En este blog se evitan, en la medida de lo posible, las llamadas «noticias del día»; si bien los temas actuales suelen ser traídos aquí, lo hacen más por su interés general que por su interés particular. Es decir, dicho esto con toda modestia, que se trata de pensar desde lo que sucede más allá de lo específico que sea ese hecho. Pero hoy va a ser uno de esos días de excepción, porque el tema contiene ambos ingredientes: la actualidad y la generalidad.
La noticia en particular es una que seguramente ustedes conocen: el tenista Novak Djokovic ha dado positivo para Covid-19. En este mundo que ya lleva más de ocho millones de infectados eso no sería digno de mención, salvo que Djokovic se infectó por imbécil y podría decir que por algo más que imbécil. Djokovic declaró ser anticurentena y dijo que su protección contra el virus era la oración. Entonces no tuvo mejor idea que la de organizar un torneo de tenis, el Adria Tour y asistir a fiestas donde no se respetaba el debido distanciamiento social. Como imaginarán, los contagios se hicieron presentes más rápido que ligero y varios fueron los que terminaron enfermos. Djokovic se negó, en un principio, incluso, a hacerse el hisopado. Luego resultó que él y su esposa (y según el medio informativo, también su hija) dieron positivo en el test. ¿Se entiende ahora lo de imbécil o más que imbécil?

Djokovic, Zverev, Thiem, Dimitrov, de fiesta
«Todo lo que hicimos en el último mes, lo hicimos con un corazón puro e intenciones sinceras. Nuestro torneo pretendía unir y compartir un mensaje de solidaridad y compasión en toda la región», declaró el tenista y he aquí lo que me permite salir de lo particular para comenzar a adentrarme en lo general. Esto es lo que sucede cuando la gente no tiene conocimiento científico. Como vemos, no es una crítica clasista ni nada por el estilo, no; aquí se trata de otra cosa, por ejemplo, del viejo refrán zapatero a tus zapatos. Djokovic es el número uno del tenis, nada más. Punto. Después, que no hable de ciencia ni de medicina ni de política, porque es un cero a la izquierda, una nulidad absoluta, un perfecto ignorante (por cierto, este tipo también es anti vacunas ¿qué pensará ahora, sobre todo después de saber que ha contagiado a su propia hija?). Si volvemos a ver la foto superior vemos que hay muchos niños allí, además de las figuras del deporte; y ése es el problema. Realmente estoy harto de escuchar por doquier a imbéciles que dicen «Si quiero salir y contagiarme nadie puede prohibírmelo. Es mi derecho» (seguramente ustedes también escucharon en algún medio esta expresión con las mismas palabras. Y es que esta clase de ignorante se copia entre ellos. Lo explicó bien Heidegger, pero ello vendrá en la próxima entrada). ¿Cómo explicarle a esta gente cómo funciona un virus y su sistema de propagación? ¿En realidad se hace necesario tener que volver una y otra vez a la escuela primaria? Esta gente (esta gentuza) no entiende de ciencia, pero tampoco entiende de política (no entienden, por ejemplo, la diferencia entre gobierno y estado) ni de filosofía (la ética que todos deberíamos poner en práctica en casos como en el que estamos inmersos es fundamental. Pensar en el otro como un otro es la base de todo, incluso de los dos asuntos anteriores. Es por eso que la ciencia y la política deben estar supeditadas a la filosofía).
Qué agobio se siente al tener que hablar de esto, cuánto cansancio conlleva tener que ver el accionar de quien se siente por encima de todas las cosas, cuánto daño y dolor produce la estupidez… y ahí vamos, en esta nave de los tontos en la que remar no sirve para nada, sólo para ver cómo el resto de la tripulación se mete el dedo en la nariz y luego, literalmente, se come los mocos.
La nota terminó ahí arriba. Lo que dejo a continuación, para quien tenga aún ganas de seguir leyendo (o para leer algo como la gente) puede seguir con los dos párrafos siguientes, una maravilla de síntesis, sentido común y conocimiento del querido Carl Sagan:
«Uno de los aspectos más importantes del método científico es que el argumento de la autoridad no vale para convertir una hipótesis en una teoría. Además, el científico siempre tratará de ver qué fisuras hay en ciencias construidas hace años (y que se ven como la autoridad en la materia), como lo hizo Einstein con la teoría de la gravedad de Newton, la mayor autoridad (aunque llevara siglos muerto) en la ciencia de su época. El pensamiento científico nos lleva al pensamiento crítico, individual y libre; la ciencia, al contrario de lo que mucha gente cree, nos reta a desafiar a la autoridad. La evidencia científica es la verdadera autoridad. No cualquier tirano puede vestirse de poder sobre un pueblo formado científicamente. La ciencia ilumina nuestras mentes hacia la libertad y a su vez la libertad es un componente imprescindible para lograr el desarrollo científico.
El sometimiento de todos fenómenos al rasero riguroso de la investigación científica nos ha entregado una posibilidad de vida y libertad más amplia. El problema es que nuestra sociedad no se adhiere a la evidencia para explicar las cosas o para solucionar una dificultad. Vivimos en una sociedad altamente tecnológica que no utiliza los métodos científicos desde los que nace la propia tecnología. Donde debería haber luz, nos encontramos la oscuridad, la ciencia nos brinda una llama que ilumina el camino hacia la libertad».