El refugio del cobarde

Si eres neutral en situaciones de injusticia,
has elegido el lado del opresor.
Desmond Tutu

 

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La masa es el refugio de los cobardes. La masa, el grupo, la cofradía, el pelotón, es la manera que tiene el incapaz de hacer valor su sinrazón; y la violencia es el derecho de las bestias.

La policía, eterna aliada del poder, no es más que la execrable mano violenta de ese mismo poder que la subyuga a ella misma. Es por eso que el policía es el más detestable de los poderes fácticos; porque sólo sirve al amo y nunca a sí mismo (en ese sentido, el poder fáctico que se sirve a si mismo es repugnante en todas  y cada una de sus facetas, pero al menos es comprensible en su actitud). El policía es un cobarde que actúa para defender a un amo que lo desprecia y para someter a aquel que lo sostiene. Lejos de toda forma de pensamiento, el policía es, también, un parásito que se enorgullece de serlo; un inútil que sólo puede actuar en grupo y de forma violenta, ya que el pensamiento y el accionar moral parecen encontrarse fuera de su alcance.

 

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La quintaesencia de la cobardía y la estupidez: una formación policial en posición de ataque frente a una mujer productora agrícola.

Hace pocos días en Buenos Aires, Argentina, la policía reprimió brutalmente a un grupo de productores agrícolas que intentaba vender sus productos para poder paliar así la crisis económica a la que el actual gobierno argentino (sí, ése mismo que iba a acabar con toda la corrupción, inflación, falta de trabajo, inseguridad y demás. Ése mismo que iba a traer el paraíso terrenal a la Argentina y que sólo volvió a hundirla en el infierno del neoliberalismo). Mientras el presidente se encuentra en la India (por cierto, los periódicos afines al gobierno no dicen ni una palabra de esta represión, pero sí publican artículos sobre el estilo de Juliana Awada en los primeros días (Juliana Awada es la primera dama argentina, valga la aclaración). En síntesis, lo de siempre: mientras los verdaderos ladrones salen en la tapa de los diarios (pero en la sección modas o sociales, nunca en la sección policial), los patéticos lamebotas le dan de palos a unos pobres productores rurales o a un grupo de jóvenes manifestantes, pero nunca a los banqueros o a los especuladores o a quien realmente lo merezca.

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Al margen y para cerrar esta entrada, al menos nominalmente; porque para mí esta entrada no se cerrará nunca. Sé que los temas políticos no son del agrado de nadie, pero no quiero hoy compartir un poema ni una pintura para así poder mirar para otro lado. No, hoy quiero pensar y seguir pensando en esto porque siento que nada tiene sentido mientras estas cosas ocurren (y no sólo en la Argentina, sino por todos lados). Al margen, decía, una semana atrás subí una entrada sobre Venezuela que fue duramente criticada (duramente pero erróneamente también. El supuesto ataque no fue más que un cúmulo de falacias improducentes; pero ya se sabe: los argumentos no importan; sólo basta con señalar al otro y atacarlo a él personalmente). Así que me adelantaré aquí a los posibles críticos de esta entrada y les diré que aceptaré que me den duro y parejo, pero sólo aceptaré aquellas críticas basadas en argumentos, no en falacias o ataques personales (defiendan a la policía, pero no sean policías). En suma, lo que quiero decir es que mientras esta imagen siga siendo moneda corriente en el 2019, no hay ni habrá quien pueda convencerme de los beneficios del neoliberalismo.

 

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Argentina 2019. No Siria, no Venezuela, no Uganda. Argentina 2019.

 

Una galería que extiende la cobardía del accionar policial argentino. Para ver las imágenes en mayor tamaño, hacer clic sobre una de ellas:

 

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Otra muestra de «doble estándar»

Con poco tiempo para escribir y para no desaparecer otra vez del mapa sin aviso, les dejo un artículo que me hicieron llegar (alguno ya imaginará quién) y al que suscribo hasta la última palabra. Está tomado del sitio El Corunio, el cual acabo de conocer y al que chequearé más a fondo.

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La Clase Media no se droga, sino que «sigue un camino de autodestrucción». El señor de Clase Media que se droga, nunca se droga, sino que está en una permanente transición entre algo nunca especificado, pero que no parece preocupar a nadie, y la liberación total de algo que cuando ocurre se publicita mostrándolo como un héroe. Porque el señor de Clase Media que se drogaba es un héroe por haber superado esa condición, a diferencia de los negritos villeros, que se la pasan yendo de granja terapéutica a celdas infames, y roban para seguir drogándose. El señor o señora de Clase Media que se droga nunca tiene muy claro si se está drogando o «teniendo una inquietud social» que en algún país que cita dicen que hace bien y la practican los hombres sabios. Pero cuando es encontrado muerto o muerta en su departamento neoyorquino, rodeado de jeringas y bolsas con droga, muere de «una causa no determinada», y hay que hacer autopsias y larguísimos análisis hasta que su agente arregla con la prensa que murió porque se confundió y se tomó una aspirina con el aguarrás que habían dejado los pintores. Y van presos los pintores. El pibe pobre, muerto por la Bonaerense, será drogón por siempre, y delincuente. Sin demasiadas pruebas. Por lo tanto, no merecerá justicia. Ni el ni sus familiares cuando intenten explicar lo que en realidad ocurrió. El famoso encontrado muerto siempre será «un talentoso que nos deja un legado que nunca olvidaremos», aunque haya hecho dos películas o un solo disco. Y recibirá una cobertura mediática de fotos suyas en las redes sociales, adosadas a un moño negro con frases como «nunca te olvidaremos», y una señora en Fiambalá y un adolescente en Namibia sentirán que perdieron algo, aunque la misma industria que hizo millonario al famoso había decidido que no haya cines en Fiambalá o en Namibia. Los amigos y la familia del famoso, los amigos y la familia del señor o señora de Clase Media que se drogaba dirán que no sabían que se drogaba, y se resaltará en ellos la actitud caballeresca de no revelar que sabían que se drogaba, pero mientras pudiera estar de pie y produciendo dinero, no iban a inquietarse demasiado. Los amigos y la familia del chico pobre muerto por la Bonaerense, cuando digan que no sabían si se drogaba, recibirán por respuesta que no se preocupaban por él. Su madre será una pésima persona sobre la que nadie se explicará «porqué no internaba a su hijo». La familia del señor de Clase Media que se drogaba dirá que sus frecuentes internaciones fueron porque «tuvo un fuerte cuadro febril» o «se tenía que hacer el periódico chequeo» que nadie se hace. Y los periodistas dirán que repreguntar significa en este caso «no respetar el dolor». Moral Blue. La usamos para muchas otras cosas. Todo el tiempo.

Nota: cuando se habla de «la Bonaerense», se hace referencia a la Policía de la Provincia de Buenos Aires, también conocida como Policía Bonaerense. Su fama se deduce del texto.

Vigilar, controlar, castigar. Parte II

II.I) Según la definición tradicional, la policía sería: «…una fuerza de seguridad encargada de mantener el orden público y la seguridad de los ciudadanos y sometida a las órdenes de las autoridades políticas. Su administración puede ser centralizada a nivel nacional, o descentralizada, con fuerzas de policía local autónomas en gran medida». Casi todos estamos de acuerdo en esa definición, salvo cuando la policía debe optar entre la defensa de dos ciudadanos de diferente clase social.

La policía moderna, tal como la conocemos hoy nace, aproximadamente, hacia el siglo XVIII; casualmente, nace junto a la Revolución Industrial. Por supuesto que no hay casualidad alguna aquí, los nuevos paradigmas sociales dieron lugar a cambios enormes, entre ellos también nace el concepto de Derechos Humanos, aunque éstos (y evitemos el término «casualidad» aquí), tardarán mucho más tiempo en desarrollarse. De hecho, aun estamos trabajando en ello; no hace falta hojear demasiado periódico alguno para ver que los Derechos Humanos no son universalmente aceptados y, aun en los países desarrollados son, no pocas veces, diariamente pisoteados.

Para sintetizar: la policía nació para defender al capital, al gobierno, a la casta sacerdotal; es síntesis: al poder.

Tampoco hay que hojear demasiados periódicos. Menos aun en épocas de crisis. Un banco se queda con los ahorros de la gente, por ejemplo. La gente reclama, indignada, lo suyo. ¿A quién defiende la policía, a la víctima o al victimario?

Lo mismo ocurre con las fuerzas armadas, pero a mayor escala. Cuando las fuerzas armadas de cualquier país toman el poder (político), éste se vuelve, de inmediato, liberal, capitalista, neocapitalista. Ello conlleva una mayor opresión y actividad policíaco-militar. Es una ecuación inevitable: a mayor liberalidad capitalista, mayor poder policíaco. Lo curioso es que, en líneas generales, la policía pertenece al segmento económico medio-bajo. ¿Cómo es que defienden a quienes les roban a ellos mismos o a sus iguales? Aquí ya entramos en otro tema complejo: el de la educación. Como dijo George Carlin (ya sé que no estoy citando a un gran filósofo -aunque para mí lo es, ni nada por el estilo; pero me gusta cómo lo dijo, por eso está aquí):

En definitiva:

— ♦ —

II.II) Ahora, una última palabra acerca del control. Éste medio que estamos utilizando es y será el panóptico foucaltiano (del que hablé en post anterior) perfecto. Además de grandes sistemas, como el conocido sistema ECHELON (Echelon es considerada la mayor red de espionaje y análisis para interceptar comunicaciones electrónicas de la historia. Controlada por la comunidad UKUSA (Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Australia, y Nueva Zelanda), ECHELON puede capturar comunicaciones por radio y satélite, llamadas de teléfono, faxes y e-mails en casi todo el mundo e incluye análisis automático y clasificación de las interceptaciones. Se estima que ECHELON intercepta más de tres mil millones de comunicaciones cada día). Podemos sumar los nuevos softwares que cualquier persona puede comprar para vigilar a cualquier otra persona (las publicidades los venden como sistemas «de seguridad» -véase que ni siquiera son originales a la hora de los argumentos- dicen cosas como «en estos tiempos de inseguridad, sepa dónde está su hijo/a». «Sepa si su pareja lo engaña» es otro tópico clásico). En el post anterior hablé del prisionero que se vigila a sí mismo. Bien, ésta es la nueva versión, modificada, mejorada y, encima, hay que pagarla.

Para terminar, un par de noticias algo negativas (como si hubiese escrito algo positivo hasta aquí). No sé si estarán enterados del grave riesgo que Estados Unidos de Norteamérica está poniendo al mundo (sí, una vez más, se ve que es una costumbre que tienen muy arraigada). Se trata del virus -desarrollado en ese país- llamado Stuxnet. Éste virus de última tecnología (dato curioso: pesa unos 20 Mb ) fue diseñado para infiltrarse en las centrales nucleares de Irán (y luego, por supuesto, de todo aquel país que se les ocurra) y afectarlas en forma directa. ¿Se entiende la gravedad del asunto? No sólo detiene la planta nuclear o afecta a su capacidad de generar energía, no. Ellos pueden hacer cualquier cosa que quieran con ella. Y lo peor es que son capaces de eso: de cualquier cosa. (Y otro dato al margen, o no tanto: el virus fue desarrollado bajo el mandato del Premio Nobel de la Paz, Barack Obama).

Pero la cosa no queda allí. Los mejores socios americanos, es decir, el Estado de Israel, tomó en virus Stuxnet y lo modificó para ingresar en cualquier empresa o sistema de gobierno, éste virus se llama Flame y puede atacar ordenadores personales, pero ello es algo raro, sus amos están más interesados en empresas y complejos industriales. Estos virus ya fueron denominados «armas cibernéticas» debido a su peligrosidad y poder destructivo. No voy a decir qué es lo que hacen, pues sería repetirme: hacen lo que el diseñador o dueño del virus quiera. control total y absoluto.

Sectores de infraestructura interdependiente. Stuxnet los controla a todos.