“Es curioso que todos los credos prometen un paraíso que será absolutamente inhabitable para cualquier persona de gusto civilizado”. Evelyn Waugh.
“He leído descripciones del paraíso que harían que cualquier persona sensata dejara de querer ir allí”. Montesquieu.
“En el cielo falta toda la gente interesante”. Friedrich Nietzsche.
“De los placeres de este mundo el hombre por el que más se preocupa es de las relaciones sexuales, sin embargo, éstas se han dejado fuera de su cielo”. Mark Twain.
“No quisiera ningún paraíso donde no se tuviere el derecho a preferir el infierno”. Jean Rostand.
Me ha hecho reír una barbaridad. Que ascetismo y aburrimiento ha inspirado siempre el paraíso, Recuerdo de niña cuando vi la película La Máquina del tiempo (versión de 1960, que me encanta), y vi a esos jóvenes apostados felizmente en jardines comiendo colosales frutas que sobreabundaban por ahí, y pensé, eso debe ser el paraíso (imagino que ya las monjitas me habían descrito cómo era el paraíso), realmente me pareció sin interés alguno. Esos jóvenes se aburrían, no iban a ninguna parte, simplemente estaban, flotaban en la existencia sin una diferencia entre ayer y hoy, sin sueños, aspiraciones, sólo había tontas diversiones con las que ocupar el tiempo, un tiempo que hubiese sido eterno de no ser porque salían los seres del subsuelo a comérselos. En fin, menos mal que en esta vida terrenal, el paraíso se alcanza en ocasiones, así cuando vayamos al cielo, sabremos qué es el paraíso, y no nos conformaremos con lo que nos ofrezcan.
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Claro, en esa película tuvieron que recurrir a la clásica «presencia del mal» para poder darle un poco de sentido a lo que por otra parte hubiese sido la nada absoluta. De allí que si nos ponemos a indagar un poco (no mucho, realmente, de tan obvia que es la consecuencia) vemos que «el mal» no lo es tanto en sí mismo. Para ese cielo, esas criaturas que salen a comerse a los moradores celestiales vendrían a ser la razón misma de la existencia.
Creo que pocos autores han podido ver algo positivo en la imagen idealizada del cielo. Hasta el mismo Milton forjó una de las frases más recordadas, la cual puso en boca de Lucifer, personaje, como todos sabemos, mucho más interesante que cualquier dios: «Mejor reinar en el infierno que servir en el cielo». Tampoco Dante pudo hacer mucho al respecto. Hoy se lee más la primera parte de La divina comedia que las dos siguientes. Alguna vez oí a alguien ironizar maravillosamente: «se nota que Dante no conoció la luz eléctrica», dijo criticando lo que parece ser el único punto de referencia al cielo de su libro: una constante luz que todo lo inunda y que termina por aburrir en su grandiosa nada.
Un abrazo.
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«Que proceda a del cielo o del infierno, qué importa, Oh Belleza! Monstruo enorme, horroroso, ingenuo! Si tu mirada, tu sonrisa, tu pie me abren la puerta De un infinito que amo y jamás he conocido.» (Charles Baudelaire)
Siempre quedarán nuevos cielos por explorar.
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¡Claro, Baudelaire siempre de abanderado! Por fortuna, Shira, siempre nos quedarán, como bien dice, nuevos cielos por explorar. Por cierto, lo bueno de esos cielos es que no son eternos. la eternidad vuelve trivial a todo lo que toca. Degustemos los cielos que nos tocan en suerte mientras éstos duren; toda pretensión de eternidad es inservible.
Un abrazo.
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Lo de los nuevos cielos es mi aportación 😉 la eternidad es sinónimo de aburrimiento,
Dos abrazos.
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¡Y un aporte perfecto! Claro que sí…
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Buenos días Borgeano.
Estoy con Nietzsche, sin duda alguna
Un abrazo
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Se me antojó tener un libro para niños, hecho de citas (y dibujos) sobre el cielo y el infierno. Sería tan educativo, ¿no crees?
Me quedo con la de Jean Rostand: la posibilidad de elegir como el supremo valor de un lugar que se plantea el novamás de la felicidad. Pero, claro, es poco ortodoxo.
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Tienes ideas preciosas, D.; de esas que aúnan sana ternura con deliciosa ironía. me encantaría ver ese libro, sin duda. Claro, coincidimos en que la cita de Rostand es la más rica por todos esos matices que implica y que la amplían. Por suerte no vamos a tener que andar eligiendo, eso es tranquilizador.
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Por suerte, claro, y ahora me plagio unos versos de Borges para mis fines: «nadie rebaje a lágrima o reproche esta declaración de la maestría de Dios…».
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