El horror ¡El horror!

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Asco

 

«La inteligencia humana es limitada, pero la estupidez, no tiene límites» Arthur Schopenhauer.

 

En mi primer (y hasta ahora único, pero por poco tiempo) libro de poesías, incluí un poema titulado Free Moon (el cual pueden leer aquí), donde imagino el horror ante la posibilidad de que alguien pueda colocar publicidad en la luna. El poema termina así:

Y la verdad es que no nos gustaría
que al alzar la vista una estúpida
con una estúpida sonrisa, o un simpático osito
o un Santa Claus de barba falsa
nos quieran vender una coca cola,
o chiclets, o el nuevo modelo de celular
(¡llamadas a la Luna con descuento!)
O una 4 x 4
Ideal para sortear cráteres.

Preferiríamos, en lo posible,
poder mirar hacia el cielo y verla allí
como hasta ahora, casi virgen,
con esa cara marcada de acné adolescente
que tanto conocemos
y que tan bien le queda.

 

Pues no pasaron más que un par de años para que la repulsiva noticia tenga visos de realidad. Ahora resulta que la empresa rusa Star Rocket tiene planeado colocar en órbita unos satélites que reflejarán la luz del sol para así poder colocar publicidad en órbita. Uno de los primeros interesados en esa posibilidad es Pepsi y la empresa dice que ya han superado los primeros obstáculos y que es posible que realicen el lanzamiento en el 2020. Aquí tienen un adelanto de la repugnante idea:

 

El nombre que anda dando vueltas por ahí es el de un tal Sítnikov, el cual dice cosas tan brillantes como: «Vamos a vivir en el espacio, y la humanidad comenzará a entregar su cultura al espacio. Los pioneros más profesionales y experimentados lo harán mejor para todos» Es decir, no dice nada y sólo se justifica a sí mismo. También leo, en el mismo artículo: «El directivo confía en que las marcas pagarán por los anuncios porque «el ego es más brillante que el Sol»» ¡Es cierto, igual que la estupidez!

No sé cuánto habrá de verdad en todo esto, pero por las dudas, ya voy preparando el boycott a cualquier empresa que utilice este tipo de publicidad. Yeah, baby… Free Moon…

Viviendo en la publicidad

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Estábamos con L. en un centro comercial, viendo unos libros cuando me topo con uno titulado 1001 sitios que debes conocer antes de morir (seguramente ustedes conocerán esa colección «1001… que…» ya sean películas, libros, comidas o lo que sea). Como a ambos nos gusta viajar lo hojeamos para ver qué sitios ya hemos visitado y a cuáles nos gustaría ir en el futuro. Nos causa un ligero asombro el hecho de que de Argentina o México apenas aparezcan cuatro o cinco sitios mientras que de los Estados Unidos aparecen cerca de treinta o tal vez un poco más. Le cuento a L. de una revista especializada en gastronomía cuya nota principal era «Los 100 mejores vinos de 2015» cuya lista estaba compuesta por unos sesenta vinos norteamericanos, diez chilenos, dos argentinos y el resto eran franceses, italianos, portugueses y españoles. Le digo que eso no está mal, que la revista, al igual que el libro que tenemos en la mano no es más que una forma de publicidad encubierta y que del mismo modo en que sabemos que México tiene más de cuatro sitios dignos de ser visitados (fíjense que ni siquiera figuraban los cenotes, por decir sólo un sitio específico), bien sabemos que un vino norteamericano difícilmente sea mejor que uno francés o uno español.

 

centro comercial (1)

 

Pocos minutos más tarde, ya fuera de la librería y dentro de un local de ropa, me topo con lo que ven en la foto anterior (aquí ya imaginé esta entrada y por eso mismo tomé la foto). ¿Qué hace, en medio de una tienda en México, una pila de ropa del más acendrado mal gusto norteamericano? Le dije a L. ¿Ves? «Ése es el triunfo de ese tipo de publicidad encubierta de la que hablábamos antes. Copiar o aprender de lo bueno de otros países es inteligente; pero cuando copias hasta lo malo, es que algo no funciona bien». Imagino que alguno habrá comprado varios de esos suéters para sacarse la famosa fotografía familiar, tan estúpida como horrible ¡Y aquí, donde ni siquiera hace falta un suéter!

Seguimos nuestro camino por los pasillos del centro comercial, rodeados de tiendas como Bed, Bath and Beyond, Skeechers, Lilians Coffee, Sears, Roberts, C&A, Vanity, Sally Beauty Supply, McDonald´s, Liverpool hasta que, desde el primer piso veo dos grandes carteles que promueven —en un país con una cultura gastronómica de primer nivel por calidad y variedad— los martes de hamburguesas y los Mondays Wings. Lunes de alitas y Boneless. ¿Dónde? Por supuesto, en McCarthy´s.

 

centro comercial (2)

 

«Bueno», le digo a L.; «está bien, como no tenemos otra cosa que hacer, este fin de semana nos dimos una vuelta por los Estados Unidos sin salir de casa. Es más; tengo la sensación de que esta es la verdadera Embajada de los Estados Unidos. Estos son quienes realmente mandan. El embajador es sólo un burócrata más». Y para que sonría le regalo una sudadera que acabo de comprarle y que en el frente dice I´am a Mexicana what´s your superpower?

 

centro comercial (3)

 

Nota al margen: Por tiempo indeterminado estaré sin conexión a internet, así que responderé a sus comentarios en cuanto pueda. Dejaré varias entradas programadas, así que éstas se subirán aunque no esté aquí. Pasaré a visitarlos en cuanto me sea posible.

Racismo sudaca

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Hace poco más de seis meses, en una publicidad informativa del gobierno argentino, se presentó desde la misma imagen el trasfondo racista del actual (des)gobierno de ese país. La imagen, como ven más arriba, muestra a una pareja rubia que recibe asignaciones familiares; mientras que la mujer de piel y cabello oscuros, quien no tiene un marido que la acompañe, recibe asignación universal por hijo o asignación por embarazo. Para poner en perspectiva a quienes pasan por aquí y no son argentinos, aclaro que la gran discusión con respecto a las asignaciones por hijo o las asignaciones por embarazo fueron una creación del gobierno de Cristina Fernández; es decir, del gobierno anterior. La idea era la de ayudar a esas personas que más necesitaban un apoyo económico. Desde la derecha (y desde la estúpida e ignorante clase media derechista argentina, la cual es pobre pero se cree oligarquía y centro del universo) se criticó a la medida como “populista” (el gran leit motiv de la derecha actual) y se decían cosas como “estas negras con tal de no trabajar se embarazan para cobrar del gobierno” y cosas similares. Esa publicidad que dejé más arriba muestra, simplemente, que la derecha llegó al poder y que el mensaje racista ya se ha hecho oficial.

Ahora, en estos últimos días, en mi querida y golpeada Argentina se han producido varias marchas en defensa de la educación pública (la cual siempre ha sido pública y gratuita, desde el jardín de infantes hasta la universidad, y siempre ha sido, también, de una gran calidad. Los cinco premios Nobel en ciencia que tiene Argentina han sido hijos de ese sistema educativo) y el diario Clarín, el cual es el verdadero dueño de Macri y del (des)gobierno actual, publicó un artículo destacando que la educación pública es malísima al lado de la educación privada. Como la mira está puesta en los maestros (quienes están en huelga pidiendo un más que válido aumento salarial) el artículo dice que los niños de las escuelas privadas les llevan “dos cuadernos de ventaja” a los de las escuelas públicas; y para ilustrar el artículo se añade la siguiente imagen:

racismo argentino (3)

El niño blanco, el que va a una escuela pública, tiene un gran reloj de alguna franquicia, útiles escolares, escribe. El niño de cabello oscuro no tiene nada y sólo mira. Los medios, otra vez, creando la realidad. Los medios, otra vez, mintiendo e inclinando el pensamiento de la masa. Los medios, otra vez, defendiendo a un corrupto e ignorante individuo (individuo que esos mismos medios llevaron allí) sólo para beneficio de unos pocos.

 

Si lo dice Berger…

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“La publicidad es la vida de esta cultura —en la medida en que sin publicidad el capitalismo no podría sobrevivir— y al mismo tiempo la publicidad es su sueño.

El capitalismo sobrevive forzando a la mayoría, a quien explota, a definir sus propios intereses lo más estrechamente posible. Esto fue logrado alguna vez por privaciones generalizadas. Hoy en día en los países desarrollados se está logrando imponiendo un falso estándar de lo que es y lo que no es deseable”.

La cita de John Berger pertenece a Ways Of Seeing, libro publicado en 1972, el cual reunía los textos escritos para el documental producido por la BBC ese mismo año. Creo que hoy habría que cambiar ligeramente la oración final de dicha cita, ya que el poder de la publicidad que impone un falso estándar no sólo se aplica en los países desarrollados, sino en todo el mundo por igual. De eso se trata, precisamente, la globalización; no de promover un desarrollo igualitario entre países y personas, sino de considerarnos a todos como potenciales consumidores.

No sé qué es lo que quiero, pero quiero más.

Consumo

“Todo lo que se come de más se quita del estómago de los pobres”. Dijo alguna vez el Mahatma Ghandi. Se refería, claro está, a una sencilla ecuación económica: Si sólo comemos lo necesario, no necesitamos comprar tantos alimentos, por lo tanto, si TODOS actuamos de esa manera, habrá menos demanda, lo cual significa que la oferta de productos será mayor y, como todos saben o deberían saber, a mayor oferta y menor demanda, el precio baja; por lo tanto, la gente de menores recursos puede acceder a más y mejores alimentos.

Ahora bien, el párrafo anterior es sólo tangencial con respecto al tema que quiero tratar hoy. El cual es la publicidad actual. Últimamente he visto una gran cantidad de publicidad de los mismos productos de siempre, pero ahora todas ellas –no importa del producto que se trate–, tienen algo en común: todas ellas nos prometen una compra limpia y ecológica.

Antes, cada publicidad nos hablaba de las virtudes de un producto, ahora no solo eso; sino que también nos dice que estamos ayudando al planeta. Sabiendo que en la actualidad la ecología es un tema importante, nos quieren hacer creer que además de comprar, estamos siendo buenos ejemplos de individuos sociales y responsables.

Quienes llegan hasta este sitio provienen de diferentes partes del mundo, así que cada cual debería prestarle atención a las publicidades de su país; estoy seguro de que, en líneas generales, se encontrarán con ejemplos parecidos a lo que ocurre aquí en Latinoamérica: las baterías Duracell nos aseguran 650 fotografías (como duran más, se desperdician menos), las petroleras nos aseguran menor contaminación, al igual que la industria automovilística; Starbucks nos promete que, con cada taza de café accedemos a un café natural y que, además, siempre pagan lo adecuado a los proveedores de Sudamérica. Los detergentes, cremas, desodorantes y otros productos de limpieza (además de eliminar el 99,98% de los gérmenes, el cual es tema para otro post), se hacen a base de elementos biodegradables, etc., etc., etc.

Las publicidades, como siempre, sólo tratan de engañarnos. La realidad es que las mejores baterías son las recargables (cuestan cuatro veces más, pero duran entre 20 y 30 veces lo que una batería común); con respecto a los automóviles, lo mejor es usarlos en la justa medida, es decir cuando es necesario y es bien sabido que ya la tecnología les permitiría comercializar autos realmente ecológicos; y así podemos seguir con todos y cada uno de los productos que vemos día a día.

El objetivo de la publicidad es hacernos comprar todo y de todo, aun aquello que no necesitamos; así que aquí es cuando entra a cobrar sentido aquella frase de Ghandi con la que comencé el post. No sólo deberíamos aplicarla a los alimentos, sino a todo aquello que nos rodea en estos tiempos modernos. Comprar estrictamente lo necesario y en la menor cantidad posible.

Querida, llegó el hombre de la casa…

tumblr_lctcvh5RwJ1qao1t8o1_500 ¿Dónde se puede golpear a su esposa?

La respuesta es geográfica. No puede hacerlo en Pittsburgh, pero cierto castigo marital a sido autorizado en Canadá y Chicago.

Revisar publicidades y publicaciones viejas tiene su encanto. Ya alguna vez subí  una entrada sobre viejas publicidades de cigarrillos, en donde se destacaba las bondades de fumar y del atractivo sexual que provoca esa costumbre. Hace unos días encontré el artículo con el que comienzo la entrada de hoy y de inmediato me puse a buscar más material. Curiosamente, no me costó mucho encontrar una gran cantidad de imágenes. Desde recortes de periódicos, artículos, publicidades y hasta viñetas de historietas que promovían estas formas de castigo justificándolas de uno u otro modo.

tumblr_n1a2hp7WZo1suzvb1o1_1280¿Tiene una mujer gruñona? ¡Castíguela!

Aunque falta mucho camino por recorrer, creo que hemos avanzado algo en este aspecto; al menos en occidente. Creo que en los países musulmanes va a llevar algo más de tiempo sacarlos del medioevo donde están estancados. Y un pequeño pedido para las feministas desbocadas: cuídense, queridas amigas, de extrapolar estas imágenes de manera ligera y arbitraria; si bien esto pasaba no hace mucho tiempo atrás, los hombres de hoy somos otros estamos con ustedes en esta lucha por erradicar costumbres como éstas. Peleemos juntos, no unos contra otros; y que estas imágenes sirvan como pequeño adelanto de un breve libro de historia, no como pruebas en una corte o juzgado.

La siguiente galería contiene imágenes en inglés; no las traduje porque la entrada sería excesivamente larga y porque creo que no es necesario. El punto está probado. Para ver las imágenes en mayor tamaño, hacer clic sobre una de ellas.

 

Medios de incomunicación II (Política III)

TV 01Abierta todos los días del año las 24 horas, y con la comodidad de tenerla en casa, hoy la televisión es la gran iglesia universal desde donde nos llega la «palabra divina». En la nueva era, la colonización imperial se mantiene inalterable, igual que en los siglos que precedieron a su expansión. Pero hay un cambio sustancial en su promoción: demostrada la ineficacia de este sistema para satisfacer las mínimas ambiciones del ser humano, la oferta de inclusión queda reducida solamente a aquellos que poseen los recursos para acceder a los bienes materiales. Porque el mundo de hoy no está pensado para personas, sino para clientes.

A través de los medios, a esos hombres y a esas mujeres que todavía pueden subirse a un tren de vida normal, se les crea entonces un impulso para que sientan la necesidad de adquirir cosas, la que requieren para lo cotidiano pero también las que no resultan indispensables para el día a día de cada uno.

Pero además de ese aspecto comercial más que conocido, hay un par de aspectos que no por menos obvios tendré que dejar de nombrarlos. Uno de ellos es el de la constante degradación de la calidad de los programas. Antes, al menos, quienes no querían ver la basura obvia de la pantalla, encontraba refugio en algunos canales donde se encontraba programación de cierta; ahora ni siquiera eso. Canales como History Channel Discovery Channel han pasado a ser la burla de la red, con su panoplia de extraterrestres y su monotemática recursividad de temas (a The History Channel lo he visto ridiculizado como The Hitler Channel, ya que hubo un tiempo donde parecía ser el único tema del que disponían material). Hoy, entre la banalización general, los eternos y ubicuos partidos de fútbol y el pobrísimo nivel de los canales en general, la oferta se divide entre basura, mala basura o peor. El otro punto que lleva la idiotización a niveles denigrantes incluso para los mismos hombres, es la denigración —valga la redundancia— de las mujeres. 

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Éstas, salvo honrosas excepciones, sólo aparecen en la pantalla para mostrar sus cuerpos y, cuanto más desnudos, mejor. Lejos me encuentro de cualquier atisbo de pacatería; si hay algo que aprecio como el que más es la belleza de un cuerpo femenino. Pero cuando por cualquier motivo o excusa me ponen un culo en primer plano (y no digo trasero porque, precisamente, eso sería caer en la pacatería más vulgar y porque, además, lo que ponen en las pantallas de T.V. son, quiérase o no, eso: culos) no solo rebajan a la mujer a mero objeto, sino que también me rebajan a mí a mero observador pasivo de un objeto lejano, inalcanzable. En ese sentido el cuerpo de las mujeres que aparecen en la T.V. cumplen el mismo fin que el del auto cero kilómetro de la publicidad que la antecede o la precede: mira y desea, porque seguramente nunca podrás tener algo así.

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Esto, al igual que lo que decía ayer, no se circunscribe solamente a la Argentina; sino que ya es un mal general. Cada cual en su país podrá poner el ejemplo que crea adecuado. En la Argentina hay cientos, sino miles. Se ha llegado a tal nivel de idiotización que la más popular de las conductoras televisivas, en una entrevista (no he podido encontrar el nombre de la científica con quien estaba hablando) logró el siguiente diálogo: Científica: «Hemos traído un dinosaurio de la patagonia…» Susana Giménez: «¿En serio? ¿Vivo?» Ante tamaña burrada la mujer no pudo menos que reír. No he incluido el video aquí por vergüenza ajena, pero si quieren ver 20 segundos bizarros, les dejo el enlace. El que tienen en la imagen de la izquiera no es otro que Marcelo Tinelli, el rey de la T.V. basura argentina (aunque no es el culpable de nada; simplemente apareció en el momento justo y aprovechó la ocasión. El poder le sirvió en bandeja de plata, después, todo lo que quiso, pero ese es otro tema) y el que lo acompaña, disfrazado de diablo, es Ricardo Fort, heredero de una caudalosa fortuna y cuyo sueño, su leit motiv era «ser famoso». Lo fue pero lo pagó caro: murió el pasado diciembre a los 45 años, víctima de una larga serie de operaciones a las que se sometió para modificar su cuerpo y su rostro y de los excesos a los que en su breve paso por la fama (ésta le duró apenas unos cuatro o cinco años, no más) se brindó por entero. Mucho no importó. Fort fue olvidado y la máquina de picar carne ya debe estar preparando su próxima marioneta para entretener a la audiencia a cualquier costo.

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Publicidades de antaño

Estaré bien!

…24 horas al día tu Doctor está «de guardia»… cuidando tu salud… protegiendo y prolongando la vida….
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De acuerdo con una reciente encuesta realizada a nivel nacional: LOS DOCTORES FUMAN MÁS CAMEL QUE CUALQUIER OTRO CIGARRILLO!¡Qué suerte tenía la gente antes! Uno podía comer como una bestia, tomar como correspondía, y fumar sin sentimiento de culpa alguno; después de todo el cáncer no era más que otro misterio insondable y el colesterol ni siquiera formaba parte de nuestro vocabulario común.
Todo estaba bien hasta que llegaron esos aguafiestas que nunca faltan y que con sus datos estadísticos y sus afanes de justicia andan por ahí amargándole la vida a la gente de bien. Sin duda, como decía no me acuerdo quien: Todo tiempo pasado fue mejor.
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«Échaselo en la cara y te seguirá a cualquier lado».

Me imagino. ¡Qué delicia! No hay mejor modo para conquistar a una mujer que tirarle el humo de un cigarrillo (mejor dicho, y por lo que se ve en la publicidad: cigarro) en la cara. El maravilloso humo de segunda mano la envolverá y cual grácil fantasía de dibujo animado se transformará en una mano que la guiará directamente a tu lecho donde lamentablemente, y debido a las substancias que dicho cigarro posee, deberás hacer uso de mucha imaginación y técnicas accesorias para conseguir lo que tú ya sabes.
Todo un hombre, todo un Playboy digno de las mejores fiestas en lo del viejito Hefner o Larry Flint
Supongo que esta publicidad era posible en los 70’s, ya que ahora si le llegás a tirar el humo de un cigarrillo en la cara a alguien, aunque sea ésta una persona fumadora, podés recibir a cambio desde una invasión de bacilos provenientes de un ataque de tos de la persona afectada hasta una demanda de dos millones de dólares por catorce razones diferentes, las que pueden incluir «ceguera momentánea causada por la viscosidad del humo» y «Trauma Psicológico debido al conocimiento de que esa substancia contiene cancerígenos que podrían acarrearle la muerte, digamos, en cuarenta años».

Quien parece que leyó la publicidad y se la tomó bien en serio es éste muchacho:

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Lo que no sabemos es cómo terminó el experimento, si con una perforación pulmonar a la primera pitada o con varios kilómetros de gasa furacinada en el Instituto del Quemado.

El publicista de Bergoglio

Hace unos días me encontré con una foto y una noticia curiosa. En medio de su paso por la Plaza de San Pedro, una paloma blanca vino a posarse en la mano de Jorge Bergoglio, más conocido ahora como el Papa Francisco.

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Por supuesto, muchos portales de internet hablaban de milagro; porque ya se sabe cómo es eso, cualquier cosa fuera de lo común la iglesia católica lo atribuye enseguida a una injerencia directa de su dios; como si éste no tuviera otra cosa que hacer que mostrarse en la corteza de un árbol o en una tostada (dato al margen: Pareidolia se llama al fenómeno psicológico que consiste en que un estímulo [generalmente una imagen] sea percibido erróneamente como una forma reconocible).

Ahora sale a la luz este gracioso y tierno video, donde se ve a un pequeño que corre y ocupa el trono papal y hace algunas gracias junto a Francisco. Nadie lo detiene (y eso que el Papa tiene un sistema de seguridad mayor que muchos presidentes o primeros ministros europeos) y tampoco aparecen los padres, lo cual ya resulta más llamativo. El video que dejo aquí dura menos de un minuto, pero las noticias hablan de que el pequeño estuvo junto al Papa durante unos veinte minutos.

Me perdonarán los bienpensantes de siempre; pero esto huele a estofado mal cocinado para aquellos que quieren creer en milagros a como dé lugar. Sin duda alguna, Bergoglio tiene un publicista muy superior a Ratzinger, y ello se nota en los comentarios del público en general y, sobre todo, en la prensa mundial, la que ya sabemos aliada del poder de turno, sea éste cual fuere. Un ejemplo claro de esto que digo es lo que ocurrió de verdad con el caso del publicitado milagro de la paloma. En realidad, una persona de entre la multitud le acerca a un agente de seguridad una jaula con dos palomas. Francisco, en un gesto notable, único, transgresor, inesperado, las libera; pero la segunda de ellas, asustada, se detiene unos segundos en la mano del Sumo Pontífice. Así que eso es todo; de milagro, nada de nada.

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Lo de la paloma, entonces, no pasa más allá de lo que puede hacer cualquier miembro de una sociedad colombófila cualquiera. Lo del niño colombiano es, en una palabra, repugnante. La iglesia católica toda está manchada con los interminables casos de abusos a menores y con los posteriores encubrimientos a los sacerdotes pedófilos o con supuestas quiebras para no pagar las indemnizaciones correspondientes que fueron dictadas por la justicia. Entonces, hacer actuar a un niño para intentar lavar esas huellas ya indelebles es otra forma de abuso infantil.

La iglesia católica puede hacer mucho más para lavar su imagen que estas patéticas muestras publicitarias. por ejemplo, puede lavar su imagen, pero haciéndolo de verdad.

Por ellas

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He aquí una idea simple y poderosa: la campaña de la ONU Mujeres hecha por medio de verdaderas búsquedas sugeridas en función de autocompletado de Google. El creador de la campaña, Christopher Hunt, director de arte de Ogilvy & Mather Dubai, ofrece este resumen : «Esta campaña utiliza el motor de búsqueda más popular del mundo (Google) para mostrar cómo la desigualdad de género es un problema mundial. Los anuncios muestran los resultados de las búsquedas genuinas, destacando las opiniones populares de toda la World Wide Web. » La letra pequeña de cada anuncio dice «Search Google actual en 09/03/13. » Mientras que los usuarios de Google en diferentes países pueden obtener resultados diferentes, una prueba rápida muestra que varios de estos términos sugeridos sin duda vienen de las búsquedas estadounidenses. Desde su creación, el autocompletado se ha convertido en un dispositivo popular para el debate social. Este tipo de anuncios sin duda, hace lugar a profundas cuestiones sociales, dignas de ser compartidas y de ser discutidas en todos los ámbitos posibles. Es desalentador que tanta gente, a lo largo y ancho de  todo el mundo, comparta estas opiniones; por eso mismo, estas campañas sólo serán útiles en la medida de que cada uno de nosotros, como miembro integral de la comunidad, ponga manos a la obra y trabaje, repito, en todos los ámbitos en que le sea posible.