De todo el amplio espectro de dioses que pululan o lo han hecho a lo largo de la geografía y del tiempo (listarlos me llevaría demasiado espacio), mi dios favorito es Thot, uno de los dioses del panteón egipcio. Las razones son, básicamente, estéticas (lo cual, bien pensado, no es una mala razón para elegir a un dios).
Para empezar, Thot fue el inventor de la escritura, patrón de los escribas, de las artes y las ciencias. Como dios de la escritura, era el inventor de todas las palabras, del lenguaje articulado. También está considerado dios de la sabiduría y tenía autoridad sobre todos los dioses. Es decir que no sólo inventó esta maravilla que usamos a diario y a la que mucho de nosotros les debemos el sentido más profundo de nuestras vidas. Además de ello el tipo era un peso pesado en serio, tener autoridad sobre el resto de los dioses no es para cualquiera.
Thot, desempeñaba un gran número de funciones, considerado un Dios lunar (con esta forma aparece representado algunas veces, portando una media luna encima de su cabeza de Ibis, pues simboliza el lado brillante de la luna que contiene la esencia de la Sabiduría creadora), actuaba como iniciador de los Misterios, también era el guardián de las puertas del inframundo y pesaba el corazón de los muertos para determinar su destino, como Dios del Conocimiento era el Sabio Maestro que confiaba los secretos de su arte a sus iniciados, a los elegidos de entre los humanos, tuvo como misión iniciar en la tierra «la tradición perenne», heredada de las jerarquías celestes, a los primeros faraones y sacerdotes de Egipto.
¿Algo más? Pues sí, parece que el muchacho tenía tiempo y poder como para hacer algunas cosas más. Por ejemplo: es un dios tan antiguo que participó en la creación del mundo (bueno, en esto se parece a casi todos, es cierto); creador de la música (a través del invento de la lira), Señor de la noche y más. En fin, el tipo las tenía todas. Todos conocemos el inframundo egipcio, allí uno llegaba cuando le llegaba el momento y, en una balanza de platos, el corazón del difunto se pesaba teniendo que pesar igual que una pluma. Bien, la pluma en cuestión era un pluma de ibis, es decir del animal asociado con Thot. Si el corazón pesaba más no se podía pasar al mundo de Osiris, si pesaba igual sí. Y nada podía pesar menos que una pluma de Thot. Él estaba allí, tomando nota del nombre del muerto y, por supuesto, de su destino.
Ahora, hermanos, unamos nuestras manos y oremos con corazón limpio, profundo y sincero:
«Salve, oh Thot, señor del Tiempo. Escribe bien sobre nosotros en tu libro cósmico, haznos conocer nuestro camino y concédenos la estabilidad física y mental necesaria para lograr lo que hemos planeado en el espíritu antes de embarcarnos en este viaje. Ayúdanos a aprender nuestras lecciones en todos los niveles, de manera que podamos merecer realmente el grado espiritual al que aspiramos.»
Antigua plegaria egipcia.