A veces parece que los políticos no saben leer la historia o que hacen caso omiso de ella. Eso no es cierto, claro; en líneas generales los políticos saben bien lo que hacen y por qué lo hacen; sólo es que no les conviene recordar a este o a aquel político anterior que dijo aquellas cosas tan incómodas y que incluyen términos como igualdad, humanidad, justicia, etc.
Un ejemplo es el de Franklin Delano Roosevelt; quien dijo aquello de «La prueba de nuestro progreso no es si añadimos más a la abundancia de aquellos que tienen mucho; es si proporcionamos suficiente a aquellos que tienen demasiado poco».
¿Se imaginan a Trump leyendo estas palabras? Trump y muchos otros de diversas latitudes para quienes, si bien Roosevelt no fue un antecesor directo, no pueden decir que esas palabras no les caigan como anillo al dedo, según el saber popular.
Y si algún político contemporáneo quisiera argumentar al respecto con posturas neoliberales o alguna patraña similar, no estaría mal recordarle esas otras palabras del mismo Roosevelt que también tienen forma circular; es decir de anillo más que adecuado para el dedo de la dama o del caballero:
«Aquellos que tratan de establecer sistemas de gobierno basados en la reglamentación de todos los seres humanos por un puñado de gobernantes individuales… llaman a esto un “nuevo orden”. Pues no es nuevo y no es orden».