Tres visiones sobre la soledad

Soledad 03

Desde hace un tiempo se ha puesto de moda hablar de la soledad y de los beneficios que en ella se encuentran. En general, lo que he leído no es más que lo que habitualmente estamos obligados a ver y leer; es decir, ideas correctas, pero malinterpretadas por las nuevas generaciones; que son las que hacen del egoísmo un estandarte y del yo una moneda corriente sin ningún valor.

La soledad, bien entendida, implica compañía propia y ajena; pero ésta última bajo ciertas condiciones de calidad y, por supuesto, de temporalidad. En cualquier biografía de cualquiera de los grandes filósofos podremos encontrar que todos ellos hacen una defensa de la soledad como bien en sí; pero nunca llegando a la tontería de hoy, donde sólo se busca la soledad para no compartir lo que se tiene (sea mucho o poco) y nada más. Veamos tres visiones (versiones, si quieren, pero yo no lo veo así; para mí los tres autores que citaré hablan de lo mismo) sobre la soledad.

SoledadComenzamos con Herman Hesse, quien nos dice: «Todo individuo debe alguna vez dar el paso que le aleja de su padre, de sus maestros; todo individuo debe experimentar algo de la dureza de la soledad, si bien la mayoría de las personas poseen poca capacidad de aguante y vuelven pronto al refugio».

Al grano: la soledad como madurez. La soledad como principio ordenatorio de una responsabilidad personal que incluirá, por supuesto, a los seres queridos. La soledad como señal de espíritu libre. Lo contrario, por supuesto, no es más que infantilismo llevado hasta sus últimas consecuencias.

Luego tenemos a Víctor Bravo, quien nos dice: «La lectura, tal como la conocemos, está ligada a la soledad y al silencio. En un texto juvenil, María Zambrano dice algunas cosas sobre la escritura que pueden aplicarse, punto por punto, a la lectura. Escribir, dice Zambrano, «es defender la soledad en que se está». Leer, podríamos añadir nosotros, como un eco, también es defender la soledad en que se está. Una soledad, sin embargo, que es compañía, una cierta forma de la compañía, una extraña modalidad de la amistad. Y leer es también defender un cierto silencio. Pero un silencio que es comunicación, una cierta forma de comunicación. Esa que se da cuando cambia nuestra relación cotidiana con las palabras, cuando pasamos de hablar demasiado y de escuchar sin atención, a atender al lenguaje mismo en su máxima pureza y en toda su gratuidad».

Soledad 04El párrafo anterior no requiere mayor explicación. De todos modos, hay oraciones que no puedo dejar de repetir por certeras, por bellas, por verdaderas: «Un silencio que es comunicación» o el exquisito final de la frase: «Esa que se da cuando cambia nuestra relación cotidiana con las palabras, cuando pasamos de hablar demasiado y de escuchar sin atención, a atender al lenguaje mismo en su máxima pureza y en toda su gratuidad». ¿Puede decirse mejor? Es muy difícil, sin duda alguna. Pero si alguien lo hizo fue, como siempre, Friedrich Nietzsche cuando, como acostumbraba hacer, sintetizaba todo en unas pocas palabras: «Mi soledad no depende de la presencia o ausencia de gente; por el contrario, detesto a los que roban mi soledad sin a cambio ofrecerme verdadera compañía».

La soledad bien entendida, entonces, es creativa, compartida, rica, fortalecedora. Nada que ver con la «soledad» que pretenden los modernos; la cual no es más que el egoísmo y el miedo de ni siquiera atreverse a ser algo por sí mismos. Bienvenidas sean, entonces, las compañías enriquecedoras y los momentos de profunda y bella soledad.

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Filosofías erróneas II

 

perfección (2)

 

Para terminar con lo que comencé ayer, ahora le toca a una señora. Esto no se trata de equivalencias de género ni nada por el estilo, sólo es que hace poco vi un video que me llamó la atención y, uniendo esto y aquello, terminé escribiendo estas dos entradas.

Bien. La señora en cuestión se llama Ashley Graham y es lo que se conoce como una plus model; es decir, una modelo con un cuerpo más exuberante que las anoréxicas de costumbre. En el video, la señora Graham le está hablando a un grupo de estudiantes femeninas en vaya a saber uno qué escuela norteamericana; y el hecho de que fuera en un sitio como ese que dijera lo que voy a destacar a continuación es lo que me impulsó a escribir lo siguiente, ya que si fuera algo privado todo no pasaría de ser una tontería personal, a lo cual cada uno tiene derecho.

Ashley Graham comienza diciendo: «Estoy aquí paraperfección (3) ayudarles a entender que la verdadera belleza es estar bien con quien eres, y estar bien con lo que eres es un acto revolucionario, chicas». Y ya empezamos mal, claro. Sé que a lo que la señora Graham apunta es a lo meramente superficial, es decir, al aspecto exterior de las personas, pero yo lo voy a tomar en todo el amplio sentido de la frase, porque lo que dijo así puede (y debe) ser interpretado. Esa filosofía es errónea por donde se la mire (además de que Graham miente, pero eso lo voy a tratar después): para llevar el asunto a su máxima expresión y terminarlo de un solo golpe, vamos a reducirlo al absurdo. Si alguien debe estar conforme con lo que es (hasta el punto de ser revolucionario), no hay nada que esa persona pueda mejorar. Pero desde el momento en que la perfección no existe, todos podemos (y debemos) mejorar lo que somos. En síntesis: lo que dice Graham es un error, y mucho más cuando se lo dice a un grupo nutrido de estudiantes. La realidad es otra y lo que debería decir es lo contrario: «Las cosas no son fáciles, debes luchar por conseguir tus objetivos, mejorar, estudiar, practicar, entrenar… lo que sea. Pero debes trabajar en ello. Conformarte es el primer paso para ser uno más de la manada». Pero no, nada de eso. Sólo confórmate y serás feliz.

Por cierto, unos minutos después esta mujer cuenta la anécdota de su primer novio (Craig), el cual la dejó por considerarla algo gordita. Ella dice «¿Saben qué, chicas? Craig era un perdedor» para después hablar maravillas de su actual esposo, el cual «la acepta como es». He aquí otra falacia de Graham. Si a alguien (Craig) ella no le gusta, es un “perdedor” mientras que si alguien dice lo que ella quiere “es divino”. Claro, así cualquiera…

perfección (1)

Por último, vamos a la mentira de Ashley Graham. En el video se la ve muy bien; ella es una mujer atractiva con un físico bien moldeado pero sí, algo grande. De todos modos lleva la ropa adecuada para acentuar sus encantos al tiempo que esconde sus defectos. Usa maquillaje y un prolijo corte de cabello, el cual está teñido. Todo eso está muy bien, por supuesto. Se la ve estupenda; pero… ¿Y el famoso empoderamiento dónde quedó? ¿Dónde está el «verse bien como eres es revolucionario»?

Todos, en este mundo, nos vestimos, nos bañamos, nos perfumamos y nos comportamos de la mejor manera posible para ser vistos de la mejor manera posible y no deberíamos llamarnos a engaño por ello. Pararse frente a un montón de adolescentes y decirles «Tú no debes hacer nada. Eres perfecto» es el primer paso para crear un montón de engreídos, torpes y groseros adultos que terminarán creyendo que el mundo les debe todo porque ellos son así, «perfectos». Hasta me atrevería a asegurar que ustedes ya conocen a alguno de ellos.