Lo que uno es

 

sartre

Sartre tiene una frase que dice “Cada hombre es lo que hace con lo que hicieron de él”. Esta es una de las frases más fundamentales de toda la historia de la humanidad, porque evidentemente desde que nacemos hacen de nosotros algo. Nosotros nacemos y nos hablan. Recibimos como una esponja palabras, palabras… Cuando empezamos a hablar decimos las palabras que nos dijeron. Es decir, no tenemos un lenguaje propio, creemos que dominamos una lengua y es esa lengua la que nos domina a nosotros. Pero alguna vez diremos una palabra nuestra y esta va a ser nuestra libertad. Entonces es cierto, está el lenguaje que nos condiciona, el entorno sociopolítico que nos condiciona, el inconsciente, todo eso, todo lo que quieran. Pero en algún momento, a partir de algún momento, tenemos que ser responsables de nosotros mismos porque somos lo que elegimos ser. Entonces bienvenida la frase “cada hombre es lo que hace, con lo que hicieron de él”.

Texto tomado de uno de mis filósofos favoritos, José Pablo Feinmann

 

feinmann_sartre_de-grandis

José Pablo Feinamann y Jean Paul Sartre

Éste texto viene a cuento de algo que vengo masticando desde hace varios días: un profundo cansancio por la estupidez que me rodea. No es que me considere superior a nadie ni que me crea dueño de la verdad absoluta (si tal cosa pudiera existir) ni nada por el estilo; es, simplemente, que da mucha pena, bronca, pesadez, hartazgo, hastío, aburrimiento, cansancio, enojo (y así podría seguir) ver que la gente se limita a repetir como loritos entrenados las frases huecas (en el mejor de los casos) o tergiversadas (la mayor parte de las veces) que escuchan en la T.V, en la radio o en las redes sociales. Internet está plagada de esas frases —vestidas con los ropajes de las ideas, como si fueran una de ellas— que parecen decir algo pero que en realidad no dicen absolutamente nada. Lo peor es que todo eso se transforma en un círculo vicioso donde la falta de ideas produce una falla en los modos de pensamiento y donde estas fallas de pensamiento se multiplican en más faltas de ideas.

Por lo pronto, y como dijo Sartre (nunca está de más repetirlo): “Un hombre es lo que hace con lo que hicieron de él”; es decir: cada uno es responsable de sus actos, de ser lo que se es; de sus pensamientos y de sus ideas o de la carencia de ellas. Culpar de ello a alguien más no sólo es irresponsabilidad es, también, cobardía.

Certificado de autenticidad

thumb16

El 29 de mayo subí una entrada sobre lo que significa cierta parte de internet y, sobre todo, de las redes sociales. Acabo de leer un texto del filósofo José Pablo Feinmann que sintetiza la misma idea:

«El insulto se ha desbocado en la red. Y el motivo fundante es la impunidad que otorga el anonimato. Se trata de un espectáculo altamente desagradable. Se funda en la condición anónima del que insulta. Este anonimato, el no dar la cara, el no tener que responder ante nadie, es lo que dinamita ese “vale todo” al que uno asiste en esos paramos de la ética y del pensamiento. Es fácil ser valiente si nadie sabe quién soy. Ese pequeño “hombre del subsuelo” arroja sus excrecencias sobre todos, acaso con más furia sobre personas a las que envidia, que despiertan su resentimiento. Detrás de todo texto agraviante y anónimo que vemos en la red se esconde un cobarde. Todo tipo que no firma un agravio ha apuñalado a otro por la espalda. Un anónimo vive en las sombras. Letrinet le permite vaciar, expulsar de sí la enfermedad que amarga sus días. El odio. Desde su hondo abismo se siente el dueño del mundo: puede arrojar sobre quien lo desee todo su hediondo arsenal. Nada pasará. Arrojó la piedra, el sistema consagrado del anonimato de Letrinet protegerá su mano de la vista de todos. Qué enorme placer. Qué infinita posibilidad para canalizar su odio, su resentimiento, su mediocridad».

El juego de palabras que une letrina e internet para formar Letrinet me parece por demás acertado; el párrafo entero me parece, sencillamente, brillante.

Donde todo confluye.

d7a4e75415595ab38f00d7a8506eaacb

                                                                  Toda la literatura es un palimpsesto»    José Saramago  

Hace unos días terminé de leer La muerte del padre; la polifacética novela de Karl Ove Knausgård. En ella el escritor noruego salta de la ficción al ensayo, pasa por la crónica y vuelve a la ficción sin solución de continuidad. Ahora estoy leyendo Filosofía política del poder mediático; de José Pablo Feinmann; libro que, como su título lo indica, es de filosofía, pero… no todo está tan claro hoy en día. Feinmann (también novelista y guionista de cine) se permite capítulos enteros de ficción para ejemplificar mejor sus puntos de vista o sus tesis; así, en este caso, se pasa del ensayo a la ficción, se pasa por la crítica cinematográfica y se vuelve al ensayo de manera constante. Entonces es cuando el acápite de José Saramago cobra cuerpo y forma: toda la literatura es un palimpsesto. Toda la literatura es un campo de batalla donde todo se está haciendo y rehaciendo y donde (por fortuna para nosotros) aún queda mucho por hacer. También de Saramago son las siguientes palabras: “En la novela puede confluir todo: la filosofía, el arte, el derecho, todo, incluso la ciencia, todo, todo. La novela como una suma, la novela como un lugar de pensamiento”. He allí el punto central: “un lugar de pensamiento”; es decir, un lugar donde lo mejor de la humanidad encuentra su lugar.

La beligerancia de Dios (otra vez)

sl04fo03

“Concebimos la historia como conflicto. Toda diferencia es alteridad pero establece un conflicto. La política puede licuarlo o ponerlo al rojo vivo. El mundo no es la danza del caleidoscopio de las diferencias, la armonía y la convivencia de los dialectos. El mundo es oposición y antagonismo. También alianzas, estratégicas o tácticas. Pero todos los sujetos históricos persiguen algo. A veces es lo mismo y ahí late el antagonismo y hasta la guerra y la sangre. La filosofía debe pensar la beligerancia de Dios. Ya que todos lo reclaman como cruzado de su causa. Pero no es más que un estandarte, una excusa con el prestigio de lo sagrado. Dios no nos mira. Hoy, el dios que nos vigila es internet”.

José Pablo Feinmann. Filosofía política del poder mediático (La cursiva es mía).

Historia, política, religión, todas ellas aunadas a través de un solo término: conflicto. Y como otra síntesis, allí, observando todo, internet. Y una nueva pregunta: ¿Quién está detrás de ella?

Nota: A raíz de un comentario por demás rico y que agradezco, volví a esta entrada que subí hace ya más de un año y medio. Creo que la cita y la pregunta final siguen vigentes y como es un tema que sigue interesándome, vuelvo a dejarla aquí para conocer sus pareceres al respecto. no es habitual que uno vuelva a subir entradas previas y hasta es posible que sea poco elegante; pero insisto: el tema me interesa (hasta diría que me apasiona) y a veces eso es todo. ciertas ideas, como ciertas palabras, vuelven a nosotros sin necesidad de que las andemos buscando.

Ellos dos

che_guevara_y_jean_paul_sartre_1.

La foto es conocida: Sartre está en un sofá y se inclina para encender su habano. El que le da fuego está en una silla fuerte, una silla de hombres con mando y poder, y la altura de la silla es mayor que la del sofá, motivo por el que este personaje mira desde arriba al otro, a Sartre. También es más alto. También es más bello, cosa nada difícil ya que Sartre es, decididamente, feo. También es más joven. Admira a Sartre, pero no deja de hacerle sentir que el hombre de acción es él y que, por serlo, la historia es asunto suyo. No en vano es Sartre quien ha cruzado el océano para hablarle, no al revés. El hombre de la silla-poder es Ernesto “Che” Guevara. Extiende su brazo derecho y le da fuego a Sartre: enciende su habano. Hoy, ellos dos, que tanto se equivocaron según gustan señalar a izquierda y derecha todo tipo de voces, que tan superados están, que tanto eluden o silencian los académicos, no citando jamás a Sartre y haciendo del Che una momia devenida, son uno de los pocos símbolos genuinos de la rebeldía humana.

José Pablo Feinmann, en Página/12, diciembre 2014.

Dos novelas policiales

aaa 003

No soy muy afecto a las novelas policiales, pero a veces son una buena distracción entre lecturas más «densas» o que requieran mayor atención. Algo así como ocurre con el cine, cuando para descansar de una seguidilla de dramas o películas complejas nos abandonamos a una comedia ligera que nos permite pasar un buen rato de distensión.

Soy un admirador y seguidor de José Pablo Feinmann; creo que he leído cerca del ochenta por ciento de su producción, así que algo conozco de este filósofo, escritor, guionista y ensayista. Últimos días de la víctima fue su primera novela y es uno de los pocos libros de él que me han parecido decididamente malos. Bajo los tópicos habituales de la novela negra norteamericana (lo cual no es un defecto, por cierto), Feinmann construye una novela ligera pero que no llega a cuajar del todo. Las premisas de las que parte (el asesino a sueldo que se obsesiona con la víctima) no se sostienen en lo más mínimo. Uno espera que al final haya un giro inesperado que «encuadre» todo bajo una nueva luz (ésa es una de las razones por las cuales la literatura policial no me agrada; el lector siempre está tratando de adelantarse al autor y tratando de descubrir el final antes de tiempo. El autor, entonces, se ve obligado a giros y «vueltas de tuerca» a veces demasiado artificiales), pero eso no ocurre. El giro inesperado nos deja totalmente fríos.

Las ratas, de José Bianco, también es una lectura ligera, sencilla, directa. Pero al contrario que la novela de Feinmann, Las ratas está bien escrita. A lo largo de capítulos concisos y de escritura sencilla y elegante, Bianco va desgranando datos y circunstancias con las cuales vamos armando la totalidad de la historia. El inevitable giro del final está muy logrado (tal vez su misma sencillez sea el mejor de sus valores); y uno cierra la breve novela con satisfacción.

La novela policial, insisto —y esto es una apreciación totalmente subjetiva— es un género que nos lleva del punto A al punto B y listo, eso es todo. Últimos días de la víctima nos lleva a través de un paisaje árido a un lugar donde no nos espera nadie. Las ratas, por el contrario, nos lleva a través de paisajes agradables a la vista mientras nos acompaña una música tranquila y cálida a un destino donde no nos esperan fuegos artificiales ni grandes paisajes; sino tan sólo un amigo al que abrazamos con afecto y con el que nos vamos a charlar de cualquier otra cosa.

Una moral añeja (750 años no son nada)

La Pontificia Universidad Lateranense es un universidad de derecho pontificio con sede en Roma, Italia. La universidad también recibe la sesión central del Pontificio Instituto Juan Pablo II para Estudios sobre el Matrimonio y la Familia. La universidad es conocida como «Universidad del Papa». Gran Canciller de la universidad es el Vicario General del Santo Padre para la diócesis de Roma, por lo que la universidad está directamente bajo la autoridad del Papa. La unniversidad puede presumir de cuatro santos entre sus ex alumnos. Hoy en día la Pontificia Universidad Lateranense tiene una población estudiantil de más de 100 nacionalidades (www.pul.it). En un seminario sobre ¿Existe el verdadero amor en el acto homosexual? llega a severas conclusiones. El tema sobresaliente del seminario es: Homosexualidad: alteridad, intimidad y castidad. El expositor anticipa el desarrollo de los temas. Así: «Llegando al final de este seminario sobre la Homosexualidad es hora de darle la palabra a los clásicos, en este caso concreto a San Tomás de Aquino».

Feinmann, José Pablo. Filosofía política del poder mediático.

Hasta aquí Feinmann, quien sigue analizando el seminario en cuestión y el texto es un poco largo (de todos modos, si quieren saber la conclusión, es ésta: «Por lo tanto, podemos afirmar que no existe verdadero amor ni pleno placer en el acto homosexual» ¿Es que acaso esperaban otra cosa?). Yo me detengo aquí porque ya está todo dicho: para analizar temas de índole sexual los católicos se basan en San Tomás de Aquino y en su Summa Theologica. Es decir que el catolicismo atrasa unos 750 años, cosa que la mayoría de nosotros ya venía sospechando. Si tardaron más de 400 años en reconocer que Galileo tenía razón (lo cual es equivalente a tardar más de 400 años en reconocer que la Tierra gira en torno al Sol y no al revés) creo que ya va siendo hora de que la Iglesia Católica (y, por lo tanto, los católicos) reconozca que los homosexuales son personas que aman como cualquiera de nosotros y que sí, que sienten verdadero placer sexual.

Termino de escribir lo anterior y dudo. Me posee una profunda vergüenza ajena; esa que se siente cuando uno observa el actuar de un ser patético, ignorante pero no inocente de esa ignorancia; en suma: pobre de espíritu, para usar esa expresión tan cara a su vacía verborragia.

santo tomás imagen

El Triunfo de Santo Tomás de Aquino (1471). Benozzo Gozzoli (Italiano, 1420-1497). Tempera sobre madera.
Museo del Louvre.

La inscripción debajo de la gloria que contiene a Cristo expresa su acuerdo con la teología de los escritos de Santo Tomás de Aquino: BENE SCPSISTI DE ME, Thomma («Has escrito bien de mí, Tomás «). El santo está entronizado en el centro entre Aristóteles (a la izquierda) y Platón (a la derecha). A sus pies se encuentra el erudito árabe Averroes, cuyos escritos refutó.

Nota posterior: corrijo el último punto. Tomás intentó refutar a Averroes, cosa que no consiguió (sí, por supuesto, desde el punto de vista católico; pero éste tiene tanta validez empírica como cualquiera de sus dogmas. Es decir, por si no quedó claro, que validez científica no tiene ninguna).

Cristina, Noticias y José Pablo Feinmann

000aaa01

A lo largo de estos últimos años, la revista Noticias se ha convertido en una fuente constante de provocación sostenida, gratuita, y vulgar enfocada en la figura del ex Presidente Néstor Kirchner y en la de la actual Presidenta, Cristina Fernández.. No me cabe ninguna duda —y esto es una apreciación absolutamente personal— de que lo que está buscando Jorge Fontevecchia (CEO de Editorial Perfil), es que en algún momento censuren a alguna de sus publicaciones. Claro, esto sería el mejor ejemplo de profecía autocumplida; Fontevecchia y otros grupos por demás conocidos por su odio visceral a la figura de la Presidenta, se han cansado de decir que en Argentina no hay libertad de expresión, que hay «listas negras», que se «compran» periodistas, etc., etc. Que prohíban la circulación de un solo número de la revista Noticias, por ejemplo, sería la prueba evidente de que esto que tanto se denuncia (curiosamente, desde todo tipo de medios gráficos y audiovisuales) es una realidad palpable y de que todos corremos peligro (palabra mágica en manos de los agoreros de turno). 

La tapa que ilustra el comienzo del post fue publicada hace un par de días y fue rápidamente repudiada por asociaciones varias, por parte de la Cámara de Diputados y por personalidades varias, además de por un amplio sector popular. Y es que no deja de ser una afrenta no sólo para la figura presidencial sino, por extensión, para todos aquellos que votaron a la actual conducción nacional. A eso debe sumársele el carácter machista y misógino de muchas otras tapas, en las cuales se muestra a la Presidenta de la Nación presa del éxtasis orgásmico o se la muestra como a una mujer golpeada.

Por fortuna, la revista Noticias no sufrirá censura alguna; por desgracia, Fontevecchia seguirá con su festival del odio y del mal gusto. Por casualidad, hoy leí el capítuo 27 de Filosofía política del poder mediático, de  Jose Pablo Feinmann, del que transcribiré unos fragmentos más abajo. Vale la pena dos minutos más de lectura, les doy mi palabra.

page

Hoy, en la mayoría de los países de América Latina, las clases dominantes han perdido el aparato del Estado. Pero no más. La situación es peligrosa. Las clases dominantes no se sienten cómodas si no están en el gobierno. De ahí el ataque a los gobiernos de Chávez, Correa, Evo y Cristina Fernández. Pese a haber perdido el Estado, las clases dominantes (el Poder) conservan el aparato religioso (en la Argentina: la Iglesia Católica, Bergoglio); el aparato escolar (se sigue enseñando la ideología dominante: no se ha alterado la visión oligárquico agraria y financiera de la Historia) y el aparato de información, que es enormemente más poderoso que cuando Althusser lo incluyó en su análisis. En la Argentina, durante 2010, ese «aparato de información» (según enumera Althusser: prensa, radio, televisión) se ha convertido en el arma más agresiva de los sectores hegemónicos. Los medios del Poder están en manos del Poder y difunden la ideología del Poder. Con una virulencia que va de lo brutal a lo soez.

[…] En suma, si se tiene el Estado pero no los medios que diseminan la ideología de las clases dominante, la tarea de mantenerse en el Gobierno es titánica. Salvo que pase el fenómeno que se está dando en la Argentina. La ciudadanía ha perdido credibilidad en unos medios que repiten una y otra vez la misma, compulsiva cantilena, esa monserga, ese fárrago sin nada fáctico que le dé forma, sin un político presentable, sin que nadie, detrás de los insultos, de las chocarrerías de bajo vuelo de personajes impresentables, vea algo consistente, sino sólo la ausencia de un proyecto, la ausencia de alguien capaz de llevarlo a cabo.

[…] Porque a nueva modalidad de este periodismo no es que falsea la verdad, la altera, la modifica de acuerdo a sus intereses. No, este periodismo ha adoptado la mentira como arma legítima de batalla. Los títulos deforman. O mienten. Los copetes son de una inmoralidad insuperable. Las fotos son las peores.

Feinmann, José Pablo. Filosofía política del poder mediático. Pgs. 132 y ss. Octubre, 2013.

 

El oxímoron de la soledad

0000aaaa circus 01

Un oxímoron une dos conceptos de significado opuesto que, en literatura, se utilizan para vigorizar cierta idea o imagen que se quiere imponer. No siempre es fácil encontrar la unicidad final del oxímoron, pero siempre produce un efecto de incomodidad o de asombro en el lector. Si Rubén Darío escribe: «rugido callado» uno piensa que se le fue la mano con el oxímoron. Pero si alguien escribe «desmayo dichoso» o «payaso trágico» ya vemos de qué se trata. Hay «desmayos dichosos». Y los payasos (para mí, al menos) son casi siempre «trágicos», un oxímoron sobre el que Charlie Chaplin ha hecho casi todo su cine. Sobre todo su excepcional filme El circo. Cuando Charlie, al final, se queda solo, sentado sobre su pequeña y destartalada valija, circundado por el enorme círculo que ha dejado en la tierra la carpa del circo que no está, el circo al que él pertenecía, el que lo abandonó y, con él, su heroína, uno comprende el oxímoron. Ése es un payaso trágico. Porque la imagen produce las dos cosas que busca. Por un lado nos reímos. La facha de Chaplin sentado sobre su patética valija y rodeado por un círculo perfecto exhibe una contraposición patética: qué enorme era el circo, que pequeño es Charlie. Y también: ¿qué hace ahí, qué espera, por qué se quedó, por qué está sentado justo en el centro del círculo, qué pretende señalar, de qué pretende ser el signo restante? ¿Del circo que ya no está? Pero si el circo no está es porque no está. De nada sirve que él se quede donde antes estuvo. Tal vez nos quiere decir que el circo era el centro de su alma y que ahora, que no está, él, o su alma, están solos. Aquí es donde empieza el otro efecto del oxímoron. Ya no reímos. Ahora nos apena ese hombrecito solo y hasta comprendemos (y ésta es la genialidad de la imagen: poder convertirse en una cifra de la condición humana) que todos somos él. Que todos estamos solos, sentados en el medio de algo que ya no está y condenados a esperar eternamente.

Feinmann, José Pablo; Filosofía política del poder mediático. P.28

0000aaaa circus 02

La beligerancia de Dios

sl04fo03

«Concebimos la historia como conflicto. Toda diferencia es alteridad pero establece un conflicto. La política puede licuarlo o ponerlo al rojo vivo. El mundo no es la danza del caleidoscopio de las diferencias, la armonía y la convivencia de los dialectos. El mundo es oposición y antagonismo. También alianzas, estratégicas o tácticas. Pero todos los sujetos históricos persiguen algo. A veces es lo mismo y ahí late el antagonismo y hasta la guerra y la sangre. La filosofía debe pensar la beligerancia de Dios. Ya que todos lo reclaman como cruzado de su causa. Pero no es más que un estandarte, una excusa con el prestigio de lo sagrado. Dios no nos mira. Hoy, el dios que nos vigila es internet».

José Pablo Feinmann. Filosofía política del poder mediático (La cursiva es mía).

Historia, política, religión, todas ellas aunadas a través de un solo término: conflicto. Y como otra síntesis, allí, observando todo, internet. Y una nueva pregunta: ¿Quién está detrás de ella?