Por la tarde fui al río para cuidar un poco la mercadería que estoy enviando por algunos arroyos y así poder volver a casa más tranquilo; cuando comenzó a llover con fuerza a nuestro alrededor; entonces desembarqué y me protegí, mientras vi al Rey que pasaba en su barcaza, descendiendo hacia el bajío para encontrarse con la Reina. No pude evitar pensar que había disminuido mi estima, aunque sea un poco, de un Rey que no era capaz de ordenar detenerse a la lluvia.
Samuel Pepys, Diario, 19 de julio de 1662.
Me encontré con esta estupenda cita de Samuel Pepys (quien fue un funcionario naval, político y célebre diarista británico. Es conocido sobre todo por el detallado diario privado que mantuvo entre 1660 y 1669, publicado más de cien años después de su muerte); la que me hizo ver que siempre hubo hombres que supieron poner las cosas en su lugar. Supongo que en pleno siglo XVII el Rey era el Rey y punto; pero en un destello de lucidez Pepys pudo ver al hombre detrás o debajo de toda esa suntuosidad; de toda la pompa y circunstancia. ¿Cuántos de nosotros aún sigue adornado a dioses menores sin poder ver debajo de todo ese ropaje al pequeño rey desnudo?
Me ha encantado la cita y tu reflexión. Muchas gracias, Roberto.
Feliz fin de semana.
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En mayor o menor medida todos somos un rey desnudo…
Un abrazo
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Todos lo somos, claro que sí. Y si es malo andar adorando a un rey desnudo, mucho peor es creerse un Rey (así con mayúscula) vestido para una ceremonia oficial.
Un abrazo.
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