Por qué leer a los clásicos: Italo Calvino

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Desde hace tiempo vengo diciendo, un poco en broma, un poco en serio, aquello de «Para modernos, llos clásicos». Ahora, leyendo a uno que seguramente integrará la lista de clásicos futuros, encuentro una prolija lista de razones por las cuales hay que acercarse a esos libros que han logrado vencer al tiempo de manera más que robusta. Los clásicos son, para Italo Calvino (a él me refiero, por supuesto, y a su libro Porqué leer los clásicos), aquellos libros que nunca terminan de decir lo que tienen que decir, textos que cuanto más cree uno conocerlos de oídas, tanto más nuevos, inesperados, e inéditos resultan al leerlos de verdad. Ejemplos sobran, pero lo mejor es que cada quien forme su propia biblioteca de clásicos y la vaya alimentando a medida que pasa el tiempo. Por lo pronto, como excelentes argumentos a favor de ellos, aquí va la lista de Calvino:

I. Los clásicos son esos libros de los cuales se suele oír decir: «Estoy releyendo…» y nunca «Estoy leyendo …».

II. Se llama clásicos a los libros que constituyen una riqueza para quien los ha leído y amado, pero que constituyen una riqueza no menor para quien se reserva la suerte de leerlos por primera vez en las mejores condiciones para saborearlos.

III. Los clásicos son libros que ejercen una influencia particular ya sea cuando se imponen por inolvidables, ya sea cuando se esconden en los pliegues de la memoria mimetizándose con el inconsciente colectivo o individual.

IV. Toda relectura de un clásico es una lectura de descubrimiento como la primera.

V. Toda lectura de un clásico es en realidad una relectura.

VI. Un clásico es un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir.

VII. Los clásicos son esos libros que nos llegan trayendo impresa la huella de las lecturas que han precedido a la nuestra, y tras de sí la huella que han dejado en la cultura o en las culturas que han atravesado (o más sencillamente, en el lenguaje o en las costumbres).

VIII. Un clásico es una obra que suscita un incesante polvillo de discursos críticos, pero que la obra se sacude continuamente de encima.

IX. Los clásicos son libros que cuanto más cree uno conocerlos de oídas, tanto más nuevos, inesperados, inéditos resultan al leerlos de verdad.

X. Llámase clásico a un libro que se configura como equivalente del universo, a semejanza de los antiguos talismanes.

XI. Tu clásico es aquel que no puede serte indiferente y que te sirve para definirte a ti mismo en relación y quizás en contraste con él.

XII. Un clásico es un libro que está antes que otros clásicos; pero quien haya leído primero los otros y después lee aquél, reconoce en seguida su lugar en la genealogía.

XIII. Es clásico lo que tiende a relegar la actualidad a categoría de ruido de fondo, pero al mismo tiempo no puede prescindir de ese ruido de fondo.

XIV. Es clásico lo que persiste como ruido de fondo incluso allí donde la actualidad más incompatible se impone.

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Pedro Páramo. Juan Rulfo

Hace poco tiempo escribí un post al que llamé Elogio de la relectura, y hace unos pocos días, Danioska escribió, a su vez, un post sobre Juan Rulfo (tarde me di cuenta de la fecha y del comentario sobre el luto, Danioska. Todavía salgo a la calle con anteojos oscuros y una gorra calada hasta las cejas) y sentí unos impostergables deseos de volver a leer Pedro Páramo. El problema era que mi ejemplar de esa novela estaba en algún lado imposible de precisar así que, haciendo caso al consejo de Serrat (vencer la tentación / sucumbiendo de lleno en sus brazos) fui y compré un nuevo ejemplar.

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Por supuesto que no voy a hablar de la novela en sí misma; jamás me atrevería a tal cosa. Lejos me encuentro de analizar a una de las cumbres de la narrativa latinoamericana y además ya hay mucho material en la red escrito por  personas capacitadas para ello. Sólo quiero dejar aquí la primera cita de aquel post sobre la relectura; porque al terminar de leer Pedro Páramo fue una de las primeras ideas que vino a mi mente mientras caminaba por el patio fumando un cigarrillo (costumbre que he tomado cunado quiero pensar en algo y que nada me distraiga). Las palabras son de Ítalo Calvino y pertenecen a su ensayo Por qué leer a los clásicos:

«En la vida adulta debería haber un tiempo dedicado a repetir las lecturas más importantes de la juventud». Y esto porque «las lecturas de juventud pueden ser poco provechosas por impaciencia, distracción, inexperiencia en cuanto a las instrucciones de uso, inexperiencia de la vida». Luego concluía: «Toda relectura de un clásico es una lectura de descubrimiento como la primera».

Una segunda idea, mucho más caprichosa, si se quiere, pero que cobró una fuerza similar, fue la de que es imprescindible leer más autores de nuestra lengua. Con la excepción del libro de Marilyn Monroe con el que abrí el años, el resto de los que he leído han sido de autores latinoamericanos, así que tal vez… pero ustedes saben cómo son estas cosas. La pila de libros que uno ya tiene preparada a veces nos da órdenes difíciles de incumplir y uno termina haciéndole caso, otra vez, a Serrat.