Algunos aforismos de Fernando Pessoa

.

En estos tiempos donde todo se guarda y, si se tiene el nombre adecuado y más allá de la calidad de lo que se haya guardado, además, se publica, ha llegado a mis manos (no recuerdo cómo, la verdad) un pequeño libro con aforismos de Fernando Pessoa. El escritor portugués es siempre interesante, no cabe duda; y es posible que sea más interesante cuando no se está de acuerdo con él. Como sea, comparto aquí algunos de estos breves aforismos, enfocado, mayormente, en el arte y la poesía. La numeración de los aforismos es algo caótica gracias a esta espantoso nuevo formato que nos provee WordPress. Así que tuve que dejar la numeración a la que este formato me obligó y, entre paréntesis, dejé el número que corresponde al aforismo en el libro (nótese que, después de la segunda imagen, la numeración vuelve a comenzar desde el 1; cosa que no pude cambiar, aunque lo intenté).

.

  1. Dicen que finjo o miento todo lo que escribo, no. Yo simplemente siento con la imaginación.
  2. Todo libro que leo, sea de prosa o verso, de pensamiento o emoción, sea un estudio sobre la cuarta dimensión o una novela policíaca es, en el momento que lo leo, la única cosa que he leído.
  3. (4) No existe nada, ninguna realidad, excepto las sensaciones, pero de cosas no situadas en el espacio, y a veces ni siquiera en el tiempo.
  4. (8) La literatura, como cualquier forma de arte, es la confesión de que la vida no basta.
  5. (9) Todo arte es una forma de literatura, porque consiste en expresar algo. Hay dos formas de expresarlo: hablar y callarse. Las artes que no pertenecen a la literatura son la proyección de un silencio expresivo.
  6. (10) En la vida, la única realidad es la sensación. En el arte, la única realidad es la conciencia de la sensación.
  7. (14) No tengo ambiciones ni deseos. Ser poeta no es mi ambición. Es mi manera de estar solo.
  8. (15) El poeta es aquel que va siempre más allá de lo que puede hacer.
  9. (16) El poeta superior dice lo que siente de verdad; el poeta mediano, lo que decide sentir; y el poeta inferior, lo que cree que debe sentir.
  10. (19) A veces hay un gran placer estético en dejar pasar, sin expresarla, una emoción que exige palabras. Ningún poeta tiene el derecho de escribir versos sólo porque tiene la necesidad de ello.

.

  1. (20) no me preocupo de las rimas. Es raro que dos árboles, uno al lado del otro, sean iguales.
  2. (22) Afirmo que un poema es una persona, un ser vivo que pertenece, con presencia corporal y una existencia carnal, a otro mundo al que nuestra imaginación lo proyecta.
  3. (30) Esta tendencia de crear a mi alrededor otro mundo, semejante a éste pero poblado con otros habitantes, nunca dejó de perseguirme.
  4. (37) Mi alma es una orquesta secreta; ignoro cuáles instrumentos pulso y cuáles rechinan dentro de mí. Yo sólo me reconozco como una sinfonía.
  5. (39) Ayer sufrí la influencia refrescante de algunas páginas de estadística. Si se reflexiona con cuidado, el misterio del Universo se encuentra también ahí. Aunque no lo parezca.
  6. (66) Un, si es verdaderamente sabio, puede goza desde una silla de todo el espectáculo del mundo, sin saber leer, sin hablar con nadie, utilizando sólo sus sentidos con la condición de que su alma no esté jamás triste.
  7. (72) Lo que se necesita es ser natural y sereno en la felicidad y la desdicha. Sentir como quien mira, pensar como quien anda , al borde de la muerte, acordarse de que el día muere…
  8. (78) No las cosas, sino nuestra sensación de las cosas.
  9. (86) A cada quien su alcohol. Existir me procura bastante alcohol.
  10. (90) Me duele la cabeza y el universo.

Cada uno es lo que es (y anda siempre con lo puesto)

.

Esquivel

.

Dice Laura Esquivel: «Cada vez soy más consciente de que uno se convierte en lo que mira, en lo que recuerda, en lo que anhela, en lo que transmite. El futuro comienza hoy y depende de lo que elijo ver, de lo que me permito decir, de lo que quiero recordar y de lo que decido amar».

Este pequeño manual del buen sentido común nos ha llegado de manos de diferentes autores a lo largo de toda la historia; y no deja de ser curioso que, a pesar de ello, la gente siga prendida y prendada a sus pequeñeces de siempre. Del mismo modo en que se repite una y otra vez que «uno es lo que come» y otras cosas por el estilo, pocos parecen tener en cuenta los otros dos alimentos complementarios y tan necesarios como el primero: el intelectual y el espiritual. ¿Será porque una manzana es algo tangible y la verdad no? ¿Será porque sentimos cómo se aplaca la sed al tomar un trago de agua pero no tenemos esa misma sensación cuando comprendemos cómo actúa un argumento? Vaya uno a saber. La cuestión es que uno es lo que decide ser. Del mismo modo en que elegimos una manzana por sobre una chuleta grasosa o una chuleta grasosa por sobre una manzana, del mismo modo elegimos la verdad, la belleza, el honor, el amor o exactamente lo contrario, es decir: la mentira, la fealdad, la ignominia, el odio (y cada cerdo después se revolcará en su chiquero, por supuesto; la cuestión es ser consecuente con la elección y saberse responsable de ella). Como dije, esto nos los han dicho desde siempre diversos autores, cada cual a su modo y estilo. Tengo aquí, a mi lado, mi cuaderno de notas y encuentro citas de Séneca (allá a los lejos), de Spinoza (a mitad de camino) y de Fernando Pessoa (ya más cerquita). Me quedo con este último, porque lo dijo de manera poética y porque sí, porque eso también es elegir:

 

Poema XVIII

Ojalá fuese yo el polvo del camino
Y los pies de los pobres me pisaran…
Ojalá fuese yo los ríos que corren
Y hubiese lavanderas en mi orilla…

Ojalá fuese yo los sauces de la margen del río
Y tuviese sólo el cielo encima y el agua debajo…
Ojalá fuese yo el burro del molinero
Y él me golpease y me estimase…

Antes eso que ser el que atraviesa la vida
Mirando atrás y sintiendo pena.

Por qué leo, por qué escribo

.

Pessoa 03

.

«Hay metáforas que son más reales que la gente que anda por la calle. Hay imágenes en los escondrijos de los libros que viven más nítidamente que muchos hombres y mujeres. Hay frases literarias que tienen una individualidad absolutamente humana. Pasos de parágrafos míos hay que me hielan de pavor, tan nítidamente gente los siento, tan recortados contra las paredes de mi cuarto, en la noche, en la noche, en la sombra (…) He escrito frases cuyo sonido, leídas en voz alta o baja -es imposible ocultar su sonido-, es absolutamente el de una cosa que ha cobrado exterioridad absoluta y alma enteramente.

¿Por qué expongo yo de vez en cuando procedimientos contradictorios e inconciliables de soñar y de aprender a soñar? Porque, probablemente, tanto me he acostumbrado a sentir lo falso como lo verdadero, lo soñado tan nítidamente como lo visto, que he perdido la distinción humana, falsa creo, entre la verdad y la mentira».

Fernando Pessoa. Libro del desasosiego.

Siempre que la vida no me canse

Del inagotable Fernando Pessoa (publicado originalmente bajo uno de sus heterónimos más famosos: Ricardo Reis), este poema que no tiene título propio y que no lo necesita. Para empezar a recorrer este año como corresponde, las cosas claras, y mejor aún si están dichas con la mejor poesía.

 

430f443cec6becea5acc495cbc86193437455f66_hq

 

Prefiero rosas, amor mío, a la patria,
Y antes amo magnolias
Que a la gloria y la virtud.

Siempre que la vida no me canse, dejo
Que la vida por mí pase
Siempre que yo sea el mismo.

Qué importa al que ya nada importa
Que uno pierda y otro venza,
Si la aurora raya siempre,

¿Si cada año con la Primavera
Las hojas aparecen
Y con el otoño cesan?

¿Y lo demás, las otras cosas que los humanos
Acrecientan a la vida,
Me aumentan en el alma?

Nada, salvo el deseo de indiferencia
Y la confianza blanda
En la hora fugitiva.

 

Ojalá fuese yo el polvo del camino

 

Fernando Pessoa

Suele sucederme a menudo que escribir una entrada hace que aparezca enseguida una segunda entrada relacionada. Una idea lleva a la otra, dicen, y la verdad es que es una fortuna poder enlazar temas, autores, referencias. A ello ayudan mucho ustedes también a través de los comentarios, los cuales a veces despiertan alguna reflexión que luego puede trasladarse a una entrada propia y así seguir realimentándose en ese diálogo permanente que tenemos. Otras veces los comentarios son directamente el material de la entrada y, en ese sentido, estoy más que agradecido por el tiempo que se toman en compartir sus pensamientos con todos los que aquí estamos o pasamos.

Esta entrada de hoy, entonces, es una de ellas; una entrada hija de otra, en este caso, la de ayer, en la que compartí una cita de Gilles Deleuze sobre la necesidad o posibilidad de ser libres. Luego de subirla y dejarla programada, recordé un poema de Fernando Pessoa que leí por primera vez en una antología muy famosa en el Río de la Plata titulada, simplemente La mejor poesía, la cual fue compilada por un librero llamado Homero Alsina Thevenet.

El poema lleva el simple título de Poema XVIII; pero se lo conoce por su primer verso el cual es, también, el que titula esta entrada. Fue publicado por uno de los heterónimos de Pessoa, Alberto Caeiro y pertenece a su libro O Guardador de Rebanhos. Helo aquí:

 

Poema XVIII

Ojalá fuese yo el polvo del camino

Y los pies de los pobres me pisaran…

Ojalá fuese yo los ríos que corren

Y hubiese lavanderas en mi orilla…

Ojalá fuese yo los sauces de la margen del río

Y tuviese sólo el cielo encima y el agua debajo…

Ojalá fuese yo el burro del molinero

Y él me golpease y me estimase…

Antes eso que ser el que atraviesa la vida

Mirando atrás y sintiendo pena.

 

Este poema, entonces, cierra la cita de Deleuze. Ser libre implica una acción consciente, ya que nadie puede serlo por interpósita persona ni nadie puede serlo a través de los actos de otros. Ser libre es, en síntesis, querer ser el polvo del camino, antes que la nada que se es al no valorar la vida.

Abdica

road-wallpaper-7

Hoy, sólo algo de Pessoa. Algo de Pessoa sin comentario alguno porque, como siempre, él lo dice todo con esa precisión que impide agregar nada sin que uno se sienta un impertinente. Así que aquí está, Fernando Pessoa:

.
No tengas nada en las manos…

No tengas nada en las manos
ni una memoria en el alma,

que cuando un día en tus manos
pongan el óbolo último,

cuando las manos te abran
nada se te caiga de ellas.

¿Qué trono te quieren dar
que Atropos no te lo quite?

¿Qué laurel que no se mustie
en lo arbitrios de Minos?

¿Qué horas que no te conviertan
en la estatura de sombra

que serás cuando de noche,
estés al fin del camino?

Coge las flores, mas déjalas
caer, apenas miradas.

Al sol siéntate. Y abdica
para ser rey de ti mismo.

 

— ♠ —

Notas:

Átropos: En la mitología griega Átropos  era la mayor de las tres Moiras. Átropos elegía el mecanismo de la muerte y terminaba con la vida de cada mortal cortando su hebra con sus «aborrecibles tijeras».

Minos: En la tradición ática y en la etapa ateniense, Minos es un cruel tirano, el demandante del tributo de jóvenes atenienses que alimentaban al Minotauro.

¿Qué puede un hombre hacer?

91dc22b21f4ff115bd83dff2b55cf870

“Con una falta tal de gente con la que coexistir, como hay hoy; ¿qué puede un hombre de sensibilidad hacer, sino inventar sus amigos, o cuando menos, sus compañeros de espíritu?” Dijo, alguna vez, ese solitario recurrente que fue Fernando Pessoa y con quien no puedo menos que estar en un cien por ciento de acuerdo. No voy a caer en la demagogia de decir que es aquí, en este sitio, donde he encontrado lo que no siempre encuentro a mi alrededor de manera palpable. No voy a caer en la demagogia de decirlo de manera en extremo rosa, pero no quiero obviar esa verdad grande como un mundo. Es verdad que es aquí donde me siento más cómodo y acompañado. Claro, también hay algunos casos personales donde esto ocurre; pero si lo coloco en perspectiva con el resto de la gente con la que me encuentro día a día, éstos son un grano de arena en el desierto.
De allí, entonces, que uno le dé la razón a Pessoa y, ante la falta total de sensibilidad que se encuentra en el mundo diario que nos toca vivir, terminemos refugiándonos en esa charla interminable que es la lectura. Allí, tal como lo señala aquella cuarteta de Quevedo: “Retirado en la paz de estos desiertos, / Con pocos, pero doctos libros juntos, / Vivo en conversación con los difuntos, / Y escucho con mis ojos a los muertos”; volvemos siempre a estar con nuestros amigos.

Ojalá fuera yo…

Camino de tierra-93817

Ojalá fuera yo el polvo del camino
y que los pies de los pobres me pisaran…

Ojalá fuera yo los ríos que corren
y que las lavanderas estuvieran a mi vera…

Ojalá fuera yo los chopos en la margen del río
y tuviera solamente el cielo por arriba y el agua por abajo…

Ojalá fuera yo el burro del molinero
y que él me golpeara y me estimase…

Antes eso que ser el que atraviesa la vida
mirando atrás y sintiendo pena…

 

Fernando Pessoa (1888 – 1935)

Sincronía.

Hace un par de días terminé de leer El juguete rabioso, de Roberto Arlt (hoy pensaba escribir sobre él), ayer comencé con su segunda novela, los siete locos; y hoy me encuentro con esto:

[…]

-¿Qué es lo que lo contiene?

-En verdad, no sé… o… sí, tengo la seguridad de que es por esto. Creo que en el corazón de cada uno de nosotros hay una longitud de destino. Es como una adivinación de las cosas por intermedio de un misterioso instinto. Lo que ahora me sucede, lo siento comprendido en esa longitud de destino… algo así como si lo hubiera visto ya… no sé en qué parte.

-¿Cómo? No lo entiendo.

-Yo sí me entiendo. Vea, es así. De pronto a uno se le ocurre que tienen que sucederle determinadas cosas en la vida… para que la vida se transforme y se haga nueva.

-¿Usted cree que su vida?

Erdosain, desentendiéndose de la pregunta, continuó:

-Y lo de ahora no me extraña. Si usted me dijera que fuese a comprarle un paquete de cigarrillos, a propósito, ¿tiene un cigarrillo usted?

-Sírvase… ¿y luego?

-No sé. En estos últimos tiempos he vivido incoherentemente… aturdido por la angustia. Ya ve con qué tranquilidad converso con usted.

[…]

-De esta forma no podemos seguir hablando.

-Bueno, y cuando nos separábamos teníamos esta idea semejante: ¿y el placer de la vida y del amor consiste en esto?… Y sin decir nada comprendíamos que pensábamos en lo mismo…

Súbitamente Erdosain tuvo la fría sensación del viaje.


 

Dejo de leer de inmediato y me quedo en silencio. Recorro la contratapa del libro revisando datos que sé de memoria. Arlt escribió Los siete locos en 1929. Y siento que me está hablando sólo a mí; que ése diálogo escrito hace 85 años tiene un sólo destinatario. Sé, también, que eso ocurre a menudo; ya me ha pasado en otras ocasiones y circunstancias. Pero hoy es éste el fragmento indicado. Y dejo el libro a un lado mientras me quedo mirando la nada.

—♦—

Ahora, hace pocos minutos, una amiga que bien me conoce, con un guiño cómplice me envía la siguiente tira:

1959520_10202958838624180_2179345361510835756_n

Como si todo esto no fuese suficiente, otro amigo, minutos después (y sin saber de lo anterior), me hace otro regalo:

984108_896208870396298_2250067819721140659_n

—♦—

No me gusta mucho la expresión casualidad; prefiero, desde siempre, el concepto de sincronía. Me brinda la sensación de que no hay azar detrás de estas cosas. De que algo corpóreo, si se me permite el término, está enviándome determinadas señales. En este caso amigos que me tienen presente en sus pensamientos, a pesar de la distancia; o de otros amigos que me hablan desde el pasado remoto y que lo hicieron sin saberlo.

Wanderlust, wanderlust… cada vez que la nombro me parece más bonita…

 

Pessoa y yo

Ustedes saben cómo es esto, uno lee un texto aquí, uno allá y las cosas se van conectando, van tomando otro sentido o se van modificando en mucho o en poco; las relaciones vuelan y se reproducen en el aire o donde sea que se posen. Esto viene a cuento porque a raíz de una entrada de la Gran Danioska recordé éste clásico poema de Fernando Pessoa; el que alguna vez uno envió no como propio pero sí con la intención de que la receptora obviara el nombre del autor.

pessoa_dibujoalmada

Pero el tiempo va pasando y uno ya no es el mismo y ve que las personas que lo rodean tampoco son las mismas y por momentos insulta a la vida misma y por momentos se reconcilia con lo que sea que fuere esta cosa que nos toca vivir. Uno se vuelve un poco más cínico también, pero no se puede dejar de ser lo que se es y sabe que ése también es un estado pasajero. Entonces, primero, Fernando Pessoa:

Todas las cartas de amor son ridículas

Todas las cartas de amor son
ridículas.
No serían cartas de amor si no fuesen
ridículas.

También escribí en mi tiempo cartas de amor,
como las demás,
ridículas.

Las cartas de amor, si hay amor,
tienen que ser
ridículas.

Pero, al fin y al cabo,
sólo las criaturas que nunca escribieron cartas de amor
sí que son
ridículas.

Quién me diera en el tiempo en que escribía
sin darme cuenta
cartas de amor
ridículas.

La verdad es que hoy mis recuerdos
de esas cartas de amor
sí que son
ridículos.

(Todas las palabras esdrújulas,
como los sentimientos esdrújulos,
son naturalmente
ridículas).

 

Después, yo:

540983_162900900528911_1661281406_n

Pero, como dije, uno no puede dejar de ser lo que es y sigue esperanzado.

Ey… knock, knock… ¿Hay alguien ahí?