El último adiós de Virginia Woolf

woolf1 En la primavera de 1941, la salud mental de Virginia Woolf entró en su etapa más complicada. El 28 de marzo desapareció de su casa. Fue el último día en que se la vio con vida. El día 31, un día de mucho sol pero extremadamente frío, la escritora apareció ahogada en las aguas gélidas del río Ouse, muy cerca de su casa de Susex. Cuando la encontraron, su viejo bastón reposaba sobre la orilla. Había introducido dos enormes piedras en los bolsillos de su abrigo, para evitar que el cuerpo emergiera acaso demasiado pronto de las aguas. Había dejado dos cartas de puño y letra: una para su esposo Leonard Woolf, y otra para su hermana Vanessa Bell, en las que explicaba que su decisión fatal obedecía a su negativa a volver a vivir los tormentosos delirios de su antigua locura y a obligar a los demás a soportarlos. Parece ser que no era la primera vez que la gran novelista había intentado acabar con su vida. Algunos días antes, regresó a casa con los vestidos absolutamente empapados como consecuencia -según dijo ella- de haberse caído al mismo río. Se le olvidaron las piedras, sí, se le olvidaron…. (Literasturas.com)

Esta larga presentación quizá nos sirve para justificar el crimen a punto de cometerse a continuación: tratar una nota de suicidio como una pieza de literatura. Y es que uno de los suicidios más ejemplares de la historia de la literatura ha sido capturado en estas breves lineas. El manuscrito es el siguiente:

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Querido: Siento con absoluta seguridad que voy a enloquecer de nuevo. Creo que no podemos pasar otra vez por una de esas épocas terribles. Yo sé que esta vez no podré recuperarme. Estoy comenzando a oír voces, y me es imposible concentrarme. Así que hago lo mejor que puedo hacer. Tú me has dado la máxima felicidad posible. Has sido en todos los sentidos todo lo que uno puede ser. No creo que haya habido dos personas más felices que nosotros, hasta que ha venido esta terrible enfermedad. No puedo luchar más. Sé que estoy arruinando tu vida, que sin mí tú podrás trabajar. Sé que lo harás, lo sé. Ya ves que no puedo ni siquiera escribir esto adecuadamente. No puedo leer. Lo que quiero decir es que te debo a ti toda la felicidad que he tenido en mi vida. Has sido totalmente paciente conmigo e increíblemente bueno. Quiero decirlo — todo el mundo lo sabe. Si alguien hubiera podido salvarme ese alguien hubieras sido tú. Ya no queda en mí nada que no sea la certidumbre de tu bondad. No puedo seguir arruinando tu vida durante más tiempo. No creo que dos personas puedan ser más felices de lo que lo hemos sido tú y yo.
V.
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The Hours. Escena Final. La voz en off nos regala palabras inolvidables: «Querido Leonard: mirar la vida de frente, siempre mirar la vida de frente, y conocerla por lo que es. Finalmente, conocerla, amarla, por lo que es. Y despues, guardarla. Leonard siempre los años compartidos, siempre los años, siempre el amor, siempre las horas
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Nota: La música que acompaña las imágenes es obra de Philip Glass. Como dije alguna vez aquí, si alguien quiere el disco completo que me deje su e-mail y se lo enviaré con mucho gusto.

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