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«¿Dónde nos encontramos hoy en día? Europa sigue atrapada en medio de una gran pinza, uno de cuyos extremos es Estados Unidos, y el otro, China. Estados Unidos y China, vistos desde un punto de vista metafísico, son lo mismo: el mismo desatado frenesí de tecnología desencadenada y de organización desarraigada del hombre medio. Cuando el último rincón del globo ha sido conquistado técnicamente y se puede explotar desde el punto de vista económico; cuando, cualquier incidente que escojamos, en cualquier lugar que escojamos, y en cualquier momento que escojamos, nos es accesible todo lo deprisa que deseemos; cuando, a través de la «cobertura en directo» televisiva, podemos «experimentar» de manera simultánea una batalla en el desierto iraquí y una representación de ópera en Pekín; cuando, en una red digital global, el tiempo no es más que velocidad, instantaneidad y simultaneidad; cuando el ganador de un reality show se considera un gran hombre del pueblo; entonces sí asoma como un espectro sobre todo este alboroto la pregunta de: ¿para qué? ¿Adónde vamos? Y luego, ¿qué?». Dijo Slavoj zizek en un libro cuyo nombre se me ha perdido.
A veces uno se repite en este pensar una y otra vez en las mismas cosas; pero es que la realidad se impone y como uno no vive en aislado en la cima de una montaña, sino que lo hace en una ciudad más o menos grande rodeado de cierta cantidad de personas, esas mismas cuestiones con sus mismas preguntas y su mismo cansancio reaparecen como las películas de superhéroes: una por mes y todas iguales.
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Lo que suele aparecer, también, son las respuestas, las cuales, como siempre digo, ya fueron escritas mucho tiempo antes (creo que he dicho esto tantas veces y he escrito tantas entradas al respecto, con diferentes ejemplos y casos que ya podría reunir todos esos textos y convertirlos en un volumen). En este caso, lo cual tampoco es novedoso, la respuesta viene de un estoico, don Marco Aurelio, lo llamaban, quien dijo: «Somos todos criaturas de un día, tanto el que recuerda como el que es recordado. Todo es efímero, tanto la memoria como el objeto de la memoria. Está por llegar el momento en que habrás olvidado todo; y está por llegar el momento en que todos se habrán olvidado de ti. Piensa siempre que pronto no serás nadie y no estarás en ningún lado».
Ya. Nos es fácil aceptar eso, lo entiendo, pero no por ello deja de ser menos verdad. Que no nos guste o que hoy se prefiera la dicha permanente del circo mediático es otra cosa; pero el punto está ahí, en las palabras de Marco Aurelio; y tan así es que si volvemos ahora sobre las palabras de Zizek y las leemos bajo esta nueva luz, vemos que no quedan de ella sino sólo las preguntas. Lo demás ha desaparecido todo en la nada del sinsentido; es decir, en el olvido. Lo dicho: Marco Aurelio tenía razón.