Decir adiós en domingo.

bignozzi16

Ayer por la tarde murió, en Buenos Aires, la poeta Juana Bignozzi, a quien conocí, como la mayoría de los lectores argentinos y de los alrededores, a través del magnífico (y hoy desaparecido) Diario de Poesía. Fue desde allí que se todos nosotros accedimos a esa poeta casi desconocida para las masas y que hubiese merecido mejor suerte desde mucho tiempo antes. De fuertes convicciones ideológicas (a las cuales ella, de manera muy inteligente separa de la política),de temáticas bien definidas “Mis preocupaciones siempre han sido el otro, el afuera, la herencia militante y la transmisión de esa herencia», como dijo alguna vez y gustosa de crear polémicas con sus filosas declaraciones: “yo creo que Juan escribe desde hace años como un discípulo de Gelman” dijo refiriéndose al propio Juan Gelman poco antes de que éste ganara el Premio Cervantes; y desdeñosa con los que llamaba “ghettos” (“cierto feminismo, cierta poesía de izquierda sesentista y nostálgica, tampoco he sido nunca lesbiana…”) Bignozzi se fue sin dejar nada librado al azar, como cunado escribía: dejó explícitamente detallado lo que debía hacerse después de su muerte. Ante todo, pareciera aún decirnos, las cosas como deben ser: en su lugar adecuado.

En otra vida yo miraba desde la ventana de un bar…

en otra vida yo miraba desde la ventana de un bar
cómo la tormenta aplastaba las flores azules contra los cordones
contra las paredes
y por ese momento único de la juventud que dura muy poco
supe que nunca olvidaría esa escena en que nada aparecía
de lo que amaba me interesaba o temía
ni novios ni odios ni otros poetas ni revistas de opinión ni
secretarios de barrio ni amigos imbuidos de una colonizada cultura pavesiana
sólo las flores azules y la lluvia
recuerdo el nombre del pueblo la hora y esa lluvia
que nunca en las décadas que siguieron confundí con alguna otra

De «La ley tu ley» 2000

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Ética contra ética

gelman

Recién hoy pude conseguir mi ejemplar semanal de la revista Ñ. Fue una grata sorpresa encontrar que todo el número está dedicado a Juan Gelman, con quien tengo una deuda pendiente. Esto se suma a mi satisfacción por los tres días de duelo que decretó el gobierno nacional. Así es como debe ser despedido un poeta, al menos con los honores que se merece. Ya lo había dicho el propio Gelman:

Condecoraciones

Condecoraron al señor general,
condecoraron al señor almirante,
al brigadier,  a  mi vecino
el sargento de policía,
y alguna vez condecorarán al poeta
por usar palabras como fuego,
como sol, como esperanza,
entre   tanta   miseria   humana,
tanto dolor
sin ir más lejos.
.
Lo que no dejó de molestarme, y en grado sumo, fue que quienes hoy le rinden un sentido homenaje con un título certero, adecuado, preciso: El poeta del compromiso y la ternura, son los mismos que en su momento apoyaron y dieron cobertura a la peor dictadura que haya sufrido la Argentina, la misma que sufrió Juan Gelman en carne propia (en 1976 Gelman tuvo que exiliarse, ese mismo año su hijo Marcelo, de 20 años de edad y la esposa de éste, María Claudia, de 19 años, embarazada de su primer hijo, fueron secuestrados. Marcelo fue asesinado y desaparecido. María Claudia conservó su vida hasta que dio a luz a una niña, la que fue dada en adopción a una familia pro-gobierno militar, y luego fue asesinada y también desaparecida. En 1990 Juan Gelman pudo recuperar los restos de su hijo, quien fue enterrado en un barril lleno de arena y cemento, y en el año 2000 pudo encontrar a su nieta. De María Claudia, aun hoy, no se sabe nada).
El número que tengo en mis manos de la revista Ñ lo voy a leer con atención y, seguramente, con una mezcla de sensaciones encontradas; pero lo haré porque los editores tuvieron, al menos, el buen gusto de encargar las notas a poetas y escritores como Juana Bignozzi, Elena Poniatowska, José Emilio Pacheco, Jorge Aulicino, o Raúl González Tuñón; pero no olvido (no puedo olvidar, ni quiero) que detrás estuvieron y siguen estando aquellos que fueron cómplices en la tortura, muerte y desaparición de un muchacho de 20 años y de su esposa de 19, junto a otros que suman los 30.000 —tristemente famosos— desaparecidos; personas con nombre y apellido ya de sobra conocidos. Que detrás de esta publicación siguen estando aquellos cuyo único dios es el poder y cuya única ética es la que les dicta el dinero.