Hace un tiempo crucé un par de comentarios con Julie Sopetrán con respecto a un par de historias que teníamos en común. Ambos habíamos encontrado a sendos perros en la ruta o en la calle, maltratados, hambrientos, sucios, y los habíamos adoptados. Ambos animales (Wise, el de Julie; Donna, la mía) vivieron luego muchos años a nuestro lado y, más allá de que nosotros, las personas, pongamos en ellos actitudes que nos son propias, Julie y yo podemos asegurar que esos dos perros fueron compañeros sumamente agradecidos.
Ahora me voy para otro lado. En mi adolescencia me sentí fuertemente atraído por la ciencia ficción y creo que, salvo dos o tres autores de “los de siempre”, tuve un par de años en que lo único que leí fueron novelas y cuentos de ciencia ficción. Uno de ellos me llamó la atención por lo curioso de su título (y eso que la CF es una maestra en cuestiones de rareza): ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? El autor era Philip Dick y ha quedado como uno de los pocos que aún sigo
leyendo de ese género.
Voy a sintetizar la novela lo más que pueda: En el futuro los hombres han destruido tanto al medio ambiente que casi extinguieron a todos los animales (aclaración, la novela es de 1969, bastante antes de que se pusieran de moda los temas ecológicos); entonces la moral se demuestra cuidando a los animales que sobrevivieron al holocausto humano; y hasta tal punto esto es importante que se ha creado una empresa que hace animales eléctricos (indistinguibles de los biológicos) así todos pueden pasearse con uno de ellos y demostrar que son seres morales y no unos perversos crueles e inhumanos. Si una persona demuestra poca empatía hacia los animales, es un psicópata o un replicante. ¿Y qué es un replicante? Pues son copias de los humanos que creamos para que trabajaran por nosotros en sitios tan inhóspitos como las lunas de Saturno o de Júpiter. Ahora bien, estos replicantes tienen una 
vida de cuatro años, no más; ya que al ser mucho más fuertes e inteligentes que los humanos que los crearon pueden ser un problema. Claro, cada tanto un replicante se escapa de donde esté y vuelve a la Tierra (cosa que tienen prohibida), como lo hacen cuatro en la novela. Y el objetivo de su regreso es que ellos no quieren morir. Eso es todo; no quieren morir y regresan para que les permitan alargar sus vidas. Ahora bien, Rick Deckard es un policía cuya tarea es eliminar a los replicantes que regresan a la Tierra y eso es lo que hace; los elimina uno a uno; pero… ¿es moral hacerlo? ¿Con qué derecho un humano puede matar a un clon humano? Y aquí es donde entra el maravilloso título de la novela: ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? Si la respuesta es sí, no se debería matarlos, ya que han demostrado tener una alta categoría moral.
Es un título extraño, lo sé; pero me parece maravilloso que el título no sólo sea un mero accesorio del texto, sino que dialogue con él y lo complete. Un androide como yo, que ando por este mundo un poco más de tiempo que un replicante (y me atrevería a incluir a Julie en esta categoría, pero no le pedí permiso y no quiero que se ofenda por llamarla androide, aunque lo haga cariñosamente), siente que también es maravilloso que ese título siga cuestionándome de manera constante, aun cuando los años pasen. Si los androides sueñan con ovejas eléctricas, tú, Borgeano ¿con qué sueñas?
El Blog de Arena 
Recuerdo el gusto que tienes por esa novela, aunque ya sabes que lo mio no es justamente la ciencia ficción,puede que uno de estos día me anime a leerla,siempre es bueno intentar lecturas nuevas; también me resulta sorprendente como nos acercamos poco a poco a lo que alguna vez escribiera Julio Verne, o en éste caso Philip Dick, otros sueños han resultado maravillosos como los que dejo Leonardo Da Vinci, lo importante es seguir soñando, aunque de vez en cuando tengamos que pensar en ovejas.
Un abrazo.
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Advertencia: Philip K. Dick no es de los mejores escritores en cuanto a estilo; eso lo reconozco y lo acepto. Hace poco releí El hombre en el castillo y tiene incluso algunos errores, como que aparezca la esposa de un personaje cuando de ella no se tenía ni noticias… Pero lo que vale de Dick son las ideas en sí. Con esto quiero decir que tal vez no sea muy «bonito» leerlo, pero sí es interesante. Hecha la salvedad, creo que «Sueñan los androides…» puede llegar a ser una lectura entretenida (recuerdo que el penúltimo capítulo es casi toda una disquisición filosófica… así que, en fin…).
Alguna vez Arthur Clarke dijo que había que tomar en serio a los escritores de ciencia ficción, ya que lo que ellos decían –en muchos casos, al menos– tenía una fuerte base científica y tan así es que el modo de aceleración de las naves espaciales que enviamos hoy al espacio profundo utilizan la aceleración gravitacional propuesta en un cuento de, precisamente, Arthur Clarke…
Un abrazo.
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Daría para mucho juego el título que comentas. Lo que sí queda claro es que la categoría moral de Julie y la tuya se salvarán de la «quema». Y no aludo, por supuesto, a ninguna cuestión religiosa.
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Modestamente, uno trata de ser la mejor persona posible; con eso, creo, se consigue mucho. Claro está que esta entrada parte de ese diálogo con Julie, pero eso no limita el ejemplo a estas dos personas pequeñitas en el enorme mundo que tenemos por delante. Leyéndonos mutuamente, sé que los que nos rodeamos virtualmente tenemos muchas más cosas en común que el placer por las letras; sé que somos una cofradía de personas que intentan hacer de éste un mundo mejor, sean cuales sean las herramientas o los caminos que hayan decidido tomar.
Un abrazo.
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Es una de mis novelas pendientes, aunque reconozco que yo tampoco soy mucho de ciencia ficción. En cambio, en el cine Blade Runner me encantó. Tendré que hacerme con ella lo antes posible, porque llevo tiempo con ganas de leerla.
Un abrazo.
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Espero que te guste, aunque, como le dije a ShiraShaman allí arriba, Dick no es de los grandes estilistas, aunque sí es un escritor con ideas muy interesantes (varios de sus cuentos o novelas han sido llevados a la pantalla con desigual resultado). A veces, para disfrutarlo hay que prestarle más atención al fondo que a la forma; es decir, hay que estar más pendiente de la idea que de la exposición. Habiendo hecho esta aclaración, espero que si la lees pronto podamos charlar de ella, creo que las implicancias filosóficas y morales del libro son muy interesantes.
Un abrazo.
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Tengo pendiente leerlo!! Como a Javi B, me gustó mucho la película basada en el libro.
Un abrazo.
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Pues me remito a los comentarios que le dejé a Shira y a Javi: Dick es más un escritor de fondo que de forma. Es decir, su estilo no es el más elegante ni bonito, pero lo que dice sí que es muy interesante.
Por cierto, tengo entendido que este año se estrenará una nueva versión de esa película (en realidad una precuela o una continuación; es decir, una nueva versión de la historia, no de la novela en sí) con la producción de Ridley Scott (el director de Blade Runner). A mí se me está haciendo agua la boca, pa´qué negarlo…
Un abrazo.
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Sí, lo que me parece interesante de esa novela es el fondo filosófico que destila esa pregunta del título y lo que conlleva en sí el dilema moral, si somos o no dueños de unos seres creados por nosotros pero que se muestran inteligentes y con sentimientos, si tenemos la potestad de hacerlos desaparecer a nuestro antojo. Estimar si han dejado de ser simples máquinas y se han convertido en «seres vivos» independientes o realmente los replicantes en rebelión son cuatro excepciones. También la novela rezuma inquietud y miedo, miedo a que ellos puedan llegar a tomar el mando y por ello esa destrucción programada.
Un abrazo.
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Pues el resumen que has hecho es perfecto; no sólo de la novela, sino del dilema moral que implica. Ese texto es más que adecuado para nuestro momento actual ¡y con la falta que nos hace pensar!
Un abrazo.
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No he leído la novela, amigo, porque no soy aficionada a la ciencia ficción, pero de aquella experiencia aprendí mucho de los animales y los maltratos humanos, porque no sé si te dije que mi perro, fue un perro maltratado con los antiguos dueños, que lo abandonaron a su suerte en el campo, y lo supe por la conducta de Wise y sus lesiones, lo abandonaron con una cadena incrustrada en su piel, y aún recuerdo su mirada, su agradecimiento al veterinario y a mi, su conducta de animal humano, cuando se la quitamos en la clínica veterinaria… Te prometo que leeré ese sueño de los androides con ovejas eléctricas, no dudo que será interesante y si ya hasta las pobres ovejas empiezan a desaparecer, los pastores se están quedando en el paro, están vendiendo sus rebaños porque ponen dinero y no les renta sacarlas a pastear… Los androides nos vamos a quedar sin ovejas y hasta sin electricidad. En España para pagar el recibo de la luz ahora, tienes que ser rico y controlar si la bombilla está encendida.
Esa empresa que ya hace animales eléctricos, creo que se va a morir de hambre a no ser que también ya coman bombillas, metales, imanes, química y demás materia prima…
Por supuesto que no me molesta que me llames androide, soy una androide viajera, vagabunda que sueña con un mundo mejor y más justo, más humano, más perruno, más equitativo y amoroso entre nosotros mismos.
Creo que tenemos muchas cosas en común, y aunque yo he leído mucho menos que tú, admiro tu sentido común, tu inteligencia y es un placer pararme siempre en tu blog. Gracias amigo. Un abrazo de Wise, donde esté, sin duda -desconectado- Y otro muy fuerte mío.
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Tu comentario es una delicia, Julie; lo que no sorprende porque sé que eres una persona deliciosa en todo el amplio sentido del término.
Hago una aclaración con respecto a la novela de Philip K. Dick: para mí él es uno de los grandes escritores de ciencia ficción pero no es de los más lindos para leer; creo que sus ideas son muy interesantes pero no su estilo (de hecho, escribió mucho estando drogado y tuvo serios problemas mentales); así que si quieren acercarse a él pueden hacerlo, claro que sí, pero no creo que vayan a encontrar a un exquisito del lenguaje ni nada parecido.
Ahora, lo que dices sobre la historia de Wise, las coincidencias continúan, ya que el estado de Donna era muy malo también, hasta tal punto que ella tenía un chip en el cuello con los datos del dueño y el veterinario nos dijo que por ley él debía informarles a los dueños. Luego de unos minutos hizo una pausa y nos preguntó qué queríamos hacer con ella, cuando le dijimos que nos habíamos encariñado y que queríamos que se quedara con nosotros, él nos dijo «Está bien, por el estado en que estaba cuando la trajeron es obvio que ustedes la van a cuidar más que los dueños. Yo no vi nada. Quédensela y cuídenla». Imagínate que para quebrar la ley, Donna no estaba en buenas condiciones en lo absoluto. Claro, luego fue la reina de la casa; hasta iba al restaurant con nosotros (solíamos ir a un restaurant en Miami Beach donde podíamos comer afuera y ella recibía su propio plato. Era el centro de atención… En suma: le dimos lo mejor que pudimos mientras estuvo con nosotros y, como tú dices, ella nos lo agradecía, siempre).
Sé que no te hubieses enojado si te hubiera llamado «androide» porque en el contexto del post se notaba que el sentido no era peyorativo; de todos modos, tuve que tomarme la reserva del caso. Bienvenida al club, entonces.
Gracias por tus conceptos hacia mi persona; me halagas en demasía. Sé (se lo dije a Yolanda por allí arriba) que somos muchos los que intentamos hacer de este un mundo mejor de la forma en que nuestras capacidades y fuerzas nos lo permiten. Desde la escritura hasta el simple acto de salvar a un perro pasando por algunas formas más activas. Da gusto estar bien acompañado.
Un fuerte, fuerte, abrazo.
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Cuando nos conozcamos en Morelia, estaremos horas hablando de Wise y Donna, ya que según me cuentas, parece la misma historia en dos puntos diferentes. Curioso. Y también hablaremos de Miami Beach, donde pasé algunos días, allí conocí el miedo a personajes como el que me cuentas: Philip K. Dick… Aún así mereció la pena conocer el lugar y algunas de sus gentes. Es siempre un placer hablar contigo. Gracias Borgeano. Mi fuerte abrazo.
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Estoy seguro que tendremos más temas que tiempo…
Un abrazo.
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A mí me gusta mucho la ciencia ficción. Te hace soñar mas allá de la realidad que nos circunda y nos lleva a nuevos límites. Hace poco vi en T.V. un documental donde hablaban sobre la lectura de ciencia ficción en los jóvenes. Allí se decía que dejar que los chicos lean o vean películas o cuentos de ciencia ficción hace que cuando sean grandes algunos puedan volcarse al camino de la ciencia; y es allí cuándo la ficción supera la realidad.
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Sí, estoy de acuerdo con eso, Lulú; del mismo modo que la lectura es la base para que luego se cree la necesidad de la escritura, es muy factible que la lectura de ciencia ficción impulse a algunos chicos a querer abocarse a la ciencia. La lectura, de una u otra manera, es siempre positiva, de eso no cabe ninguna duda. En cuanto a la ciencia ficción en sí, creo que es una excelente fuente de pensamiento creativo y también de conocimiento científico divulgativo.
Un abrazo.
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