Apatía

Hoy es un día que, presumo, va a ser particularmente duro. Me siento presa de la más profunda apatía, del más profundo y visceral cansancio. Hablo de un cansancio metafísico, existencial, no solo físico. Solo quisiera irme a casa y no estar aquí, donde las horas son todas iguales en su llano vacío, en su insustancial presencia o paso.
Pienso en escribir sobre algo y todo me resulta vano, insustancial, absurdo. Es un pérfido círculo vicioso: mi apatía hace que vea todo como absurdo, y ver todo como absurdo acrecienta mi apatía. Los temas que más me gustan y sobre los que más he escrito aquí (poesía, literatura, arte, filosofía) los miro, en este momento, con profundo desdén, como si fuesen una pieza sin mayor sentido en este rompecabezas que es la realidad.
Pero veamos: la apatía se define como la falta de interés, entusiasmo o motivación por algo. Se caracteriza por una actitud de indiferencia o pasividad ante las cosas que normalmente deberían generar emoción o preocupación. La etimología de la palabra proviene del griego «apatheia», que se compone de «a» (sin) y «pathos» (sentimiento, emoción); y sí, me describe en este momento a la perfección.
Busco en la red qué puede ser causa de la apatía, porque no veo nada en mí que pudiera ser causa de ella, y encuentro la siguiente lista:

Depresión
Estrés
Aburrimiento
Agotamiento
Falta de sueño
Trastornos de la personalidad

Me analizo y veo que podría señalar los siguientes puntos: Depresión (no), estrés (no), aburrimiento (algo), agotamiento (no) falta de sueño (sí) trastornos de la personalidad (no). Yo, de manera personal, agregaría algo ajeno a mí pero que sé que viene a acrecentar este malestar: día gris (sí).
Veo, entonces, que tal vez el tema no sea para tanto; quizás con una noche de buen sueño y algo para entretenerme pueda salir de este estado anímico.

Como siempre, trabajar en uno mismo puede ser la respuesta, aunque ello implique remar en un mar de gelatina. Hay que hacer un esfuerzo mayúsculo, porque esa frígida dama de nombre griego está allí, sentada en la popa del bote diciendo de manera constante «¿Para qué te esfuerzas? No vale la pena». Y yo me digo (porque no es a ella a quien van dirigidas esas palabras, sino a mí mismo y a nadie más que a mí mismo): «Hazlo. Paso a paso, pero hazlo. Remar, en estas circunstancias, es el único modo que tienes para volver a casa».
Y por Dios que voy a volver.

Donde bebe el caballo

«Bebe agua donde bebe el caballo.
Un caballo nunca tomará agua mala.
Tiende tu cama donde duerme el gato, descansarás plácidamente.
Come la fruta que ha sido tocada por una lombriz, es la mas sana.
Sin miedo recoge los hongos donde se posan los insectos, no hay veneno allí.
Planta un árbol donde el topo escarba, esa es tierra fértil.
Construye una casa donde las víboras toman el sol, el hielo no llegará.
Cava un pozo donde los pájaros se esconden del calor, encontrarás agua.
Ve a dormir y levántate al mismo tiempo que las aves, cosecharás los granos de oro de la vida.
Come más verde, tendrás piernas fuertes y un corazón resistente, como el alma de los árboles.
Mira al cielo más seguido y habla menos, para que el silencio pueda entrar a tu corazón, tu espíritu esté en calma y tu vida se llene de paz»

San Seraphim de Sarov
Monje y místico ruso, 1754-1833.

Encontré este breve texto (tal vez un poema, es difícil saberlo) y, mientras medito sobre qué escribir y sobre lo que no, lo comparto porque, en su sencillez, veo reflejado en este momento el que yo soy hoy (faltaría, ahora, un texto surrealista para reflejar el estado de confusión; pero por ahora, dejémoslo así).

A través de innumerables almas

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Dijo Nietzsche: «Un alemán que tuviera la desfachatez de afirmar “Dos almas, ¡ay!, moran en mi pecho”, estaría atentando gravemente contra la verdad, o mejor dicho, se estaría quedando muchas almas por detrás de la verdad».

Al respecto, comenta Byung-Chul Han: «Quien afirme tener dos almas en el pecho, escribe Nietzsche, atenta gravemente contra la verdad. Se queda muchas almas por detrás de la verdad. La vida es el camino a través de innumerables almas: «Mi camino atravesó cien almas». La muerte saca adelante la vida. La vida atraviesa la muerte. Se vive muriendo. La vida es un «ir muriendo permanentemente». El «camino a través de innumerables almas» no se recorre dialécticamente. Lo que caracteriza al peregrino que recorre las almas no es la superación ni el deseo de acumulación, sino la despedida. La vida es un permanentemente duelo sin compensación dialéctica: «Recorrí mi camino atravesando cien almas, algunas despedidas tuve ya, conozco las horas últimas que rompen el corazón». (Caras de la muerte, p. 109).

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Cuando leí este fragmento de Byung-chul Han no pude menos que recordar Límites, aquel poema de Borges que suelo citar demasiado a menudo aquí, sobre todo estos dos versos: «Para siempre cerraste alguna puerta / y hay un espejo que te espera en vano» que me parecen la síntesis de lo que expresaron ambos filósofos: la vida como un devenir constante del que no siempre (o, mejor dicho, casi nunca) somos conscientes. Todo es una despedida constante y nosotros mismos estamos en un estado de modificación personal permanente, es decir, que de alguna manera estamos despidiéndonos de nosotros mismos a cada momento.

Casualmente hace unos días escribí en mi diario: «Cualquier persona que sostenga sus convicciones por más de seis meses debería ser considerado como un conservador». La cita resultó premonitoria de lo que leería dos días después; pero eso no es raro, seguramente algún tiempo atrás, vaya uno a saber cuándo, ya había leído ese fragmento de Nietzsche y, como dije, esos versos de Borges siempre están en mi memoria, así que el hecho de que yo diga algo así no significa nada más que tal vez el germen de esa idea que creí mía no lo era tanto. Otra pequeña modificación, y esto no me molesta en absoluto; es que esa cita la escribió otro Borgeano; uno pretérito. El de hoy ya sabe, ahora, que no fue nada original cuando escribió eso.

Veremos qué dice el de mañana con respecto a esto que aquí se termina…

Las explosiones son primavera

Para L., mi estación favorita.

Las explosiones son primavera – Salvador Dalí

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Las explosiones son primavera

Las explosiones son primavera
como manchas de sangre en un fondo de nieve
o nubes en tono pastel abandonadas en el cielo
por un artista indisciplinado y olvidadizo.
Palabras que renacen, voces
desde lo alto de un árbol, en un nido
donde pichones hambrientos no dan tregua
a sus incansables padres.
Voluntad atareada, velo descorrido
(recuerdo rasgado de anteriores destellos)
polen viajero, brote y tallo
aire espejo
reliquia
voces de enamorados en promesas infinitas.

Todo es
porque todo es en sí mismo
Danza de abejas en un mundo que es todo panal
y almendros en flor.

Las explosiones son primavera
en los ojos de la noche que destellan más claros
en el terciopelo que los contiene
en la fuerza de la migratoria ballena y mariposa
en el tiempo que abre los glaciares
las almenas, la savia renovada
en el río que apalabra su descenso
lenguaje de furia incontenible, tintineo de caireles
que se vuelve órgano de catedral
y coda definitiva en los deltas o los mares.

Las explosiones son primavera
zumbidos invisibles de mosquitos en la noche
e inicio de insomnio
¿y por qué no? Ellos también tienen derecho
a su porción de alegría, a su parcela de vida
a esos renovados impulsos que son y serán y serán
por siempre ―ciclo infinito, devenir eterno―
las inevitables, y cíclicas, y necesarias, y delicadas
explosiones
de primavera.

¿Cómo se te ocurre?

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¿Cómo se te ocurre?

¿Cómo se te ocurre escribir un poema?

¿Cómo crees que una palabra

detrás de otra palabra puede

siquiera

llegar a tener algún significado?

                             “Brilla en la noche

                             el silencio magnífico de las estrellas

                             y su luz, su cuña

                                            su astilla

                                                 filigrana

                                de plata

                               se clava en mi carne

                                                         y mi madero”.

Por Dios ¿De dónde sacas esas ideas?

¿Cómo es posible que aún creas

que puedes hacer que una palabra diga

lo que tú quieres que diga?

¿Qué significa

                       blanco

                                 naranja

                                            peca

nievenubenueve

                       aguacero

                                  estatua

                                             sabor?

                            “La mañana se mide en tazas de té

                                              y la lluvia

                                              en melancolías fugaces,

                                              en tu rostro o tu nombre dibujados

                                              en el vapor condensado en las ventanas.

                             La noche, en cambio,

                                              se mide en olvidos”.

Con tu tozudez habitual

insistes.

¿Dices que puedes hacer que un papel hable?

¿Hablas de etimologías, significado, significante

Como si esas no fueran

                                      palabras?

¿Qué norma sigue la palabra «norma»?

                                     “Y buceo en un mar

                                                      azul transparente y leve

                                                      leve de nada o de casi nada

                                                      de tan etéreo.

                                       Deambulo entre las curvas        de las mareas

                                                      entre los meandros

                                                                                del aire.

Por Dios ¿Cómo se te ocurre intentar

siquiera

intentar

escribir un poema?

La precaria existencia del amor perfecto

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De La infinita paciencia del agua, me segundo (e inédito) libro de poemas, recupero este brevísimo poema:

Amores perfectos

Ante la imposibilidad de ardores voluptuosos,
el platonismo nos compensa
con amores perfectos.

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El poema nace ante la imposibilidad de acceder al paraíso, pero no de imaginarlo. Las causas de lo primero pueden ser muchas pero todas ellas pueden sintetizarse en una sola palabra: distancia. No importa si el objeto de nuestro amor vive a una casa de distancia, si esa persona no nos ama, lo mismo sería que si viviera en las antípodas. ¿Y si la distancia es realmente física? Tal vez sea peor, porque no tendríamos, siquiera, la oportunidad de saber si los hados nos hubiesen beneficiado al menos con una sola, mínima posibilidad de acercamiento. De allí, entonces, que podamos imaginar un amor perfecto (gracias, en parte, a Platón, que creó esa entelequia que hoy mal llamamos amor platónico). Como sea, perdámonos en las infinitas posibilidades y elijamos la mejor de todas ellas: la del amor perfecto. ¿por qué conformarnos con menos?

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Quisiera recordar, aquí, unas palabras que ya compartí alguna vez, y que tal vez acompañen con más certeza lo que vengo diciendo. Pertenecen a Roland Barthes y, en lo que a mí respecta, son perfectas en su sentido e intención:

«El lenguaje es una piel: yo froto mi lenguaje contra el otro. Es como si tuviera palabras a guisa de dedos, o dedos en la punta de mis palabras. mi lenguaje tiembla de deseo. La emoción proviene de un doble contacto: por una parte, toda una actividad discursiva viene a realzar discretamente, indirectamente, un significado único, que es “yo te deseo”, y lo libera, lo alimenta, lo ramifica, lo hace estallar (el lenguaje goza tocándose a sí mismo); por otra parte, envuelvo al otro en mis palabras. Lo acaricio, lo mimo, converso acerca de estos mimos, me desvivo por hacer durar el comentario al que someto la relación. (Hablar amorosamente es desvivirse sin término, sin crisis; es practicar una relación sin orgasmo. Existe tal vez una forma literaria de este coitus reservatus: es el galanteo)».

Ante la imposibilidad de amores voluptuosos, también se puede amar a través de las palabras.

XXX

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Scan 658-500 ancho

XXX – Collage en papel – Borgeano

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XXX

No quiero habitar tu olvido
me conformo, tal vez
con florecer unos minutos en tu
memoria
cuando desayunas, por ejemplo
o te bañas
……………………………..y ser agua.

No busco ni pretendo, sólo espero
como un ansia que no acaba
aparecer
alguna noche

………………en tus sueños

y quedarme
……………………….. allí

………………………………. tal vez para siempre.

 

Algunas razones por las cuales el capitalismo (desgraciadamente) no morirá

Nota previa: el siguiente texto contiene una pequeña, muy pequeña dosis de humor negro. Si el lector carece de tolerancia a él, tal como otros carecen de tolerancia a la lactosa o al gluten, será mejor que pase de largo. De lo contrario, se ruega no molestar.

Creo que el primer atisbo de que el capitalismo es algo genético lo tuve cuando vi a ese tipo, correctamente protegido por el inevitable pasamontañas, vendiendo ladrillos para así poder manifestarse mejor. ¿Será una ironía? Me pregunté, y tal vez lo fuera, pero no quise acercarme a preguntarle porque, sinceramente, temí la respuesta, además de que él tenía los ladrillos y yo ninguno. Comprarle uno antes no hubiese servido para nada, él seguía estando ―maldita sea la carrera armamentista― con el mayor poder bélico. Sin demasiadas opciones, seguí caminando. Más adelante, debajo de unos portales de piedra caliza, una adivina le leía las cartas a un iluso. Hija de los tiempos, ella había acondicionado el lugar con una mampara divisoria y estaba bien protegida por su cubrebocas y sus anteojos (¿y era eso una peluca o así tenía realmente el pelo?). Me dije que no estaría muy segura de sus capacidades anticipatorias si no podía prever el estado de salud de quien tenía adelante; pero quién sabe, tal vez, como dice el refrán «En casa de herrero, cuchillo de palo» y ella, tan sagaz para ver el futuro ajeno, no era capaz de ver el propio. Yo no lo sé y tampoco aquí pude preguntar nada. Ella estaba ocupada en lo suyo yo preferí salir de largo.

Un ladrillo pasó volando a centímetros de mi nariz y se estrelló, haciéndola mil pedazos de diamantes diminutos, contra una vidriera enorme de una tienda que no sé cómo se llama. Un muchacho y una muchacha pasaron corriendo por delante de mí, en la misma dirección en que lo había hecho el ladrillo unos segundos antes y, pidiéndome disculpas por el casi golpe, se metieron rápidos en el local. Me pareció bien que se disculparan. Revolucionarios, pero educados. Iba a decirles que todo estaba bien cuando veo salir a la chica con una botella de Coca Cola en la mano. Pensé en decirle que era demasiado romper una vidriera por una Coca Cola y, de paso, explicarle que la revolución es otra cosa, que ella implica un cambio radical de… pero no pude, ser fueron corriendo delante de un policía que los siguió unos metros, pero que pensó que una Coca Cola no valía la pena (o tal vez sí, porque volvió sobre sus pasos y también se metió en el local para tomar un par, una para él y otra para su compañero. A mí nadie me convidó ninguna. Ni el revolucionario ni el antirrevolucionario. Mejor así. El azúcar no me sienta bien).

Las ciudades están transformándose en centros turísticos locales, sin duda. Hay un millón de cosas que nunca había visto antes. Por ejemplo, un árbol parece sacado de una copia modesta y de mal gusto de una película de Tim Burton. Sus ramas están llenas de púas en la parte superior. ¿Estarán por filmar alguna película? Pregunto, sin darme cuenta, en voz alta, y me dicen que no; que esas púas fueron colocadas allí por la gente adinerada del lugar, así los pájaros no pueden posarse y, por ende, no ensuciar sus autos con esa mala costumbre que tienen algunos pájaros de comer y cagar, con perdón de la expresión. Y vamos, que es entendible, uno no tiene un Lexus o un Porsche para que un gorrión te deje su firma sobre el capot recién encerado…

No tengo que dar ni dos pasos para encontrarme con otra vidriera rota. Allí un televisor encendido que nadie ha robado aún (prefieren llevarse los que están en sus cajas, por lo que veo. El que está encendido ya tiene uso) nos regala con algunas noticias que, al menos para mí, son poco menos que curiosas. «Es un dilema moderno para los ultra ricos: un yate espera, pero ¿cómo alcanzarlo de manera segura sin exponerse a las masas plagadas de gérmenes? Dilema para los que vuelan alto: cómo viajar de forma segura a su yate». Dice la primera de ellas y me digo que esa pobre gente debe estar pasándola realmente mal. Pero la noticia siguiente me conmueve sobremanera: Una pareja de Youtubers que había adoptado a un niño chino con autismo, lo devolvió luego de haber hecho una buena suma de dinero con él online, como se dice ahora. ¡Qué desgracia! Tener que devolver a tu hijo adoptado… también, tener la mala suerte de que te salga chino y autista… ¿Habrán devuelto también el dinero? Vaya uno a saber… pobrecita, lo que debe sufrir esa madre, se la ve tan compungida… Me pregunto si aún debería llamársele así, madre. No tengo ni idea, pero tal vez debería llamársele de otro modo.

Suena mi celular y lo maldigo. No hay modo de pasear por una ciudad o por donde sea sin que alguien te encuentre en cualquier momento y en todo lugar. Es L., quien me pide que camino a casa compre más cubrebocas y alcohol en gel. Y que no tarde demasiado (esto último lo dejo aquí para que vean el alcance del machismo actual). Por suerte encuentro una máquina expendedora que ahora ya no vende golosinas y refrescos (esos se consiguen, por lo visto, a pedradas en los cristales); sino que vende todo tipo de elementos de higiene. Veloces para los negocios los muchachos. Sigo en el teléfono y le pregunto a L. si no necesita una cama que se convierte en ataúd. Lo estoy viendo ante mí y parece útil. No repetiré sus palabras, sólo diré que no lo compré. Me excuso diciendo que sólo le digo lo que veo, las mujeres suelen comprar cosas que los hombres no. Diferentes visiones, que le dicen. OK, tampoco repetiré lo que dijo. ¿Un juguete con forma de coronavirus, hecho en China? Ése sí, para que juegue el perro. ¿Una bandera norteamericana o israelí para quemar? Parece que una empresa irakí le encontró la vuelta al asunto y está vendiendo un montón. Además están baratas. Que no, que nosotros no hacemos esas cosas. ¿Una bolsa con cierre para muerto, a sólo doscientos pesos? L. a veces tiene una boca… que para qué les cuento. Decidí cortar la comunicación e ir directo a casa.

Un último susto: un hombre apunta con un arma directamente a la cabeza de una mujer. El susto dura sólo un segundo: está tomándole la temperatura, cosa que está muy bien. La señora tiene que comprar sus Gucci y Gucci no quiere que sus clientes le ensucien los tejidos. Una mano lava a la otra, dicen.

Les dejo una galería con algunas imágenes que he juntado a lo largo de estos días. Todo parecido con la realidad es pura coincidencia. Para verlas en mayor tamaño, hacer clic sobre una de ellas.

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Diarios viejos

Me gustan los diarios personales. Entre mis lecturas preferidas se encuentran los diarios personales de aquellos autores o personajes que admiro pero, más aún, me gusta escribir mis propios diarios. Desde que comencé a hacerlo he notado que cada día cambia una vez que se lo lleva al papel. La mirada de la escritura es otra que la mirada corriente del minuto-a-minuto (Jaques Derrida dirá que se escribe con la mano, no con la cabeza; señalando así que el mero acto de escribir «saca» de nuestro interior algunas cosas que ni siquiera nosotros mismos no sabíamos que estaban allí).

Ayer, ordenando papeles, colocando libros en estantes nuevos, revisando carpetas y cuadernos varios, encontré un diario del 2011 y 2012 que por alguna razón (bueno, hay una sola, y se la llama desorden) no quedó, como el resto, ordenados prolijamente en una caja en Argentina. Sentado en el piso leo por aquí y por allá y me digo que algunas entradas podrían compartirse. Las personales quedan donde deben, en lo privado y, tres o cuatro, deberían hacerlo en el olvido, aunque una vez escritas…

 

Diario 100

 

08/11/11

Leo en Puro humo, de Cabrera Infante, que un tal Luis Marx inventó un método para cuidar sus plantaciones de tabaco. Con sábanas blancas cubría enormes extensiones de sus vegales. Luis Marx llamó a su invento «mi gentil red de mariposas», un bello nombre para un objeto trivial. Hace unos días vi una noticia sobre la Estación  Espacial china, a la que llaman «Pagoda del cielo». Otro nombre bello, aunque esta vez menos sorprendente. Creo que deberíamos usar ese tipo de expresiones más a menudo, aún en el lenguaje cotidiano. Pero sin exagerar; ya se sabe, demasiada miel…

11/11/11

Bueno, llegó al fin el 11/11/11. Habría que declararlo el Día Internacional del Idiota. Los noticieros dan vergüenza, cosa que diariamente  hacen, pero hoy se han superado. Parece que nada importante ha pasado en el mundo hoy, todo se reduce a ver cuánta gente se ha casado en esta fecha (se dice que la cantidad triplicó a la habitual, por lo que lo de Idiota está plenamente justificado); a ver rondas de gente  meditando en los parques; a ver cuánta gente jugó a la lotería (En una agencia aseguraron que el 90‰ de las jugadas eran al número 11, 111 ó 1.111). Y en todos los canales igual. Schopenhauer tenía razón: la inteligencia humana es limitada, pero la estupidez no tiene límites.

29/11/11

La ausencia de fe, en mi caso, se eleva al cuadrado. No solo no tengo fe en la existencia de un creador supremo ni en nada por el estilo; sino que -y creo que esto es un poco más grave-, no tengo fe en mí mismo. Digo que lo segundo es más grave porque sobre lo primero no tengo injerencia alguna, en cambio sobre lo segundo, al menos de una manera supuesta, sí; pero eso me lleva a un círculo vicioso, a una paradoja.

Diario 101

29/12/11

Vi Waking Life, de Richard Linklater. Me gusta mucho este director y el estilo que les imprime a sus películas; aunque por momentos uno se pierde entre tanta gente que habla y habla sin parar. Pero no importa, son sólo unos segundos y uno vuelve enseguida a la pantalla. Me gustan esos diálogos extraños donde todo se mezcla: filosofía, ciencia, religión, arte, realidad, irrealidad. Ésos son los diálogos que me gustaría mantener y que sólo consigo hacerlo -al menos hasta cierto punto- con M.

30/12/11

Leo, en Destrucción del edificio de la lógica,  de Noé Jitrik: «¿Por qué la gente rechaza hablar de conceptos y sólo quiere referir acontecimientos o anécdotas?». Algo tan simple como eso es lo que me pregunto siempre; y las respuestas que encuentro no son muy optimistas.

17/01/12

…en un momento de la charla A. me dice «¡Pero R., te vas a volver un ermitaño!», «si supieras cuánto lo espero…» me dieron ganas de contestarle. Y la verdad es que, cada día que pasa, la gente me importa menos. Al menos el contacto con la gente.

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Y en definitiva, ¿qué significa corrección política? Pues no es más que una tautología. Toda corrección es política.

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No todas las aves hacen nido en el mismo árbol. Para algunos, como el cóndor, los árboles son demasiado pequeños; ellos necesitan, como mínimo, una montaña.

diario 102

01/02/12

La naturaleza humana tiende a lo dionisíaco, las religiones atan al hombre a lo apolíneo. De ahí proviene la neurosis humana, su propia frustración, su agresividad incontenible.
Las religiones, por lo tanto, no pueden ser perdonadas. Y la neurosis, la esquizofrenia, son enfermedades mentales contagiosas; en tanto son transmitidas de unos individuos a otros. Memes virales, podrían llamarse.

02/02/12

Ayer murió Wislawa Szymborska. Acabo de enterarme por internet. Obvio; ¿en qué otro lugar pueden pasar esta noticia? ¿en la T.V. o en la radio? Difícil.
Y uno siente una pena infinita, como si se hubiese ido un amigo de la infancia o algo así. Y es que es eso, casi exactamente, lo que ocurrió.

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Tarde y noche tranquilas. María, que está a trescientos cincuenta kilómetros de distancia,  me dice que llueve mucho. Un par de horas después llueve en Mar del Plata, pero esta vez no se lo dije a nadie. Sonrío cuando comienza a llover, y cambio la música de la computadora por la música del agua.

diario 103