Hay que pasar el invierno…

Los primeros hombres que pasaron el invierno en la Antártida estaban tan desesperados por un poco de compañía femenina que organizaron un «concurso de belleza» entre las ilustraciones de unas revistas de París. Bloqueado por el hielo en el Mar de Bellingshausen, en 1898, los hombres de la nave de investigación belga Bélgica numeraron 464 fotos de revistas «que ilustra las mujeres famoso por gracias de la forma y manera, y la notoriedad pública» y cada uno de los miembros del grupo eligió a la mujer «más adecuada para su bienestar, felicidad”, etc. También entregaban un «premio honorífico» a la mujer más bella:

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Se dice que hidrógrafo Georges Lecointe, «Ministro de la Tierra de mujeres hermosas,» planeó enviar los premios a las mujeres mismas cuando el barco llegara a puerto. No se sabe si esto ocurrió, ya que «La presentación de los premios está condicionada a la posterior aparición de la mujer ante la comisión para exhibir las partes para las que ha sido emitidos por votación, no para un nuevo examen, sino para obtener una fotografía oficial.»

(From Cook’s Through the First Antarctic Night, 1898-1899: A Narrative of the Voyage of the «Belgica» Among Newly Discovered Lands and Over an Unknown Sea about the South Pole).

Se imaginarán que no pude menos que ponerme a estudiar las tablas anteriores con no poca curiosidad; y la verdad es que pueden encontrarse varias cosas interesantes allí. Por un lado las categorías, por otro, las mujeres premiadas, de las cuales sólo disponemos, lamentablemente, un número. Veo que la 88 salió segunda en tres categorías, al igual que la 217; mientras que la 212 salió primera en dos categorías ¡Interesante incógnita! ¿Qué hacer? Jugar a ciegas es complicado. ¿Es mejor elegir a una que fue elegida en la primera posición sólo una vez o una que fue elegida segunda en tres oportunidades? La 88 parece tener bellos ojos, boca (diablos, me hace acordar a alguien) y un “irreprochable carácter” (¿Cómo podían saberlo con sólo una foto? Ay, señor, lo que logra la soledad…) mientras que la 217 llevaba ventaja con un buen par de piernas (“Les jambes”, la única categoría detallada en francés), manos y en “pose plástica”, lo cual tampoco es determinante; y la incógnita continúa.

Por cierto, otra duda secundaria que me surge, ante la más que probable burla por parte del colectivo femenino, es pensar qué es lo que haría un grupo de señoras y señoritas varadas ocho meses en la Antártida con un montón de revistas Men´s Health a su disposición…

 

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Seamos amigos, buenos amigos.

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Leyendo la correspondencia que cruzaron durante tres años Paul Auster y J. M. Coetzze, me encuentro con esta perla: » […] un comentario que hace Christopher Tietjens en El final del desfile de Ford Madox Ford: uno se acuesta con una mujer para estar en condiciones de hablar con ella. En otras palabras, hace de una mujer tu amante no es más que un primer paso; el segundo, hacer de ella tu amiga, es el que importa; sin embargo, en la práctica hacerse amigo de una mujer con la que no te has acostado es imposible porque quedan en el aire demasiadas cosas sin decir.»

Soy de lo que creen que hoy la sexualidad, la sensualidad y la amistad son partes integrales de un todo mayor que tiene como base la inteligencia y sobre todo, el diálogo. Romper con los paradigmas arcaicos no sólo es deseable sino también —y por fortuna— posible. Vivimos en un tiempo en que podemos decidir y en el que si alguien no lo hace es por su propia y exclusiva responsabilidad. Cada cual a lo suyo, entonces; a sus decisiones y, sobre todo, a sus consecuencias.