La calma como revolución

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No sé a quién pertenece la cita siguiente; recuerdo que la copié de un video, pero no copié el nombre del autor o de quien lo dijo en su momento. Sea como fuere, aquí lo dejo porque vale la pena y porque, más allá de quien sea su autor, estoy seguro de que lo que quisiera sería que sus palabras lleguen a la mayor cantidad posible de lectores. Aquí, entonces, esta cita (por ahora) anónima:

«El mundo está diseñado para que constantemente nos sintamos deprimidos. La felicidad no es muy buena para la economía. Si fuéramos felices con lo que tenemos ¿para qué necesitaríamos más? Entonces, ¿cómo hacer para vender una crema antiarrugas? Pues haces que la gente tenga miedo a envejecer. ¿Cómo se logra que las personas voten por determinado partido político? Haces que tengan miedo, por ejemplo, de los inmigrantes. ¿Cómo haces para que la gente compre seguros? Haces que tengan miedo de todo. ¿Cómo haces para que se sometan a cirugía plástica? Destacas sus flaquezas físicas. ¿Cómo haces para que la gente vea determinado programa de televisión? Haces que se sientan pena por habérselo perdido. ¿Cómo haces para que compren el nuevo modelo de smartphone? Haces que se sientan que están siendo relegados.

Estar en calma se convierte en un acto revolucionario. Estar feliz con nuestra existencia sin actualizaciones constantes. Sentirnos cómodos con nuestra desordenada —pero nuestra— humanidad, no es algo bueno para los negocios».

Hay veces en que el acto más revolucionario es, simplemente, saber decir «No» a tiempo.

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Galileo y Miguel Ángel van de compras

La historia recorta aquí y allá la vida de los personajes que trata y nos los presenta como seres casi inmateriales, como si hubiesen aparecido en el planeta para llevar a cabo una obra determinada y nada más que esa actividad hubiese sido todo su ser. Tonteando por este infinito que es la red me topé con una página que, al igual que la historia de amor de Alexander Pope que hace poco dejé por aquí, me acercó a una de esas personas que tengo ahí, en un pedestal de admiración, respeto y hasta me atrevería a decir —sin temor a exagerar ni una pizca— que también de afecto, porque sí, uno también siente cercanas a esas personas a las que tanto admira por una razón u otra. Lo que encontré, en definitiva, fue esto:

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Esta vez no se trata de una carta de amor ni nada por el estilo. Esto es más sencillo y prosaico: una lista detallada de implementos para un experimento de óptica escrita de puño y letra por Galileo Galilei. Lo que me gustó fue que, incluida en esa lista de lentes y aparatos diversos se detallan productos como arroz, pimienta y azúcar. Sin duda, una breve lista de compras de Galileo, igual que la que hace cualquiera de nosotros para no olvidar lo que debemos traer del mercado.

Buscando más información (sobre todo para verificar que esos datos fueran ciertos, lo cual es, por supuesto. El original se haya en el Museo de Ciencia de Florencia, Italia), encontré otra lista más. Ésta del enorme Michelangelo o Miguel Ángel, para los amigos.

Michelangelo´s list

Ésta última página formó parte de la exhibición “Michelangelo: Sacred and Profane, Master Drawings from the Casa Buonarroti” del Boston Museum of Fine Arts durante al año 2013. Miguel Ángel, además, ilustró su lista de «arenques, tortelli, dos sopas de hinojo, cuatro anchoas y ‘un pequeño cuarto de un vino áspero'» con encantadores dibujos a tinta. Nada de todo esto va a cambiar la historia del mundo, lo sé; pero estas pequeñas cosas son las que me arrancan una sonrisa que me dura todo el fin de semana. Espero que a ustedes también.