No se coman las comas

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«El año 2000 nos encontrará unidos o dominados» Dijo el General Perón hace ya una cuantas décadas; y más allá de las simpatías o antipatías que el personaje en cuestión despierta, hay que reconocer que algo de razón tenía.

Como bien se sabe, hay formas y formas del dominio; los dos extremos podrían representarse, uno, con la guerra; el otro, con la publicidad. Al primero no queda otra opción que enfrentarlo con las mismas armas; en cambio, frente al segundo, estamos totalmente desarmados. Hasta tal punto esto es así que muchas veces somos nosotros mismos quienes adoptamos ideas o costumbres foráneas creyéndolas mejores sólo por ése hecho.

Hoy, en el trabajo, entre otros papeles, encuentro dos facturas. Leo: «Total a pagar: 18478.44». La otra dice: «Total a pagar: 101731.74». De manera inevitable, traduzco: «18.478,44» y «101.731,74» Y me pregunto: ¿De dónde salió la peregrina idea de reemplazar la clásica coma (la cual siempre indicó una fracción) por un punto? Pues de dónde va a ser. De los EE.UU. ¿Y quitar el punto que indicaba las unidades de mil o sus múltiplos? Bueno, los norteamericanos usan para ello, precisamente, la coma (siempre haciendo las cosas al revés) pero acá el cerebro no les da para tanto, así que, sencillamente, no ponen nada y que se las arregle el contribuyente o el lector.

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No soy de los que se quejan de todo lo extranjero; por el contrario: si algo se hace bien, tomemos nota de ello y adaptémoslo a nuestra forma de vivir o de actuar ¿Pero copiar lo malo? ¿En qué cabeza cabe tomar tal decisión? Los norteamericanos desconocen el número 1.000.000.000, el cual para todo el mundo es lo que es: mil millones. Para ellos ése número es un billón (creo que al billón lo llaman trillón, pero no estoy muy seguro de ello y no pienso averigüarlo). 

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Nuestros sistemas de medidas y pesos son prácticos, sencillos, (casi) universales y elegantes; los de ellos son confusos y complejos. ¿Por qué copiarlos entonces? No se me ocurre otra explicación: estamos tan dominados intelectualmente que ya no sólo aceptamos, sino que adquirimos malos hábitos simplemente porque vienen de afuera y, como se sabe, lo de afuera siempre es mejor.

Actualización: Son las seis de la mañana. Llego al trabajo y, como tengo programada una cena para esta noche, miro el pronóstico del tiempo (es un verano atípico, con lluvias cada cuatro días). Y me encuentro con que, para el lunes 21, no sólo tenemos el pronóstico del tiempo sino, también, se destaca el Martin Luther King Jr. Day. ¿Qué diablos hace esa fecha —feriado laboral en los EE.UU.— destacada en el pronóstico del clima de una ciudad de Argentina? No, si vamos de mal en peor…

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