De qué hablamos cuando hablamos de Carver

En 1988, Raymond Carver, muere a los cincuenta años. Diez años después de su muerte, D. T. Max, un periodista de The New York Time Magazine, decide investigar un rumor que circulaba desde hacía años: que los cuentos de Carver estaban escritos en verdad por su editor, Gordon Lish.
Para la investigación viaja a Bloomington, en Indiana, a una biblioteca a la que Lish le había vendido la correspondencia y los originales de Carver escritos a máquina con todas las correcciones.

Página de Raymond Carver con correcciones autógrafas.


Revisando los documentos, Max nota que debajo de las correcciones aún se puede ver el texto original. Así descubre que en «De qué hablamos cuando hablamos de amor» Lish redujo el número de cuentos, cortó a la mitad el número de palabras, suprimió personajes, cambió títulos y reescribió los finales de 10 de los 13 cuentos del libro. Incluso, originalmente el nombre del libro no era ese, sino «Principiantes».
Tras la revelación de Max se produjo un escándalo. Mucha gente tildó de traidor a Lish, mientras que otros le agradecieron haber «inventado el estilo Carver».
En una entrevista en 2015 para The Guardian, Lish aseguró que si él no hubiese editado a Carver, nadie le habría prestado atención.
Es difícil saber cuánto influyó Lish en Carver. Lo cierto es que el escritor decidió alejarse del editor y, en 1983, publicó «Catedral»; y en 1988, «Tres rosas amarillas», dos de sus mejores libros.
En 2009 la editorial Anagrama publicó «Principiantes», la versión original de «De qué hablamos cuando hablamos de amor» sin los cambios de Lish.

8 comentarios el “De qué hablamos cuando hablamos de Carver

  1. Carmen B. dice:

    QUERIDO ROBERTO

    No he leido a Carver y lo lamento. He oído hablar de Tres rosas… y ahora prometo leer ese libro.  Te doy las gracias por descubrirme siempre bellos universos ; sean literarios o sean históricos. Y gracias, también, por Estar

    Un abrazo

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    • Borgeano dice:

      Querida Carmen: como suele suceder muy a menudo en este mundo de las letras y del arte en general, los placeres de uno pueden el disgusto de otro o, también, el placebo. Es decir, lo que le gusta a mis amigos me puede parecer horrible o dejarme indiferente; hay todo un abanico de posibilidades al respecto. Raymond Carver es conocido por sus obras breves y por su particular estilo, también basado en oraciones breves y concisas y en pocos elementos añadidos a la historia. Es muy interesante, sin duda alguna; y para muchos, ese estilo es muy agradable.
      Podrías probar con algún cuento suyo en la red, para ver qué te parece sin correr demasiados peligros.
      Y como prueba de lo que dije más arriba, señalo que los relatos de Carver me gustan mucho, pero su poesía, por ejemplo, no me gusta en lo absoluto. ¡Así es el arte y así somos quienes nos acercamos a él!
      Te mando un fuerte y afectuoso abrazo.

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  2. Yo he leído todo lo de Carver. Sus historias breves son impactantes. Y la verdad, no me importa si su editor se atribuye ‘mejoras’. De todos modos, siguen siendo los libros de Carver. Hay editores y editores. En muchos casos, estos personajes son muy útiles para los autores. Aunque haya otros a los que se le puede ir la mano. Saludos.

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    • Borgeano dice:

      Aunque no lo hayas dicho de manera explícita, creo que estamos de acuerdo en un punto importante: la obra vale por sí misma. Quiero decir que no importa, en última instancia, si el autor final o absoluto es Carver, Lish o ambos. El libro, para el lector, es bueno o malo; y el resto son datos biográficos. ¿Importa, acaso, si el verdadero autor de Hamlet es Shakespeare o Ben Jonson? No en cuanto a la obra en sí, solo tiene importancia como dato histórico o jurídico, nada más.
      En ese sentido, esta breve entrada pertenece al segundo ámbito y, más que nada, añade una nota de color o de mera curiosidad para el amante de Carver.
      Gracias por estar aquí.
      Un fuerte abrazo.

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  3. Muy interesante lo que nos expones, como siempre haces, Roberto. Desconocía este asunto del editor «traidor». Un buen editor no debería reescribir el libro y hacer la versión que él desearía fuera. Un buen editor sugeriría algunos cambios al autor, haría propuestas…, y ante un malísimo texto nunca lo aceptaría. Un buen editor, un honesto editor, jamás vendería a una biblioteca unos originales con un fin tan ruin . Hizo muy bien Carver en cambiar de editor.

    Un gran abrazo agradecido.

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    • Borgeano dice:

      Estamos de acuerdo, Isabel, Pero no deja de ser curioso que Carver hayan llegado al éxito a través de las correcciones de ese editor… ¿Qué hubiese sucedido si él no hubiese metido mano en esos textos? El ámbito editorial (como todo bito dónde confluyen el arte y el negocio) es todo un mundo en sí mismo. ¡Quién sabe cuántas otras maniobras espurias se nos han colado!
      A veces mejor no indagar en ciertos ámbitos…
      Un abrazo

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  4. Mjberistain dice:

    Siempre interesante Roberto, en mi lista de pendientes. Un fuerte abrazo.

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    • Borgeano dice:

      A veces solo alcanza con las curiosidades, María. A Carver yo lo leí en los noventa y, la verdad,nes que leería algún libro de cuentos o algo breve, para ver cómo pasó el tiempo (tanto para él como para mí). Hace un par de meses me pasaron su poesía completa y, la verdad, es que apenas pude leer un par de poemas. Me pareció absolutamente perfil, vacío, sin gracia… Qué sé yo… A veces las anécdotas son más jugosas que los propios artistas.
      Abrazo.

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