños, jueces federales o congresistas.

Tengan preparados sus pañuelos, sus lágrimas (no muchas) y sus telegramas de condolencia.

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Asesinos por naturaleza

Cuando comencé a escribir este post, pensé que lo iba a titular “Asesinatos de Honor”, ya que es así como llaman los autores de estos crímenes a sus abyectas costumbres; pero luego pensé en poner un título más directo, ya que no hay honor alguno en medio de todo este drama actual, no importa cómo lo llamen los perpetradores o los medios de comunicación, los que no pocas veces parecen estar del lado de los victimarios, no de las víctimas; pero ése es otro tema.
Personalmente creo que todas las religiones son un cáncer que hay que erradicar cuanto antes de la faz de la Tierra, pero hay algunas que requieren una prioridad mucho más elevada. Hay que reconocer que, por ejemplo, los Amish son mucho menos dañinos que los Testigos de Jehová, después de todo si algún daño producen lo hacen dentro de su comunidad y a ellos sólo les atañe. ¿Pero qué sucede cuando el daño que se infringe se extiende al resto de la sociedad? ¿qué sucede cuando el daño que se infringe –aún dentro del ámbito de su religión- entra en contradicción con las leyes seculares del país en que se haya cometido?
Bien, vamos al punto.
Cito de Wikipedia: “La expresión “crimen de honor” designa el asesinato de una mujer por parte de miembros de su familia o miembros de la comunidad que consideran haber sido previamente deshonrados por la víctima. Entre los principales móviles se encuentran el rechazo de un matrimonio concertado, el haber sido víctima de una agresión sexual, buscar el divorcio, cometer adulterio o ser homosexual”. Obsérvese el segundo punto de las razones esgrimidas: el haber sido víctima de una agresión sexual. Eso significa que si una niña de catorce años es violada por un hombre de treinta, ¡es la niña quien ha deshonrado a la familia! Por lo tanto puede ser asesinada por cualquier miembro varón de la familia (¿Cómo? Pues acuchillada, prendida fuego, o apedreada, lo cual implica que la niña en cuestión será enterrada hasta la cintura y luego se le arrojarán piedras –ni muy grandes ni muy chicas, la ley es muy clara al respecto- hasta que muera por las heridas sufridas). La única forma en que la niña puede escapar de esta horrible posibilidad es otra quizá no mucho mejor: casarse con su violador. De ese modo la familia recupera su honor perdido. En cuanto al violador, la situación difiere según el país en que se haya cometido el delito. En marruecos, por ejemplo, la violación es castigada con hasta veinte años de prisión. Pero el violador también se libra de la pena si acepta casarse con su víctima. Es decir que lo premian por su accionar.

                                                                                     

Protestas callejeras en contra de la ley que obliga a casarse a las víctimas de violaciones con sus victimarios.

Mustafá Fallaq, violador/esposo de Amina al-Filali, de dieciséis años, quien se suicidó el pasado 14 de marzo. . Como les dije, los casos documentados son muchísimos, por eso sólo les dejo algunos, en una próxima entrega les traeré otros casos.

Jessica Mokdad (izquierda) asesinada el 4 de mayo de 2011 por su padrastro, Rahim Alfetlawi, por no seguir los preceptos islámicos.

Feberero de 2011: asesinato de Honor de Zorica H en Alemania. La joven de 21 años se encontraba embarazada. Madre e hijo (el niño debería haber nacido al mes siguiente) fueron asesinados de 100 puñaladas. Täter Harun, musulmán, dieciocho años, padre del niño, fue el autor del crimen. Nótese cómo se protege el rostro del victimario, no el de la víctima. (Habrá más casos).

02 de noviembre, 2009: Noor Almaleki Es atropellada por su padre musulmán por ser demasiado
«occidentalizada». Su agonía duró varios días.

Katya Koren, 19 años; fue apedreada hasta morir por participar en un concurso de belleza en Ucrania. Fue asesinada por tres jóvenes en un bosque cercano a su residencia. Uno de ellos, Bihal Gaziev, de 16 años dijo, luego de ser arrestado, que “no se arrepentía de nada, ya que ella había violado las leyes del islam; por lo tanto su asesinato estaba justificado”.

Por ahora dejo el tema aquí por cuestiones de espacio. Más atrocidades en unos días.