Indignarse es fashion

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Leo, en el número de ayer de la revista Ñ, un breve artículo que hace referencia a la imagen que inicia este post: «Cuando uno se entera de reacciones como las que produjo en Estados Unidos la aparición de una simple remera con la palabra “depression” estampada, puede creer que la gente extraña la presencia del Gran Hermano.» […] «Las protestas masivas del público en Twitter y demás redes sociales sostenían que Urban Outfitters trataba de “glamurizar y convertir en moda una enfermedad mental”. Hablamos de Estados Unidos, donde el Prozac, más que un antidepresivo, es un concepto omnipresente en la cultura y el léxico cotidiano. Prozac es una palabra común en el cine, en la literatura, en la televisión estadounidense.»

Poc0s conceptos me parecen tan ridículos y perniciosos como el de lo políticamente correcto. Y esa manía moderna de ofenderse o indignarse por cualquier cosa —hija directa y legítima de lo políticamente correcto—ya está inmersa en el ridículo más pleno y absoluto. Les dejo dos puntos de vista diferentes sobre el tema de la indignación y de la ofensa. El primero de ellos pertenece al programa de radio La venganza será terrible, conducido por Alejandro Dolina:

El segundo es de una exposición de Richard Dawkins en la Universidad de Berkeley. Lamentablemente, no conseguí ninguna versión con subtítulos; pero de todos modos, para aquellos que no comprendan inglés, un vistazo a los primeros minutos les dará una idea de los argumentos generales de Dawkins.

 

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