Una moral añeja (750 años no son nada)

La Pontificia Universidad Lateranense es un universidad de derecho pontificio con sede en Roma, Italia. La universidad también recibe la sesión central del Pontificio Instituto Juan Pablo II para Estudios sobre el Matrimonio y la Familia. La universidad es conocida como «Universidad del Papa». Gran Canciller de la universidad es el Vicario General del Santo Padre para la diócesis de Roma, por lo que la universidad está directamente bajo la autoridad del Papa. La unniversidad puede presumir de cuatro santos entre sus ex alumnos. Hoy en día la Pontificia Universidad Lateranense tiene una población estudiantil de más de 100 nacionalidades (www.pul.it). En un seminario sobre ¿Existe el verdadero amor en el acto homosexual? llega a severas conclusiones. El tema sobresaliente del seminario es: Homosexualidad: alteridad, intimidad y castidad. El expositor anticipa el desarrollo de los temas. Así: «Llegando al final de este seminario sobre la Homosexualidad es hora de darle la palabra a los clásicos, en este caso concreto a San Tomás de Aquino».

Feinmann, José Pablo. Filosofía política del poder mediático.

Hasta aquí Feinmann, quien sigue analizando el seminario en cuestión y el texto es un poco largo (de todos modos, si quieren saber la conclusión, es ésta: «Por lo tanto, podemos afirmar que no existe verdadero amor ni pleno placer en el acto homosexual» ¿Es que acaso esperaban otra cosa?). Yo me detengo aquí porque ya está todo dicho: para analizar temas de índole sexual los católicos se basan en San Tomás de Aquino y en su Summa Theologica. Es decir que el catolicismo atrasa unos 750 años, cosa que la mayoría de nosotros ya venía sospechando. Si tardaron más de 400 años en reconocer que Galileo tenía razón (lo cual es equivalente a tardar más de 400 años en reconocer que la Tierra gira en torno al Sol y no al revés) creo que ya va siendo hora de que la Iglesia Católica (y, por lo tanto, los católicos) reconozca que los homosexuales son personas que aman como cualquiera de nosotros y que sí, que sienten verdadero placer sexual.

Termino de escribir lo anterior y dudo. Me posee una profunda vergüenza ajena; esa que se siente cuando uno observa el actuar de un ser patético, ignorante pero no inocente de esa ignorancia; en suma: pobre de espíritu, para usar esa expresión tan cara a su vacía verborragia.

santo tomás imagen

El Triunfo de Santo Tomás de Aquino (1471). Benozzo Gozzoli (Italiano, 1420-1497). Tempera sobre madera.
Museo del Louvre.

La inscripción debajo de la gloria que contiene a Cristo expresa su acuerdo con la teología de los escritos de Santo Tomás de Aquino: BENE SCPSISTI DE ME, Thomma («Has escrito bien de mí, Tomás «). El santo está entronizado en el centro entre Aristóteles (a la izquierda) y Platón (a la derecha). A sus pies se encuentra el erudito árabe Averroes, cuyos escritos refutó.

Nota posterior: corrijo el último punto. Tomás intentó refutar a Averroes, cosa que no consiguió (sí, por supuesto, desde el punto de vista católico; pero éste tiene tanta validez empírica como cualquiera de sus dogmas. Es decir, por si no quedó claro, que validez científica no tiene ninguna).

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