Binvenidos al (nuevo) circo

Circo (1)

 

Los recuerdos que tengo de los circos de mi niñez son, en general, bastante tristes. Los circos de aquella época no tan lejana (tampoco exageremos) constaban de una seguidilla de números previsibles —aun para un niño— como los de los payasos, con sus inevitables bofetadas y sus chorros de agua que brotaban del costado de sus ojos; los magos, con su infaltable corte en dos de una agraciada señorita; y algunos malabaristas, quienes arrojaban aros o pinos al aire, a veces con algo de fuego en uno de los extremos intercalados con números varios donde animales hacían algunas gracias como pararse en dos patas (elefantes, por ejemplo) o saltar por un aro en llamas (tigres o perros). No había mucho más por aquel entonces ni nadie que lo exigiera.

Digo todo esto porque hace un par de días me invitaron a una función circense y debo reconocer que recibí una más que grata sorpresa. Al igual que con lo que se hace con las películas animadas hoy en día, es decir, con la excusa de llevar a los niños, fuimos un par de adultos a ver la función y nos sentimos, por momentos, más entretenidos que los mismos pequeños. Y es que esa diferencia que implica la ausencia de animales en los nuevos circos hace que los números humanos (es decir, todos ellos) deban ser llevados a cabo por verdaderos profesionales en cada una de las disciplinas. También, para lograr una mayor coherencia estética, ahora se nos presenta una historia que nuclea a los diferentes actos, lo cual evita una secuencia de números aleatorios que nunca se sucedían con lógica alguna. En este caso se trató de El circo del miedo, lo cual no es más que una especie de Alicia en el país de las maravillas en tono dark; pero esa excusa sirvió para que los artistas siguieran un guión, que los espectadores mantuvieran un mayor interés y también para que los artistas interactuaran con los espectadores.

Circo (2)

Vuelvo al punto central de lo que quiero decir: un circo es un circo, no hay demasiado misterio en ello; pero el hecho de que sólo sean personas las que ahora trabajan en él hace que estas personas deban perfeccionar su arte para que el espectáculo no decaiga nunca. En ese sentido, la prohibición del uso de animales en estas obras es doblemente beneficiosa, por un lado tenemos el aspecto moral, el cual es primordial; y también esta prohibición ha obligado a las personas a poner en práctica su ingenio y a perfeccionar su arte. Quien gana es el espectador y, sobre todo, los niños, quienes en el futuro no tendrán ningún recuerdo pálido de un espectáculo que merecía una mejor factura.

 

14 comentarios el “Binvenidos al (nuevo) circo

  1. Efectivamente, el circo ha ido evolucionando para mejor. De pequeño nunca sentí atracción por él, más bien cierto rechazo.
    Hoy en día, Le cirque du Soleil, ha puesto el liston muy alto, cosa que es de agradecer para aquellos que sentímos que el circo tradicional es demasiado vulgar, repetitivo, previsible…
    Un circo sin animales es un deber ético y moral.

    Un fuerte abrazo

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    • Borgeano dice:

      Le cirque du Soleil es lo mejor que puede haberle pasado al espectáculo circense en particular y al espectáculo en general; como bien dices, han puesto el listón muy alto, por fortuna. Todos estos circos como el que nombro, toman, en la medida de sus posibilidades, a Le cirque du Soleil como referencia. Por supuesto que las diferencias de presupuesto hace que nunca se llegue a esos niveles, pero los intentos siempre tienen como referencia a la excelencia, lo cual es lo que hay que hacer: apuntar alto, muy alto.

      Un fuerte abrazo.

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  2. No pasa nada, ya es hora de respetar a los seres vivos y renovar el ambiente del circo, que un sufrimiento para los animales. Besos a tu alma.

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    • Borgeano dice:

      Es muy saludable esto de que ya no haya animales en los espectáculos, sean estos cuales fueren. Estamos entrando en una etapa de respeto a todos los seres vivos, aunque aún falte mucho camino por andar.

      Un fuerte abrazo.

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  3. Martes de cuento dice:

    A mí el circo y sus habitantes —personas y animales— siempre me han producido sentimientos tristes. Es como si la felicidad fuera impostada. Las pocas veces que he ido al circo tradicional, sentía una especie de vergüenza ajena al fijarme en los trajes, las caras, algunas lonas de las carpas, los animales, los números…
    No sé cómo explicarlo, sentía como si todo se estuviera cayendo a trozos; lo vivo y lo inerte. Como si el circo fuera una casa vieja y cochambrosa a la que alguien se empecinara en embellecer con una simple capa de pintura.
    El cambio radical de concepto «circo» se produjo, creo que en 1997 o 1998, con «Alegría», del Cirque du Soleil. Con ese espectáculo lloré, reí y, al finalizar, me levanté para aplaudir (como el resto de los presentes) .
    Me permito enlazarte un vídeo con la canción final, que ya forma parte de la banda sonora de mi vida:

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    • Borgeano dice:

      Excelente comentario, Martes; completo y totalmente compartible. Esa sensación de la que hablas es la que en general provocaba aquel viejo circo de antaño y, tal como conversábamos con Xabier aquí arriba, Le cirque du Soleil o El circo del Sol vino a cambiar todo para mejor. Ahora todos los circos, independientemente del tamaño y de sus posibilidades económicas, intentan emular a esta magnífica puesta en escena que nos regalan desde Canadá. Entiendo y comparto, también, esa emoción que produce la belleza por sí misma y que es lo que han hecho tan bien los creadores de esta maravilla que es Le cirque du Soleil.
      Es muy adecuada tu referencia a la impostura, y esa es la palabra que le falta a mi entrada, ya que lo que vi hace un par de días era una puesta en escena honesta y eso es lo que valió la pena.

      Un fuerte abrazo.

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      • Martes de cuento dice:

        ¿Sabes lo único que me molesta del Circo del Sol? Que su creador se gaste un pastizal para viajar al espacio y, por contraste, pague una miseria a las personas que contrata en las ciudades que visita 😦

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      • Borgeano dice:

        No conocía esos detalles que siempre empañan a las grandes obras. Es una pena que esta persona empañe así tan notable trabajo.

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      • Martes de cuento dice:

        Yo lo supe por casualidad, leyendo en mi ciudad los anuncios que una empresa de colocación temporal había puesto en su escaparate. Mientras esperaba a una amiga, me entretuve leyendo las ofertas y una de ellas era para trabajar en el Circo del Sol como auxiliar local. Pagaban por horas, 5 euros brutos y al marchar el circo, adiós trabajo. Me pareció un abuso.

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      • Borgeano dice:

        Sin duda lo es; más siendo una empresa millonaria, como lo es. Una pena, insisto.

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  4. Mi recuerdo de las cabras subidas en un taburete en la plaza del pueblo haciendo equilibrio dirigidas por los gitanos, si lo comparo con el increíble y majestuoso Circo del Sol que nos muestras Martes de Cuento, del circo de hoy, sin duda, me quedo con lo último. Pero aquellos circos nos dejaron su rastro… Una buena reflexión. Mi abrazo fuerte.

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    • Borgeano dice:

      ¡Eso sabe a Gacría Márquez, Julie! Deliciosa imagen la que nos regalas, más allá de que estemos de acuerdo en que es mucho mejor lo de hoy, por las dos razones que di en la entrada: la moral y la estética. De todos modos, me queda grabada la imagen de esas cabras domesticadas por los gitanos y la de una pequeña Julie mirando (tal vez embelesada, tal vez meditabunda ¿quién sabe lo que pasaría por esa cabecita?) curiosa la escena.
      Gracias por colorear los comentarios con tus recuerdos.

      Un fuerte abrazo.

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  5. […] Origen: Binvenidos al (nuevo) circo […]

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