.
Siempre hay uno. Siempre hay uno que es el que «da la nota»; el que «quiere hacerse notar»; el que «se cree diferente a los demás». Todos conocemos a uno de ellos. A veces es un amigo cercano, un familiar e, incluso, y si la fortuna tuvo la decencia de fijarse de esa manera particular que a veces tiene, hasta podemos ser nosotros mismos.
Claro, ese individualismo tiene sus pros y sus contras. El individualista cree que la mínima realidad es la máxima realidad. El individualismo es una exageración minimalista. Dijo Horst Matthai Quelle y algo de razón tiene, pero eso no es todo, claro. Por ejemplo también tenemos a Ernesto Guevara, quien transforma al individualismo en una forma de piedra angular de lo social, cuando dice El individualismo debe ser, mañana, la realización completa de las capacidades de todo un individuo en beneficio absoluto de una comunidad.
¿Y la verdad dónde está? Pues como siempre, en algún indeterminado punto medio. La imagen de este hombre en medio de una multitud nazi siempre me resulta conmovedora. Ése es el individualista que se necesita o el que debemos ser. En ese caso me gustaría cerrar con el ejemplo que más me agrada, el que se encuentra en las palabras de Franklin D. Roosevelt, cuando dice Creo en el individualismo… pero sólo hasta cuando el individualista empieza a medrar a expensas de la sociedad. Ése es el caso donde al final podemos decir: Siempre hay uno. Por suerte.