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En la entrada anterior hablé sobre un fragmento de un texto donde Slavoj Zizek deliraba en terminología psicoanalítica, es decir, hablaba sin decir nada; cosa que puede hacerse, como también lo dije en la entrada anterior, con un poco de práctica y nada más (hay que aprenderse dos o tres trucos y una docena de palabras, eso es todo). Pero hoy vamos a adentrarnos un poco más en esa charlatanería que puede llegar a ser peligrosa. Veamos, nada más que para comenzar, lo que decía uno de estos charlatanes encumbrados (uno de los tres grandes: Freud, Jung y Lacan); me refiero al último de éstos, quien en uno de sus famosos seminarios, comenzó así:
«¿Es posible que sean tan gentiles para perturbarse de ese modo por lo que tengo que decirles? Pues bien, he intitulado mi seminario de este año —¿escuchan?— he intitulado mi seminario de este año «El Momento de Concluir». Lo que tengo que decirles, voy a decírselo, es que el psicoanálisis debe ser tomado en serio, aún cuando no sea una ciencia. Porque lo enojoso, como lo ha mostrado sobreabundantemente un llamado Karl Popper, es que no es una ciencia porque es irrefutable. Es una práctica que, dure lo que dure, es una práctica de charlatanería (bavardage).
Ninguna charlatanería carece de riesgos. Ya la palabra charlatanería implica algo. Lo que implica está suficientemente dicho por la palabra charlatanería, lo que quiere decir que no hay más que frases, es decir lo que se llama «las proposiciones» que implican consecuencias, las palabras también. La charlatanería lleva la palabra al rango de babear (baver) o de espurrear (postillones), la reduce a la suerte de salpicadura (éclaboussement) que resulta de eso. Bien».
Jacques Lacan, Seminario 25: El momento de concluir. Quien quiera fumarse el seminario completo (son sólo 53 páginas) puede acceder aquí. Buena suerte y mis mejores deseos.
Bien, como se dice en el ámbito judicial, a confesión de parte, relevo de pruebas (archívese).
Vayamos ahora a un caso más grave de charlatenería psicoanalítica. Me refiero a la que podemos encontrar, por ejemplo (porque es sólo uno de muchos) al libro La enfermedad como camino, de Thorwald Dethlefsen y Rüdiger Dahlke. Para esta gente, toda enfermedad no es más que la expresión física de una acontecimiento psicológico. (Dicen: «Nosotros consideramos la búsqueda de las causas de la enfermedad el callejón sin salida de la medicina y la psicología. Desde luego, mientras se busquen causas no dejarán de encontrarse, pero la fe en el concepto causal impide ver que las causas halladas sólo son resultado de las propias expectativas. En realidad, todas las causas (Ursachen) no son sino cosas (Sachen) como tantas otras cosas») Es decir, en buen criollo: las enfermedades existen porque las buscamos; y como las buscamos, las encontramos… En fin, veamos un par de capturas textuales:
En épocas de coronavirus y otros muchos que andan dando vueltas por allí, este tipo de pensamiento mágico puede llegar a ser muy peligroso. Pero eso no es todo; para esta gentuza toda enfermedad guarda algún tipo de relación parecida:
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Como han visto, no hay sintomatología que no tenga como base un problema psicológico (además, relacionado de manera absurda). Este tipo de pensamiento mágico, repito, es por demás peligroso, ya que no son pocos quienes, temerosos de la medicina tradicional, puedan caer en manos de charlatanes como estos, que en nada se diferencian de un curandero de pueblo. De hecho, dejo dos capturas más, breves, pero clarificadoras:
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¿Qué significa el punto 4? Al igual que el texto de la entrada anterior, nada. No tiene sentido alguno. ¿Como se prueba lo del macrocosmos y lo del microcosmos y la sombra y demás? Pues no se puede y, como dice Lacan al inicio de la entrada, es pura charlatanería. El punto 10 es charlatanería condensada y no merece mayor análisis; pero queda como muestra del descaro de esta gente. Por cierto, para que nadie me acuse de «sacar de contexto» o demás, les dejo el enlace al libro completo, aquí. Otra vez, les deseo la mejor de las suertes.
Por último, para ir cerrando este tema que daría para muchísimo más, paso a contar lo que sucedió aquí, en México, hace unos pocos días. En un programa radial del norte del país, la psicóloga Olga Alicia García se despachó con la notable idea de que una violación es una «fusión de amor»:
«Incluso una violación es una fusión de amor, porque los dos sistemas, aun así sea agresivamente, quieren juntarse y a través de la fusión explota ese amor y van a seguir juntos, aunque la pareja no se vuelvan a ver, nadie desbarata esa fusión. Y esa criatura… nadie desbarata esa fusión». Una mujer a su lado añade: «Quiero decir que cuando una mujer es violada en el subconsciente traen esa decisión de unirse a esa persona para pagar una deuda de los antecesores…». Y la psicóloga termina: «A esa persona exactamente que la violó, aún sea un desconocido, se tenían que encontrar por destino».
¿Difícil de creer, no es así? En pleno siglo XXI y aún teniendo que escuchar estas cosas… ¿Pero es que no me creen? ¿Son capaces de pensar que yo inventaría algo así? Qué desconfiados, compañeros, qué desconfiados… Bueno, aquí les dejo esa maravilla de la pseudociencia y la charlatanería. Y ya por hoy basta, necesito una taza de té…
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