¡Se va la segunda! (expresión propia de folclore argentino usada en música, con la cual se avisa a los músicos que se vuelve al tema original). No conocía a Fernand Cormon hasta hace dos días, y es posible que lo hubiese pasado por alto de no haber sido por la notable pintura que dejo aquí debajo. Caín vagando por el desierto seguido por sus descendientes es la imagen más triste y patética que he visto en los últimos tiempos. Leí a Baudelaire en mi adolescencia, lo que significa «hace mucho tiempo»; pero hace muy pocos días encontré un ejemplar de Las flores del mal en casa de una amiga y leí en voz alta algunos de mis poemas preferidos de ese libro; entre ellos Caín y Abel (y Letanías de Satán, otro altamente recomendable). Recordé también al Caín de Saramago y la Milonga de los hermanos, de Borges; pero sobre todo éste último poema trata más del asesinato que de la maldición en sí, así que no era del todo adecuado para acompañar a esa pintura sorprendente. Entonces, aquí quedan Cormon y Baudelaire (ya lanzado con esto de las casualidades, voy a buscar información adicional y veo que ambos nacieron y murieron en París, Francia. Cuando Cormon nació Baudelaire contaba con veinticuatro años. No es imporbable que el segundo haya influido en el primero y que, incluso, se hayan encontrado en alguno de los tradicionales cafés parisinos de la época. Ya me picó la curiosidad, veré si encuentro algo más al respecto). Perdón, me repito: aquí quedan, entonces, Cormon y Baudelaire, espero que los disfruten tanto como lo hice yo. (Nota: para ver la imagen en mayor tamaño pueden abrirla en pestaña aparte o hacer clic sobre ella. Vale la pena. El poema está escrito originalmente en dísticos, pero no sé por qué el formato preestablecido no respeta los espacios. Debería leerse, para apreciarlo mejor, haciendo una breve pausa cada dos versos).
Fernand Cormon, Cain Flying Before Jehovaa´s Curse
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Caín y Abel
I
Raza de Abel, traga y dormita;
Dios te sonríe complacido
Raza de Caín, en el fango
Cae y miserablemente muere.
Raza de Abel, tu sacrificio
¡Le huele bien al Serafín!
Raza de Caín, tu suplicio
¿Tendrá un final alguna vez?
Raza de Abel, mira tus siembras
y tus rebaños prosperar;
Raza de Caín, tus entrañas
Aúllan hambrientas como un can.
Raza de Abel, caldea tu vientre
Junto a la lumbre patriarcal;
Raza de Caín, en tu antro,
Pobre chacal, ¡tiembla de frío!
Raza de Abel, ¡ama y pulula!
Tu oro también produce hijos;
Raza de Caín, corazón ígneo,
Cuídate de esos apetitos.
Raza de Abel, creces y engordas
¡Como chinche en la madera!
Raza de Caín, por los caminos,
Lleva a tu gente temerosa.
II
¡Ah, raza de Abel, tu carroña
Abonará el humeante suelo!
Raza de Caín, tu tarea
Todavía no la cumpliste;
Raza de Abel, mira tu oprobio:
¡El chuzo al hierro venció!
Raza de Caín, sube al cielo,
¡Y arroja a Dios sobre la tierra!
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Caherles Baudelaire