Corría el año 1524 en la zona de la actual Nicaragua, cuando el conquistador Francisco Hernández de Córdoba, el mismo que le da nombre a la moneda en curso en Nicaragua, comenzó a traficar indígenas con destino a la zona minera del Perú. Comenzó, como años más tarde ocurriría en la zona norte de nuestro actual territorio, un proceso de despoblación que llevó a que, cuatro años más tarde, una veintena de caciques se rebelaran contra el representante de la civilización. Fueron derrotados, capturados y, por orden del señor gobernador, arrojados a los perros hambrientos. Fue
entonces cuando las corajudas mujeres originarias de la región promovieron una huelga de amores aceptada por sus compañeros. Según cuenta Francisco López de Gómara en su Historia Natural de las Indias: “No dormían con sus mujeres para que no parieran esclavos de españoles. Y Pedrarias, como en dos años no nacían niños, les prometió buen trato, y así parían o no los mataban”.
En esta acción heroica, amorosamente heroica, estas pioneras de la insurgencia americana mostraban que no estaban dispuestas a traer hijos esclavos a este “nuevo mundo” dominado por la barbarie.
Mucho tiempo después, una banda de rock argentino escribiría una chacarera titulada, como imaginarán, Huelga de amores; la cual pueden escuchar aquí. (Que nadie se sienta molesto por el video, mi intención es compartir la canción y un fragmento de historia, no comenzar un debate sobre revisionismo histórico).