Retrato del poeta adolescente

.

.

¿Qué escribíamos cuando teníamos quince años? En general, podríamos decir sin temor a equivocarnos, que escribíamos lo mismo que escriben los muchachos de quince años de hoy, es decir, torpes acercamientos a algo parecido a la poesía, plagado de lugares comunes que podían tener dos aspectos: o ser sencillos versos que ya habían sido escritos millones de veces o, si se pretendía ser o parecer eso que uno pensaba que era «un escritor serio», unos versos incomprensibles, de esos que uno mismo no reconocería o entendería años después. Escribir es algo que se aprende paso a paso y, en términos generales, lleva bastante tiempo hacerlo con corrección (no se habla aquí de perfección porque, como bien se sabe, se puede apuntar a ella, pero nunca dar en el blanco).

Luis Alberto Spinetta escribió lo siguiente a los quince años:

Barro tal vez.

Si no canto lo que siento
me voy a morir por dentro
he de gritarle a los vientos, hasta reventar
aunque solo quede tiempo en mi lugar.

Si quiero me toco el alma
pues mi carne ya no es nada
he de fusionar mi resto con el despertar
aunque se pudra mi boca por callar.

Ya lo estoy queriendo
ya me estoy volviendo canción
barro, tal vez.

Y es que esta es mi corteza
donde el hacha golpeará
donde el río secará para callar.

Ya me apuran los momentos
ya mi sien es un lamento
mi cerebro escupe ya el final del historial
del comienzo que tal vez reemprenderá.

Si quiero me toco el alma…

.

Lo escribió cuando tenía entre catorce y quince años y no sólo hizo eso, sino que además le puso música. El tema es una zamba, pero no clásica, sino que modificaba los acordes iniciales, dándole así un toque absolutamente personal. Se trata de una zamba con aire de rock iniciada con una combinación de acordes re menor-sol mayor, que rompe la forma de zamba en mitad del estribillo, justamente para pronunciar el título de la canción, «barro tal vez». Durante toda la canción se escucha un fondo de grillos, perfectamente audibles al inicio, debido a que el tema fue grabado en el jardín de su casa, por la noche.​ Spinetta hace una referencia a esto en uno de los textos del sobre interior del disco, donde dice «los grillos y las ranas en múltiples estéreos para la zamba final».

Quince años, che… no hay derecho…

Anuncio publicitario

Libélulas rojas.

3078689273_7559122cc6_z

Mi querida Claudia Snitcofsky, quien acaba de llegar de un placentero viaje por la China y algún otro país de oriente, hoy compartió un video donde Luis Alberto Spinetta (músico argentino, fallecido en el 2012) lee unos poemas de su elección. Transcribiré aquí lo más interesante y bello de ese video que ya me está haciendo el fin de semana. Espero que a ustedes también.

Dice Spinetta:

“Matsuo Basho, poeta japonés nacido en 1644 es quizá el más grande poeta de Japón. Era, además de un estilista, de un creador de formas, un humanista y un piadoso. Recuérdese en tal sentido la anécdota con Kikaku —uno de sus discípulos—, y su poema sobre el pimiento. Este alumno escribió el siguiente haiku:

Libélulas rojas

Quitadle las alas

Son pimientos.

Basho respondió que un haiku debe suponer, además, un deseo distinto; y para probarlo, lo escribió de esta manera:

Esos pimientos

Agregadle alas

Son libélulas.

Elegí esta poesía tan antigua porque esas dos visiones, de alguna manera, componen dos visiones del mundo. Una, la visión de la destrucción; de aquellos que asesinan para imponer sus ideas y el otro, en este caso como lo representa Basho; por quienes luchan por crear una vida mejor; por crear vida”.

Agregar algo me parece superfluo; posiblemente caería en una visión banal de lo necesario que es, para estos tiempos que corren, esta mirada que nos propone Spinetta. Es casi seguro que nada de lo que yo diga sumará algo nuevo a lo que ya está dicho de manera tan precisa; así es que me voy haciéndome eco del silencio que propone este punto final.