Correo literario, Wislawa Szymborska

 

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Acaba de llegar a mis manos un breve volumen que contiene las críticas literarias que Wislawa Szymborska escribió a lo largo de casi veintiún años en el semanario Życie literackie (Vida literaria), de su natal Polonia. Muchos saben que con respecto a Szymborska y su poesía siempre digo lo mismo: es la mejor de todas (y hasta ahora nada ha aparecido como para que cambie mi parecer al respecto). Algo de su fina ironía pude ver al leer algunos de sus reportajes y su discurso en la recepción del Premio Nobel; pero nada como este volumen. Por momentos me encontré riendo abierta y francamente ante las respuestas que Szymborska da a los escritores que enviaban sus trabajos para ser considerados para su publicación (nada sabemos de esos textos, sólo podemos acceder a la crítica que de ellos se hace. De todos modos, también puede ser parte del juego el pensar en qué podrían haberle mandado a esa revista a lo largo de todo ese tiempo). Les compartiré algunas de esas críticas, a modo de ejemplo.

 

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Portada de Correo Liteario y portada de el semanario Życie literackie (Vida literaria)

 

G.O. Es verdad que Nerón tenía un carácter nauseabundo, que se entregaba al libertinaje y a la grafomanía, pero que comiera patatas fritas es algo de lo que no se le puede acusar. A pesar de que patata rima muy bien con fogata.

Ludomir, Olsztyn. Por los poemas que nos envía, hemos llegado a la conclusión de que está usted enamorado. Alguien dijo que todos los enamorados son poetas. pero probablemente es una exageración. Le deseamos todo tipo de éxitos en su vida personal.

Welur, Chelm. «Díganme si mi prosa revela talento». Sí, revela. Pero por suerte para usted todavía sin consecuencias penales.

L.W., Cracovia. Nos dedicamos a valorar los poemas de amor, pero no damos consejos en cuestiones del corazón. En privado, por qué no, pero en esta columna tenemos que defender los intereses de la poesía, que resulta que florece mejor en un terreno de sentimientos mal depositados y en un ambiente de cierta incomodidad psíquica. En pocas palabras, si quueremos leer buenos poemas, insistimos en al menos un desengaño amoroso por cabeza. un verdadero talento sabrá qué hacer con él. Cordiales saludos.

Pegaz, Niepolomice. Pregunta usted si la vida tiene algún balor. El diccionario de ortograía contesta que no.

Meri, Cracovia. La descripción de la sesión espiritista ganaría seguramente se si hubiera compadecido usted mínimamente de los destinos de los espíritus célebres. Sócrates, invocado desde el más allá para que doña Zofia pueda enterarse de a qué números jugar en la lotería, despierta más bien compasión y suscita una trascendental reflexión sobre si realmente merece la pena ser Sócrates cuando los vivos son incapaces de rendirle el debido respeto. ¡menos mal que los espíritus no existen! De lo contrario, sería imprescindible publicar urgentemente un manual metafísico de buenos modales.

«Homo», Trzebinia. Pregunta usted qué opinión tenemos sobre Homero. hasta ahora, la mejor posible. ¿Por? ¿Ha pasado algo?

Roland, voivodia de Lublin. La cuestión del sinsentido de la vida es difícilmente desarrollable con la rima «lucha-babucha». Mejor explicarla por señas.

Baska. «Mi novio dice que soy demasiado guapa para escribir buena poesía. ¿Qué piensan de los poemas que adjnuto? Creemos que es usted, efectivamente, una chica muy guapa».

Tomasz K., Chelm, regióon de Lublin. «He escrito por casualidad veinte poemas. Me gustaría verlos publicados»… Desgraciadamente, tenía razón el gran Pasteur cuando dijo que el azar favorecía a los espíritus preparados. Las musas le pillaron a usted en paños menores, espiritualmente hablando.

Leo W., Gdansk. Apreciamos las novelas con digresiones, sobre todo si son digresiones filosóficas. Y más todavía si quien las hace es «un científico de endiablado talento», com define usted a su personaje principal. Desgraciadamente, el peso específfico de esas digresiones es más bien nulo. Lo peor es que ese científico tiene en su cabeza un patético galimatías. Corregimos sólo aquello que puede explicarse con frases cortas: 1) Carlos Linneo no era romano, era sueco; 2) la filosofía de Epicuro no tiene nada que ver con el epicureísmo en el sentido coloquial del término; otra persona quizá no, pero un intelectual ambicioso debería saberlo casi antes de nacer; 3) Ptolomeo no era un cretino, sino un sabio que se equivocó. Como es apenas el inicio de la novela, que abundará, seguramente, en más divagaciones, le indicamos amablemente que entre la filosofía de Descartes y la ideología de Cartesius no hay grandes divergencias. Se lo decimos sólo por si acaso.

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Como bien se señala como subtítulo de este ejemplar de Editorial Nórdica, estos breves comentarios bien pueden ser un Correo literario o cómo llegar a ser (o no llegar a ser) escritor. No pocas veces lo que dice Szymborska nos impulsa a tomar una hoja en blanco y ponernos a escribir; y varias otras nos hacen pensar que mejor sería dedicarnos a otra cosa. A pesar de los años, de la distancia temporal y del desconocimiento de la obra de la que se habla, los consejos literarios a veces pueden aplicarse con independencia de quién esté hablando o de quién esté leyendo.

Esperemos, al menos, no ser dignos de comentarios como los que dejé más arriba. Creo que con eso ya podríamos darnos por satisfechos.

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La ironía, esa incomprendida

 

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Hace poco, y a raíz de un comentario algo irónico de mi parte, un amigo me dijo que ser irónico era, de alguna manera, ser violento con el interlocutor o con el objeto de la ironía. Yo defendí a la ironía considerando que mi amigo la confundía con el sarcasmo. Hoy encuentro un texto de Søren Kierkegaard que me permite seguir defendiendo a la ironía despojándola de todo carácter negativo. Dejaré el comentario al final, porque antes quisiera hacer una distinción precisa:

Para empezar, veamos qué dice la inevitable (no sé por qué) Real Academia Española al respecto:

Ironía: “Figura retórica que consiste en dar a entender lo contrario de lo que se dice.”

Sarcasmo: “Burla sangrienta, ironía mordaz y cruel con que se ofende o maltrata a alguien o algo.”

Bien, ahí está la madre del borrego: la similitud entre ambos conceptos se debe a que el sarcasmo es un tipo de ironía, por lo que en ambas figuras se da a entender algo diferente a lo que en realidad se está diciendo. Sin embargo, hay una diferencia en cuanto a la finalidad: el sarcasmo se usa con la intención de herir los sentimientos de alguien.

Veamos el siguiente cuadro:

 

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Y aquí dejo el cometario del que hablé al principio, el cual propone un estadio más amplio de la ironía:

En su ensayo El concepto de la ironía, Kierkegaard coloca a este concepto en un estadio intermedio entre la estética y la ética. Para él, quienquiera que se distingua por poseer un juicio auténticamente ético respecto al mundo es irónico todo el tiempo y no sólo de vez en cuando y en una determinada situación. Quien así se conduzca estará listo para la vida misma, la cual será permanente objeto de su inteligente y regocijado menosprecio. Así como una verdadera presencia irónica nunca utiliza su intrínseco recurso simplemente para ser aplaudido momentáneamente, la ironía ética vuelta estética acaba por surgir en todo momento.

Como se ve, la ironía es un recurso maravilloso para destacar fragmentos de una historia o para darle sabor a un momento. El sarcasmo también lo es, pero hay que saber usarlo con mucha más precisión y sutileza; pero eso quedará para otra ocasión.

Respuestas mordaces

Allá, en mis tiempos de adolescencia (sí, cuando recién se había inventado la escritura, el plato del día era, generalmente, mamut a las brasas y el arco iris salía en blanco y negro), tenía un amigo con el que solíamos «coleccionar» respuestas irónicas, mordaces, rápidas a preguntas a veces tontas, a veces malintencionadas; pero siempre brillantes. El problema que teníamos en aquella era pre-internet era que hallar las fuentes que certificaran que esas respuestas habían sido tomadas de la realidad era muy difícil. el problema, ahora, se resuelve en parte, porque como todos bien sabemos, internet no es, tampoco, una fuente cien por ciento fiable. Pero algunas precisiones se encuentran, como me ha ocurrido a mí hace un par de días. Ello me recordó aquellos días en que al vernos con Ricardo a veces, inmediatamente después de saludarnos, uno decía «tengo una nueva», lo que ya se había transformado en un código que indicaba un nuevo hallazgo. Algunos ejemplos de los que he podido saber, con certeza, que ocurrieron:

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El presentador de TV Joe Pyne fue un héroe de la segunda guerra que perdió una pierna en batalla. Tenía una pierna de madera. El músico Frank Zappa fue un invitado a su programa cuando Frank llevaba el pelo largo. La siguiente fue parte de la conversación: Joe Pyne: «Así que supongo que su pelo largo lo convierte en algo así como una mujer.» A lo que respondió Frank Zappa: «Así que supongo que su pierna de madera lo convierte en algo así como una mesa.»

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El 30º  Presidente de los Estados Unidos, Calvin Coolidge, no fue apodado «El silencioso Cal» a cambio de nada. Era muy conocido por ser un hombre de pocas palabras. En una cena, se encontraba sentado al lado de la poeta y escritora satírica Dorothy Parker, ésta se dirigió al presidente y le dijo: «Mr. Coolidge, he hecho una apuesta en contra de un hombre que dijo que era imposible conseguir más de dos palabras de usted.» Coolidge respondió: «Usted pierde». Cuando Coolidge murió en 1933, Dorothy Parker comentó: «¿Cómo hacía para comunicarse?»

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El ingenio y el sentido del humor no se utilizan normalmente para describir pontífices. Sin embargo, el Papa Juan XXIII tenía, se dice, un rico sentido del humor y cuando un periodista le preguntó: «¿Cuántas personas trabajan en el Vaticano?» El Papa respondió: «Alrededor de la mitad».

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El líder del movimiento de independencia de la India hizo una visita a Inglaterra en 1931. Mientras estaba allí, un reportero gritó: «¿Qué piensa usted de la civilización occidental?» Gandhi al instante respondió: «Creo que sería una buena idea».

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Lady Nancy Astor: «Winston, si usted fuera mi marido, le pondría veneno en su café.»

Winston Churchill: «Nancy, si fueras mi esposa, me lo bebería hasta la última gota.»

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Durante el comienzo de la filmación del drama «Lifeboat», la actriz Mary Anderson le preguntó Hitchcock: «¿Cuál es mi mejor lado señor Hitchcock?» Hitchcock respondió secamente: «Estás sentado en él, querida.»

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La autora Clare Boothe Luce y la poeta Dorothy Parker mantuvieron una áspera disputa durante largo tiempo; cierto día la señora Luce sostuvo la puerta abierta, le cedió el paso a la Sra. Parker y dijo: «La edad antes que la belleza.» Dorothy Parker atravesó la puerta mirando al frente y, al pasar, dijo: «Las perlas ante que los cerdos».

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Bessie Braddock: «Winston, usted está borracho; y es más, usted está asquerosamente borracho.»

Winston Churchill: «Bessie, querida, eres fea, y es más, eres asquerosamente fea. Pero mañana yo estaré sobrio y tú seguirás siendo asquerosamente fea».

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Bien, antes de que las mujeres se me tiren a la yugular tratando de clavarme cualquier cuchillo que tengan a mano, les aclaro que pienso como ustedes. Sin duda, Winston Churchill era un cerdo. Pero hay que reconocer que era un cerdo inteligente. Por cierto, las mejores respuestas han quedado fuera de este breve catálogo porque son, precisamente, las que no pude probar. Hay una particular que me agrada mucho y si alguno de ustedes sabe algo al respecto, le agradecería que me lo hiciera saber. La historia es la siguiente: Cuando los alemanes invaden España durante la segunda guerra, encuentran el Guernica y lo mandan a buscar a Picasso. Cuando éste llega el oficial alemán le pregunta: «¿Usted hizo esto?» A lo que Picasso responde: «Yo no, ustedes». Nada me gustaría más saber que esta historia es verdadera.

 

Ironías de la vida

Una imagen vale más que mil palabras, se dice por ahí; pero estoy algo más de acuerdo con Isaac Asimov (que vaya alguien a buscar la cita, yo ni pienso meterme en los más de cuatrocientos volúmenes que escribió el ruso/americano) cuando él dice que eso está lejos de ser verdad. ¿Cómo traducir —Dijo al fin— el monólogo de Hamlet en imágenes? Como amante de las palabras le doy la razón al prolífico escritor; pero (siempre hay uno), a veces ciertas imágenes nos dejan, literalmente, sin palabras. Dividamos aguas, digamos que ambas expresiones tienen sus valores intrínsecos y que muchas, muchísimas veces trabajan muy bien en conjunto.

Ahora, cuando uno se encuentra con imágenes como éstas, ¿Qué hace? ¿Ríe, se asombra, duda, piensa en lo que ocurrió antes y, sobre todo lo que ocurrió después? Quizá uno pase por todas esas faces, en algún orden determinado por cada personalidad.

Klu-Klux-Klan

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Las ironías de mi padre.

Como es público y notorio, no hace falta decir que Jorge Luis Borges ha sido uno de mis más fieles compañeros a lo largo de mi vida. Alguna vez he dicho, en una cena familiar -y para asombro u horror de algunos de los presentes- que Borges era mi padre putativo (mi verdadero padre murió cuando yo tenía siete años) y algo de verdad había en aquella frase. Aprendí a pensar con Don Jorge Luis; aprendí a leer; aprendí a pensar (dicho esto con toda modestia). También ha habido otros, por supuesto; pero ello también fue debido a las enseñanzas de él, a su insistencia de llevar siempre un libro con uno y sacar el mejor provecho de sus páginas.

No voy a analizar ninguno de sus textos aquí ni nada demasiado complejo. Sólo es que recibí un correo con algunas de sus memorables ironías -la cual manejaba con maestría inigualable- y pensé que era una buena manera de compartir el mejor humor de alguien a quien muchos desconocen o al que solo han accedido a sus textos publicados y no a sus anécdotas. Vamos por ellas.

♦Una pregunta repetida es si todo lo que escribo lo hago primero en inglés y luego lo traduzco al español. Yo les digo que sí, que, por ejemplo, los versos: «Siempre el coraje es mejor, / nunca la esperanza es vana, / vaya pues esta milonga, / para Jacinto Chiclana» se ve en seguida que han sido pensados en inglés; se notan, inclusive, las vacilaciones del traductor.

♦Cuando muere la madre de Borges, doña Leonor Acevedo, a los noventa y nueve años, llevaba ya tiempo tullida y postrada en la cama. Sus ayes se oían por toda la casa. Una persona sin imaginación, al darle el pésame a Borges, le dijo que era una pena que no hubiera podido llegar a los cien años. Y entonces Borges le contestó: «Me parece que usted exagera los encantos del sistema decimal».

♦Borges espera el ascensor en la Biblioteca Nacional. Después de un largo rato, impaciente, le dice a la persona que lo acompañaba: «¿No prefiere que subamos por la escalera, que ya está totalmente inventada?»

♦Bioy Casares: Qué incómodo esto de no ver sin anteojos.
Borges: Qué incómodo esto de no ver con anteojos.

♦Durante la dictadura militar alguien le comenta a Borges que el general Galtieri, presidente de la República en ese momento, ha confesado que una de sus mayores ambiciones es seguir el camino de Perón y parecerse a él.

– ¡Caramba! -interrumpe Borges- es imposible imaginarse una aspiración más modesta.

♦Borges firma ejemplares en una librería del centro.

Un joven se acerca con Ficciones y le dice:.
– ”Maestro, usted es inmortal”. Borges le contesta:.
– Vamos, hombre. No hay por que ser tan pesimista.

♦En una entrevista, en Roma, un periodista trataba de poner en aprietos a Jorge Luis Borges. Como no lo lograba, finalmente probó con algo que le pareció más provocativo:.

– ¿En su país todavía hay caníbales?.
– Ya no -contestó aquél-, nos los comimos a todos.

♦En la pausa de un acto cultural, el novelista Oscar Hermes Villordo acompañó a Borges al baño, situado en un primer piso al que se llegaba por una empinada escalera de madera.

Cuando volvían, Villordo notó que Borges descendía los escalones demasiado rápido y, temiendo lo peor, le preguntó:.
¿No deberíamos ir más despacio?.
– Pero no soy yo -aclaró Borges-, es Newton.

 

♦En Maipú y Tucumán, un grupo de adictos a Isabel Perón descubre a Borges y lo sigue unos metros, insultándolo. Al ingresar a su casa, un periodista le pregunta cómo se siente.

– Medio desorientado -manifiesta-.
Se me acercó una mujer vociferando: ¡Inculto! ¡Ignorante!.

♦Un joven poeta se acerca a Borges en la calle. Deja en manos del escritor su primer libro.
Borges agradece y le pregunta cuál es el título.
“Con la patria adentro”, responde el joven.
– Pero qué incomodidad, amigo, qué incomodidad.

♦Una mañana de octubre de 1967, Borges está al frente de su clase de literatura inglesa.
Un estudiante entra y lo interrumpe para anunciar la muerte del Che Guevara y la inmediata suspensión de las clases para rendirle un homenaje.
Borges contesta que el homenaje seguramente puede esperar.
Clima tenso…
El estudiante insiste: Tiene que ser ahora y usted se va.
Borges no se resigna y grita:.
– No me voy nada. Y si usted es tan guapo, venga a sacarme del escritorio.
El estudiante amenaza con cortar la luz.
– He tomado la precaución -retruca Borges- de ser ciego esperando este momento.

♦A principios de la década de los setenta, el escritor y psicoanalista Germán García invita a la Argentina a Daniel Sibony, matemático y psicoanalista francés.
Sibony quiere conocer a Borges.
Al encontrarse, el francés le pregunta en qué idioma desea hablar.
– Hablemos en francés, propone Borges, y justifica:.
Dicen que la lengua francesa es tan perfecta que no necesita escritores. A la inversa, dicen que el castellano es una lengua que se desespera de su propia debilidad y necesita producir cada tanto un Góngora, un Quevedo, un Cervantes.