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Encontré, hace unos días, unas cartas y manuscritos de algunos escritores famosos. En lugar de hablar de ellas, y aprovechando unas lecturas que hacía por esos días, preferí usarlas para ilustrar algunas reflexiones sobre el lenguaje y la escritura. Los cuatro primeros textos que siguen a continuación parten de las lecturas del escritor español José Salinas y pertenecen, en un alto grado, a él; yo sólo me animé a pequeños agregados personales. El quinto texto parte de la lectura de Joan-Charles Mèlich.
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I. Existe una estrecha relación entre el lenguaje, el individuo y el tiempo; y esta relación confluye en la lengua escrita. Esta es muy diferente de la lengua hablada, porque la actitud del ser humano cuando escribe, su actitud psicológica, es muy distinta de cuando habla. Cuando escribimos se siente, con mayor o menor conciencia, lo que se llamaría la responsabilidad ante la hoja en blanco; es porque percibimos que ahora, en el acto de escribir, vamos a elevar al lenguaje a un plano distinto del hablar, vamos a operar sobre él, con nuestra personalidad psíquica, más poderosamente que en el hablar. En suma, hablamos casi siempre con descuido, escribimos con cuidado. Casi todo el mundo pierde su confianza con el lenguaje, su familiaridad con él, apenas coge una pluma.
II. Por motivos viejos y nuevos, ha llegado el momento en que el hombre y la sociedad actuales tienen que detenerse a reflexionar profundamente sobre el lenguaje, bajo el peligro de verse arrastrados ciegamente a su degeneración por la presión de fuerzas externas que, inconscientes de la génesis de su propio accionar, hacen zozobrar el sentido de lo que, ya de por sí fluido y móvil, quiere ser impulsado en determinada dirección cayendo, de esta manera, en la contradicción de que para luchar contra una (supuesta) tiranía, se actúa de manera tiránica.
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III. No hay forma en que un ser humano completo y complejo, es decir, que se conozca y se dé a conocer, sin un grado avanzado de posesión y dominio de su lengua. Porque el individuo se posee a sí mismo, se conoce, expresando lo que lleva dentro, y esa expresión sólo se cumple por el medio del lenguaje. A medida que se desenvuelve el razonamiento y se advierte esta fuerza extraordinaria del lenguaje en modelar a nuestra propia persona, en formarnos, se aprecia la enorme responsabilidad de una sociedad humana que deja al individuo en estado de incultura lingüística. En realidad, el hombre que no conoce su lengua vive pobremente, vive a medias.
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IV. Madam, you have bereft me of all words / Only my blood speaks to you in my veins (Señora, me ha dejado sin palabras / Sólo mi sangre le responde en mis venas) dice Shakespeare por boca de Bassanio en El mercader de Venecia. La visión de la belleza de Porcia ha logrado que Bassanio pierda el habla, pero lo dice con palabras y es gracias a ellas que ahora sabemos que no las tiene. Hermosa paradoja del lenguaje poético que nos deja saber que el silencio sólo puede ser expresado a través de la ruptura del silencio. Somos, entonces, seres inseparables del lenguaje.
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V. «Escribir lo que nadie leerá. Ése es el momento en el que surge la escritura como forma de vida» dice Joan-Charles Mèlich; y es todo lo que importa o todo lo que debería importarnos. Si después nuestras letras llegan a alguien y encuentran un interlocutor válido, mejor, pero no debería ser ése el objetivo primero; sino, simplemente, el escribir; «escribir lo que nadie leerá».
Siempre es bueno leerte antes de dormir. Gracias. 😊
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¡Gracias a ti! Es todo un halago el que me haces; el cual agradezco.
Saludos.
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Qué hermosa colección. Es curioso que ya abandoné hace un buen tiempo la escritura manuscrita. No me gusta mi letra. De hecho, compro un montón de libretas, muy bellas, pero las dejo siempre vacías. Limpias. Menos mal que existen los teclados. 🙂 Un abrazo (las reflexiones, por cierto, mueven a otras reflexiones, que es lo mejor que puede hacer un pensamiento).
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Pues fíjate que yo voy en sentido contrario: reconozco el valor y la practicidad de las computadoras, pero me quitan mucho tiempo y me distraigo fácilmente (una de las pocas deficiencias de ser demasiado curioso). Por otro lado, encuentro en el acto de escribir en sí; en el acto de escribir a mano, me refiero, una forma de «encontrar» cosas que no sabía que estaban allí. En ese sentido, comparto lo que dijo alguna vez Jacques Derrida: «No se escribe con la cabeza, sino con las manos». En mi caso es totalmente cierto, a veces siento que mi mano derecha tiene cierta independencia.
Agradezco tus palabras sobre los pequeños textos que compartí; los de Salinas tuve que «arreglarlos» (con perdón de la expresión) porque tenían esa pátina de principios de siglo XX, en exceso formales y, también, en algún punto sonaban un poco políticamente incorrectos y, aunque detesto lo políticamente correcto, la verdad es que no tengo ganas de andar discutiendo con gente que no entiende esas diferencias.
Un abrazo y, nuevamente, gracias.
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Sí, sí, el sentido del acto de escribir es ese, amigo Borgeano. Me apena lo mío. Una obsesión. ¡Y haces bien no entreteniéndote en ese tipo de discusiones! Que siga esa lucidez. Un abrazo.
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Muy interesante. Incluso en el lenguaje escrito, en la grafía, mostramos cómo es nuestra personalidad; así lo estudia la grafología.
Encuentro inquietantes las formas de Kafka y Nabokov.
Con el abandono de los textos manuscritos hemos perdido una forma de comunicación más directa, personal, dónde se podía intuir los estados interiores de nuestros interlocutores.
¡Qué lejanos aquellos días de las libretas de papel y los lápices! Hoy no podemos competir con la inmediatez de los medios de comunicación. Vivimos en la prisa, en la impaciencia, en lo superficial…
Por último, totalmente de acuerdo con la frase de Mèlich: «Escribir lo que nadie leerá. Ése es el momento en el que surge la escritura como forma de vida».
Un cálido abrazo
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Arranco por el final porque estoy prendadísimo de la frase de Mèlich, la cual es perfecta. Creo que te he contado aquella anécdota, cuando fui a presentar mi pequeño librito a la ciudad de Toluca. En la ronda de preguntas un muchacho nos preguntó (al poeta que hizo la presentación y a mí) si «seguiríamos escribiendo en la famosa isla desierta»; a lo que ambos respondimos que sí, que por supuesto que lo haríamos. Ahora, en ese momento, al dar la respuesta, me di cuenta de que era lo que yo había hecho a lo largo de toda mi vida. Ese librito tenía poemas que había escrito pocos meses antes, pero los dos más viejos tenían treinta años… Al menos yo no hago otra cosa que escribir para que no me lean… y lo seguiré haciendo, claro que sí.
Por cierto, escribir es una necesidad porque el acto mismo tiene su valor, su impronta, su sentido. Escribir como sea, a máquina o a mano, pero escribir y, aunque yo prefiera la segunda opción, todas son válidas.
La pérdida de la costumbre de escribir a mano, de enviar cartas y de esperar esas respuestas demoradas, es una pena pero también es inevitable que ello ocurra. En ese sentido creo que no nos quedan más opciones que adaptarnos a la modernidad (sabemos de sus virtudes por estas mismas palabras que estamos escribiendo. Sin duda, aunque romanticemos aquella costumbre, esta tiene sus altas virtudes).
Lo de Nabokov es para hacer todo un estudio. Así también tomaba notas cuando leía (supongo que si quería lee un libro dos veces tenía que comprar un segundo volumen).
Un cálido abrazo.
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Muy interesante tu entrada, comulgo con la esencia de cuanto se dice.
Gracias y un gran abrazo (por aquí con aires de otoño)
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Como buena escritora que eres, no me cabe duda de que al menos parte de lo que aquí se dice (incluso para oponerse a alguna idea en particular, por supuesto) te ha llegado de un modo profundo. Me alegro de que así sea, porque el sentido último de todo texto, creo, es el de impulsarnos a pensar. Si lo he logrado (a través de las palabras de otros, por cierto), me doy más que por satisfecho.
Un fuerte abrazo.
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Expresar nuestro lenguaje, a puño y letra, me da más satisfacción que hacerlo en la computadora. Al hacerlo de esa manera, me siento más comprometido con lo que estoy escribirndo.
Disfruté de la lectura de tus textos. Todo un acontecimiento para acrecentar mis conocimientos literarios.
Una buena semana para ti.
Manuel
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Comulgamos en esa intimidad que nos permite la escritura a mano, Manuel. Yo hasta tengo la sensación de que al escribir a mano permite que «salgan» cosas de las que ni siquiera soy consciente. Hasta tal punto eso me sucede que muchos de los textos que he escrito han nacido de esa manera: queriendo escribir una cosa y terminando escribiendo otras. Un misterio que disfruto y al que no intento buscar explicación, me conformo con que así sea.
Un fuerte abrazo y buena semana para ti.
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Igualmente deseo lo mismo para ti.
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[…] Escribir, aunque nadie nos lea — El Blog de Arena […]
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