Equilibrio

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A raíz de la entrada de hace unos días titulada Fondos congelados, donde hablé de un mural de Diego Rivera, una amiga feminista me dijo que Rivera no era de su agrado por la forma en que trató a Frida Kahlo. Palabra por palabra, eso fue lo que dijo y sostuvo.

Por mi parte, siempre he tratado de separar al creador de su obra, aunque reconozco que a veces eso no es algo sencillo de conseguir. Borges dijo que al poeta hay que juzgarlo por sus mejores versos; Jesús, con no menos literatura ni moral, dijo quien esté libre de pecado que arroje la primera piedra. Entonces la pregunta que hay que hacerse ahora es ¿Es la obra de Rivera (o la de quien fuere) menor debido a alguna falencia personal o, incluso, moral? Sigo creyendo que no. La obra habla por sí misma y aunque también lo hace, claro está, por el artista que la creó, la obra trasciende a la persona y la justifica y la ennoblece. Lo mismo, creo, deberíamos hacer nosotros: trascender a ciertos asuntos mundanos y ponerlos en su tiempo y en su contexto y no ser tan duros con los demás como flexibles somos con nosotros mismos.

20 comentarios el “Equilibrio

  1. Javi B. dice:

    Me ha gustado mucho esta reflexión. Opino igual, la obra trasciende al artista y se convierte, a mi parecer, en una entidad propia con el paso de los años.

    Por otro lado, me apunto la reflexión con la que cierras la entrada, aunque añado que deberíamos ser más flexibles con los demás y con nosotros mismos también.

    Un abrazo y buen fin de semana.

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    • Borgeano dice:

      Gracias, Javi; sí, tienes razón, el tema del equilibrio aplicado a nuestras propias vidas debería ser algo en lo cual pensar más a menudo. Como siempre, los extremos son malos, pero no siempre somos conscientes de ellos y del mal uso que le damos.

      Un abrazo.

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  2. Mónica López Soler dice:

    La obra de Diego no es menor, pero estoy de acuerdo en que muchos artistas no son ejemplares moral ni éticamente (no hablo de Diego en este caso) y conviene tenerlo en cuenta, no a la hora de evaluar su obra, sino a la hora de aprovechar sus discursos. Ejemplo entre José Luis Sampedro, cuya obra y cuya vida y talante son ejemplares para el aprendizaje vital, o cuando leo a Schopenhauer, y en el acto de ensalzar sus escritos sí debo posicionarme y saber de qué pie cojea, porque no puedo dar por válido su discurso misógino, por lo tanto deja de ser ejemplar como persona, y parte de su obra hay que saber ubicarla en el contexto de su falta de coherencia moral. Conocer la vida de un autor ayuda a esclarecer la comprensión de su obra y sobre todo de su posicionamiento ante la vida, ahora bien, lo creado como creación, es independiente a esta evaluación, lo que es bueno, es bueno.

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    • Borgeano dice:

      Querida Mónica, es un placer tenerte por aquí y más para tratar un tema como este. El tema de hasta qué punto la obra debe estar separada del accionar del artista es complejo y nadie ha dado una respuesta al asunto (ni siquiera se han acercado a ello todavía). Por lo general usamos un parámetro personal bastante flexible: si el artista nos gusta mucho somos más permisivos; si el artista no nos gusta solemos ser muy duros y críticos. Salvo casos en donde la falta moral sea extremadamente grave, solemos encontrar argumentos que disculpen a esas personas cuyos trabajos amamos. El caso de Schopenhauer, que traes al debate y que es un ejemplo estupendo, es sintomático. Creo que Schopenhauer ha creado una de las estructuras filosóficas más perfectas de entre todas las que existes, sin embargo, el tema de su misoginia es imperdonable (¿hasta qué punto podemos entenderlo cuando nos adentramos en su biografía y vemos la relación enfermiza que tuvo con su madre? ¿Hasta qué punto eso puede justificarlo? Claro está, aquí hay una base para empezar a trabajar: entendimiento-justificación. El asunto es cuándo y dónde aplicar cada una de ellas.
      Estoy de acuerdo en que conocer la vida de un autor nos ayuda a comprender mejor a muchas de sus obras; lo que aún no sé bien es hasta qué punto ese conocimiento debe afectar moralmente a la percepción de la obra. Creo que allí reside la gran dificultad del tema.

      Un fuerte abrazo.

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      • Mónica López Soler dice:

        Lo que comentas es acertadísimo, y lo podemos llevar a la misma vida, a las relaciones humanas. Eres más permisivo con quien te cae bien o a quien quieres, y encontramos esos argumentos que disculpan (empezando por nosotros mismos), si no nos cae bien, solemos enjuiciar sin perdón. Qué básicos somos, realmente hay tanto que aprender para ser humano. Siempre generas interesantes cuestiones que debatir, por eso es interesante visitarte.

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      • Borgeano dice:

        Gracias, querida; me haces el día. Por cierto, el placer es recíproco, ya que ver que has entrado y comentado me hace feliz de antemano; sé que tus comentarios siempre me impulsarán a repensar lo que escribí o a verlo desde otro ángulo. Así que aquí el agradecido por partida doble, soy yo.

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  3. Shira Shaman dice:

    Todos tenemos un lado oscuro, una sombra que por más que reneguemos o nos espante nos acompañará hasta el fin de nuestros días, hay convivir con ella, aceptarla, como el hecho de que nuestra vida es la suma de los colores del arco iris, lo que somos y seremos, nuestras obras están salpicadas de contrastes, es justo lo que nos hace ser humanos, sensibles aunque a veces falibles.
    Abrazo

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    • Borgeano dice:

      A veces ese lado oscuro es el más rico, querida Shira. Creo que deberíamos tener más presente el símbolo del Yin y Yang y el concepto oriental de la dicotomía luz-oscuridad, viendo en ella dos aspectos complementarios y no, como hacemos en occidente, viendo sólo a la luz como «lo bueno» y a la oscuridad como «lo malo». Somos, como bien dices, seres contrastantes, complejos, enormemente ambiguos e inseguros. Con todo ello, además, debemos vivir y crear. No es poca cosa ser un ser humano ¿no? De allí que insista en la necesidad de no juzgar con demasiada dureza a los demás y tratar, en la medida de lo posible, de comprenderlos y aceptarlos.

      Un abrazo.

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  4. danioska dice:

    Hace días tuve una discusión más o menos en el mismo tenor con un amigo: él, totalmente antagonista a los grupos de izquierda, descalificaba la obra de Cortázar en función de su época panfletaria. Yo decía, en la misma línea que tú, que una cosa es la calidad de la obra del artista y otra muy distinta es la moralidad del artista. Bueno, pues no llegamos a nada. Creo que hay argumentos de uno y otro lado pero los míso me parecen más convincentes, ja. Será por eso que me caes bien.
    Besos.

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    • Borgeano dice:

      Es un tema complejo y que tiene muchas aristas. Creo que la diferencia entre tu amigo y tú y que me hace volcarme más hacia tu lado (¿tonto yo?) no es tanto que estemos de acuerdo en el argumento que nos sirve de base (eso sería demasiado obvio), sino en el punto de la intransigencia de tu amigo. Nuestra postura, ante la dificultad del tema, es más saludable «no lo sabemos del todo, aún lo estamos pensando, hay buenos y malos argumentos en ambas partes», etc. ¿Qué pensaría esta persona de la que me hablas si le diéramos un texto de Cortázar sin decirle quién es el autor? Sería un interesante experimento ver su respuesta (sería un interesante experimento ver nuestras respuestas en casos similares).

      Cariños.

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  5. elssamolina dice:

    Cuando se habla de arte se cataloga al artista. Cuando se habla de la persona se opina sobre la persona. Aunque ambas cosas forman parte de la personalidad del artista ,el arte y su autor se deben mirar desde la óptica de la cultura y la importancia de la obra. Besos y abrazos Borgeano. Elssa Ana

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    • Borgeano dice:

      Totalmente de acuerdo, Elssa; pero hay casos, debemos reconocerlo (o yo lo hago, tal vez esto me pase más a mí que a otras personas) en los cuales las actitudes o los procederes de un artista influyen en el concepto que tenemos de la obra. Sé que uno debe separar una cosa de la otra y esa es mi idea primordial y la que estoy defendiendo en la entrada; pero el tema me parece más que interesante para seguir trabajando en él.

      Un fuerte abrazo y feliz de verte nuevamente por aquí.

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  6. lolacarrotblog dice:

    Bravísimo.

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  7. A veces, cuando conoces a las personas te sorprendes de que hayan podido hacer algo así (bueno o malo) porque su trayectoria personal no coincide. Debemos valorar las obras en sí mismas y alejarse de los juicios de valor. Saludos.

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  8. luluviajera dice:

    Cuando conocemos a un alguien famoso (por ejemplo un deportista o un artista) por sus habilidades deportivas o artísticas; debemos valorarlo por lo que es su la obra de su vida. Digamos, por ejemplo, Michell Phelps. La gente habla con admiración de lo que él hace y de todos sus logros. No nos dedicamos a ver el perfil de su moral y no deberíamos hacerlo nunca. En total acuerdo con lo que dices.

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    • Borgeano dice:

      Estamos de acuerdo, Lulú; hay que incluir a los deportistas y a otras figuras de otros ámbitos en este tema, es muy común también para ellos el ser juzgados por cosas que nada tienen que ver con sus habilidades específicas.

      Un abrazo.

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