Ni siquiera en privado

 

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En Argentina se ha armado cierto revuelo por los decires de una mujer que se queja (en una conversación telefónica) porque desde su departamento de lujo tiene que ver a los pobres descansando a la vera del lago. Transcribo parte de lo que esta mujer dijo, tan sólo una pequeña parte:

«Yo quiero descansar, pero descansar sobre todo visualmente. A mí me molesta que estas bestias —porque son bestias, porque no tienen el mínimo de educación— estén reunidos como ayer, el día de la madre, sentados en una reposera de Mar del Plata tomando mate y con el perro en la piscina. Yo soy una mujer normal a la que le gustan ciertos parámetros estéticos, como ser el estar en Punta del Este, donde nadie te va a tomar mate adelante… Yo pensé que había otra onda en el edificio, otra onda más cool, más relajada y la verdad es que es gente muy… de cuarta… que tienen modales de décima categoría… Yo no desprecio a la gente… Créeme, Michel, que yo no desprecio a la gente…»

Como dije, el asunto ha levantado cierto revuelo y no es para menos; pero de entre todos los programas radiales que escuché al respecto (los que iban desde el ataque frontal hasta la burla), hubo uno que llamó mi atención. Darío Sztajnszrajber, filósofo, destaca un problema primero: Que el asunto se haya hecho público. Él dice que si se hubiese mantenido en privado el tema sería otro. Cabe aclarar que Darío Sztajnszrajber no defiende en ningún momento a esta mujer, pero como buen derridiano que es se pierde en florituras semánticas y deja el tema central sin tocar. Esa distinción sobre la esfera pública y la privada me deja pensando.

 

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Por un lado, si bien se entiende que en privado uno es libre de pensar lo que quiera, el tema de la moralidad y de los propios límites de pensamiento sigue en pie. En síntesis: ¿Es permisible el pensamiento racista sólo porque éste no se manifiesta en público? Por mi parte creo que no y que lo censurable radica en el acto de pensamiento, no si este es público o no (esto último lo hace más grave con respecto a las relaciones sociales, nada más; es decir que lo expone en una esfera más amplia).

Por último, vi un video donde hablaba el hombre que dio a conocer el audio y allí encontré lo que el filósofo no se atrevió a decir: «Decidimos con mis hijos dar a conocer este material porque creímos que la sociedad no podía perderse escuchar este audio que si bien hoy tiene un fuerte contenido periodístico también posee un fuerte contenido social que vivimos todos los días y que marca la grieta que subyace en nuestra sociedad».

Me quedo con esa postura: lo que está mal no puede justificarse y hacer público un audio privado, aunque en una primera instancia pueda considerarse como una falta, se hace necesario y ético más cuando, como en este caso, lo amerita la situación.

 


Actualización: Como voy escribiendo las entradas y las dejo programadas para que se suban diariamente, el texto anterior lo escribí hace unos veinte días. Ahora me encuentro con este video del actor cómico Diego Capusotto y de su personaje Micky Vainilla. Da la sensación de que el video fue hecho para burlarse de esa mujer de la que hablo en la entrada, pero no; ese programa es del 2013. Capusotto lo único que hace es exponer, mediante el humor, lo que ya está allí, en la sociedad toda. Después, el que haya aparecido ahora esta grabación no hace otra cosa que volver a la realidad aquella frase de Oscar Wilde: «La naturaleza imita al arte».

 

11 comentarios el “Ni siquiera en privado

  1. Pues con respeto, a mi me parece que eso de publicar lo privado… no tengo bastantes datos de esa señora, y parece bastante intransigente con los que no son de su Clase. Y eso es censurable, poco humano…Pero ¿que hay de la privacidad de cada uno? Ya no podemos hablar por teléfono sin que trascienda nuestra conversación?…. no sé….no sé.

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    • Borgeano dice:

      Ése es un tema central Carmen; ¿Hasta qué punto pueden hacerse públicas las cuestiones privadas? Creo que este caso podría darnos una pista (no quiero decir que yo tenga la razón ni la respuesta última; estos casos para lo que deben servirnos, más que nada, es para pensar). Si esta persona hubiese estado hablando a solas con alguien de su intimidad y dijera algo así, creo que eso no hubiese debido ser dado a conocer públicamente; pero hay dos cosas aquí que permiten la excepción. Por un lado, la llamada fue hecha a una oficina y eso hace que los límites morales de quien escucha también entren en juego (si a mí alguien me dice, aunque sea en privado que es nazi, yo no tengo ninguna obligación de callarme sólo porque él me lo dijo «en privado»). Segundo, y más importante, la llamada de esta señora fue hecha con la pretensión de que se «haga algo al respecto». Es decir, que no se permitiera el acceso de «esas personas» a ese sitio o cosas similares; lo cual ya hace que esas palabras no sean la mera exposición de un pensar, sino que se pretende, con ellas, hacer que otras personas sufran ciertas consecuencias sólo «porque ella quiere que sea así».
      Sin duda, el tema de la privacidad, hoy en día, es delicadísimo; pero cuando se trata de delitos (y si bien ser racista no es un delito, actuar como uno sí lo es) creo que no se puede permitir que estas personas se escuden en la «privacidad». De ese modo estaríamos entrando en un terreno pantanoso, donde cualquier delito podría quedar impune sólo por haber sido cometido en la «privacidad» del delincuente.

      Un abrazo.

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  2. Chocani dice:

    Jaja, hola Borgeano mientras leía la parte en la que transcribiste las palabras de la señora me acordaba justo de Micky Vainilla, y luego resulta que lo habías agregado más abajo. Hace varios años mi novio me presentó a Capussotto y a ambos nos encanta el personaje de Micky Vainilla que está tan bien logrado y nos mata de risa cada que lo volvemos a ver. Bueno, resulta que cuando finalmente pude viajar a Argentina y pasar una temporada allá tuve algunas experiencias un tanto ambiguas con los porteños debido a mi color de piel (tengo ascendencia negra por parte de mi papá) y pues cuando empecé a darme cuenta de que algunas personas me trataban distinto o hacían comentarios despectivos o simplemente evitaban mirarme o dirigirme la palabra, caí en la cuenta de que Micky Vainilla era menos una parodia que una reproducción fiel del discurso clasista y racista ostentado por algunos.

    Recuerdo, así como ejemplo, un día que en una calle del barrio de Mataderos traté de preguntarle a una señora por el supermercado más cercano; la señora iba con su hija pequeña de la mano y en vez de detenerse cuando la interpelé aceleró el paso muy asustada e hizo un gesto como de protección con su niña, tratando de alejarla de mí…supongo que me tomó por una inmigrante ilegal. Al principio me desconcertó su forma de reaccionar, luego entendí la motivación del gesto y me dio coraje pero al final sólo me quedé triste y pensando en todas esas divisiones que los humanos levantamos entre nosotros y perpetuamos estúpidamente; pensemos por un momento en lo que esa niña está aprendiendo de las maneras en que su mamá ve a los demás. Otra vez, yo andaba muy agripada y una empleada de una panadería me dijo que más valía que fuera al médico para que me diera medicina porque podía contagiar a alguien y ‘allí las cosas no eran como en mi país’ (o sea, ¿los países pobres donde la gente no puede ir al médico?). Lo increíble es que me dijo esto sonriendo con total amabilidad, como si me estuviera haciendo un favor enorme al aclararme el asunto.

    No digo que en México no existan actitudes semejantes, claro que existen y quedan como un amplio tema de desarrollo para alguna otra ocasión, pero sí puedo decir que ahí en Buenos Aires me sentí por primera vez en la vida abiertamente discriminada por ser morena y pobre. ‘Pobre’, porque si bien mi situación económica está por encima de los límites de la pobreza que ostenta México y me considero por tanto una personita privilegiada por tener casa, trabajo y educación universitaria, mis posibilidades de adquisición son lo que se dice modestas, lo cual está muy bien para mí que abogo más por un estilo de vida austero y sin ostentaciones. Digo esto porque supongo que todas esas personas que me discriminaron en Buenos Aires habrían actuado distinto si yo hubiera ido vestida con ropa de marca y arreglada al último grito de la moda. Y bueno, con el paso de los días noté algunas señales manifiestas de los estragos que esa discriminación disfrazada de mojigatería provoca en la sociedad argentina: tantas chicas que se tiñen de rubio y se blanquean la piel con maquillaje o cremas y anuncios de esos productos para blanquear que aparecen por todos lados; la palabra ‘negro’ como insulto (¡mi mamá a mi papá le dice ‘negro’ de cariño! y yo soy por derecho la ‘negrita’ para mis abuelas y tías); el hecho de que en los museos o ciertos sectores de la ciudad se vea prácticamente a pura gente blanca, en oposición a todos los empleados de limpieza, municipales o de los negocios, que son de tez más oscura, a menudo de rasgos indígenas. Pareciera que en Buenos Aires la división de trabajos se establece según la escala cromática…

    Al final me quedé con esta impresión de que la sociedad argentina, al menos la porteña, está profundamente dividida no sólo por el aspecto económico, como lo está también la sociedad mexicana, sino especialmente por criterios raciales enormemente introyectados. Desde entonces cada que veo a Micky Vainilla me río menos y me preocupo más.

    Claro, espero que se entienda que esto no es una crítica contra los argentinos en general, y declaro también que en Argentina conocí personas maravillosas y conscientes que hacen el contrapeso necesario a las actitudes discriminatorias de algunos de sus compatriotas. Con estos buenos amigos llegué a discutir también estas cuestiones, si bien después de todas las discusiones y reflexiones cierto enojo y tristeza subsisten porque sabemos que, aunque necesario y urgente, es increíblemente difícil derribar las barreras imaginarias que separan a los seres humanos.

    Estoy muy de acuerdo contigo en que las prácticas de discriminación, por insignifcantes que parezcan, no deberían ser toleradas ni en lo público ni en lo privado; por lo tanto, lo que he querido hacer aquí es empezar por señalar, en mi posición de agente foráneo, esas manifestaciones de clasismo y racismo altamente normalizadas en la sociedad argentina, esperando que esto se aúne a las reflexiones sobre cómo desarticular la estupidez humana.

    Muchos saludos, gracias por este espacio que tan a menudo me permite reflexionar y expresar mi parecer sabiendo que lo que diga no cae en saco roto 🙂

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    • Borgeano dice:

      Mi querida Chocani, antes que nada, quiero agradecer que te hayas tomado el trabajo de dejar un comentario tan largo y tan bien argumentado. Sé que tienes toda la razón en lo que dices y comparto tu preocupación con el tema del racismo, sólo que en mi caso no lo limito a la Argentina. En este país en particular creo que se encuentra en exceso delimitado lo mismo que ocurre en otros países (casi todos los latinoamericanos). la división entre los capitalinos y los del resto del país; creo que Argentina es el peor de todos ellos y, al menos en lo que me ha tocado vivir y conocer (de América sólo me restan tres países de Sudamérica, dos de Centroamérica y Canadá) no he encontrado otro sitio donde se exponga de manera tan explícita esas formas de racismo. Siempre le he dicho a todas las personas que he conocido a lo largo de mis viajes, que cuando vayan a visitar Argentina expandan sus horizontes más allá de Buenos Aires y así se darán cuenta de que hay dos Argentinas: la centralista, racista, oligarca y soberbia Buenos Aires y el resto del país. Sé –aunque idiotas hay en todos los sitios– que en el interior del país te hubiesen tratado de manera muy diferente. Espero que algún día puedas darte una vuelta por otras latitudes de ese país que es absolutamente maravilloso.
      Al margen, y como prueba de lo que digo, en la palabras de esta mujer de la que hablo en la entrada, fíjate que ella dice «…sentados en una reposera de Mar del Plata, tomando mate…» para luego señalas a Punta del Este como un lugar más «cool». Para ella, Mar del Plata es «de negros» mientras que, como acabo de decir, Punta del Este es «cool». Es ese racismo interno lo que la hace hablar así; todo aquel que no sea de Buenos Aires, no tiene valor alguno.
      Dije antes que esta costumbre la viví en todos o casi todos los países de Latinoamérica y así fue, aunque con distintos grados de racismo y distintos grados de exposición (hay sitios donde son racistas pero no lo exponen mucho; en Buenos Aires, en cambio, no tienen ningún problema). Y Supongo que también eso ocurre en muchos otros sitios del globo. Tengo una amiga española (cordobesa) a la que una vez saludé diciéndole «¡Hola gallega!» y a la cual tuve que calmar durante veinte minutos por haberla saludado así ya que ella no era «gallega» y no había modo de hacerle entender que esa distinción para mí no tenía el mismo peso que para ella. ¡Y ni hablemos del Reino Unido! Que más que «unido» es una bomba de tiempo… Los ingleses se mofan y ríen de los escoceses, de los irlandeses y, en medida, de los galeses.
      Yo también he sufrido en carne propia el racismo; lo cual me ocurrió a lo largo de los seis años que viví en los Estados Unidos. Los casos fueron muchos, pero el más grave de todos ocurrió cuando Arthur, el dueño del restaurant del que hablo en la entrada siguiente, me dijo «Yo no sé cómo hacen las cosas en Colombia, pero aquí…» Yo lo corregí y le dije «Argentina», a lo que él dijo «Argentina, Colombia, es todo la misma mierda». Así que entiendo perfectamente por lo que has pasado, aunque lamento que eso te haya sucedido en mi país (o, repito: en parte de mi país, porque la capital no es toda la nación).
      Por último, y como bien dices, las prácticas racistas, clasistas, xenófobas no pueden ser toleradas, ni en público ni en privado. Sólo así, y tras un largo camino, podremos empezar a pensar que alguna vez estas prácticas caerán en el desuso.

      Un fuerte abrazo y gracias otra vez.

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  3. Alberto Mrteh dice:

    Me ha parecido una entrada muy interesante (es la primera que leo de este blog).
    ¿Me queda una duda, al hacerse público, se supo el nombre de la mujer o se mantuvo en el anonimato?
    Alberto Mrteh (El zoco del escriba)

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  4. Ha sucedido siempre, tiene una cola larga el problema. Forma parte de una cultura, como decía Susanita que los pobres hay que esconderlos, Y si al llegar al cielo, te das cuenta que Dios es negro, decía kenedi. Educación, educación y educación. Todo excelente mi buen valio la pena leer leer leer. Abrazo

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    • Borgeano dice:

      Sí, la entrada es un poco larga, perdón por ello. Y también el tema será algo presente por mucho tiempo, mal que nos pese. De todos modos, como dijo Lao Tsé, «Hasta el camino más largo comienza con el primer paso». Así que vamos a darlo que ya es hora.

      abrazo.

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