Victor Hugo y la política de la ignorancia

En La utilidad de lo inútil, Nuccio Ordine rescata un discurso de Victor Hugo, pronunciado ante la Asamblea constituyente de 1848, en el que sale al paso de la falacia del ahorro estatal cuando se trata de recortes en las actividades culturales y la instrucción pública. Es la crisis, le dicen, no hay otro remedio. Y Victor Hugo se revuelve contra los profesionales del Dogma del Recorte Inevitable: «¿Y qué momento escogen? El momento en que son más necesarias que nunca, el momento en que, en vez de limitarlas, habría que ampliarlas y hacerlas crecer (…). Haría falta multiplicar las escuelas, las cátedras, las bibliotecas, los museos, los teatros, las librerías». Y le pone un nombre a esa presunta política de ahorro: es «la política de la Ignorancia».

En estos tiempos de recortes masivos a las políticas culturales y educativas, aquel discurso de Victor Hugo de hace ciento setenta y dos años suenas más actual que nunca (y es otro ejemplo de algo que siempre digo aquí: ya todo se dijo antes; sólo hay que saber mirar a la historia). He aquí algunos otros fragmentos de ese discurso, a los que nada añadiré porque ante la grandeza y la perfección de las palabras bien dichas, uno tiene que llamarse a silencio:

«Afirmo, señores, que la reducciones propuestas en el presupuesto especial de las ciencias, las letras y las artes son doblemente perversas. Son insignificantes desde punto de vista financiero y nocivas desde todos los demás puntos de vista. Insignificantes desde el punto de vista financiero. Esto es una evidencia tal que apenas me atrevo a someter a la asamblea el resultado del cálculo proporcional que he realizado[…] ¿Qué pensarían, señores, de un particular que, disfrutando de unos ingresos de 1500 francos, dedicara cada año su desarrollo intelectual […] una suma muy modesta: 5 francos, y, un día de reforma, quisiera ahorrar a costa de su inteligencia seis céntimos?».

«¿Y qué momento se elige? Aquí está, mi juicio, el error político grave que les señalaba al principio: ¿qué momento se elige para poner en cuestión todas estas instituciones a la vez? El momento en el que son más necesarias que nunca, el momento en el que en vez de reducirlas, habría que extenderlas y ampliarlas».

Victor Hugo

«[…] ¿Cuál es el gran peligro de la situación actual? La ignorancia. La ignorancia aún más que la miseria […] ¡Y en un momento como éste, ante un peligro tal, se piensan en atacar, mutilar, socavar todas estas instituciones que tienen como objetivo expreso perseguir, compartir, destruir la ignorancia!».

«Pero si quiero ardiente y apasionadamente el pan del obrero, el pan del trabajador, que es un hermano, quiero, además del pan de la vida, el pan del pensamiento, que es también el pan de la vida. Quiero multiplicar el pan del espíritu con el pan del cuerpo».

«[…] Habría que multiplicar las escuelas, las carreteras, las bibliotecas, los museos, los teatros, las librerías. Habría que multiplicar las casas de estudio para los niños, las salas de lectura para los hombres, todos los establecimientos, todos los refugios donde se medita, donde se instruye, donde uno se recoge, donde uno aprende alguna cosa, donde uno se hace mejor; en una palabra, habría que hacer que penetre por todos lados la luz en el espíritu del pueblo, pues son las tinieblas lo que lo pierden»

«Han caído ustedes en un error deplorable. Han pensado que se ahorrarían dinero, pero lo que se ahorran es gloria».

10 comentarios el “Victor Hugo y la política de la ignorancia

  1. ¡Cuánta actualidad tienen estas palabras!

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    • Borgeano dice:

      Me encanta toparme con estas tipo de discursos o expresiones de antaño que nos desnudad en nuestra pobre realidad social. Son como un puñetazo en el medio del rostro de nuestra soberbia. Este libro es, desde la mayúscula inicial, hasta el punto final, un compendio maravilloso de este tipo de encuentros. Soy, insisto siempre en esto, alguien que no suele recomendar lecturas (cada cual sabe lo que quiere y necesita); pero en este caso me tiro de cabeza a quien quiera oírme: La utilidad de lo inútil es una maravilla y debe ser leído.

      Un abrazo.

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  2. Excelente rescate…, como bien dices: “ya todo se dijo antes”. Gracias.

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    • Borgeano dice:

      Creo que en cualquier momento hago una recopilación de estos textos que he encontrado a lo largo de varias lecturas. Son tantas (y tan interesantes, o bellas, o ajustadas o… lo que venga al caso) que creo que se formaría un hermoso volumen.

      Un abrazo.

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      • jblarga dice:

        ¡Creo que sería muy necesario una recopilación así, Borgeano! Tengo por un verdadero tesoro a El blog de Arena. Ya he descargado el libro y ya quiero leerlo. ¡Gracias por presentárnoslo! Abrazo.

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      • Borgeano dice:

        Pues la idea me gusta cada vez más, Juan; para qué mentirte… ahora estoy con otra cosa en mano; pero tal vez después comience a bocetar una idea más firme.
        Gracias por el impulso.

        Un fuerte abrazo.

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  3. Palabras sabias que necesariamente se deberían amplificar por los cuatro vientos.
    Como decía, creo que Orwell, en tiempo de crisis pensar es un acto revolucionario. Y qué impulsa el pensamiento si no la cultura…

    Un cálido abrazo

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    • Borgeano dice:

      Así, querido Xabier (estaba por escribirte un mail ante tu ausencia); pero vamos, cada día, acelerando por el camino inverso. ¿Llegaremos a ver que las cosas vuelvan a tomar su rumbo?

      Un fuerte abrazo.

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  4. Verónica dice:

    Reblogueó esto en Estación de microsy comentado:
    Contra los defensores de los recortes y los (pseudo) ahorros del Estado, este discurso de Víctor Hugo; este artículo que nos comparto:
    «Pero si quiero ardiente y apasionadamente el pan del obrero, el pan del trabajador, que es un hermano, quiero, además del pan de la vida, el pan del pensamiento, que es también el pan de la vida. Quiero multiplicar el pan del espíritu con el pan del cuerpo».

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    • Borgeano dice:

      Me alegra mucho que la entrada haya sido tan de tu agrado que la hayas compartido, Verónica. Tengo que hacer un buen trabajo de investigación; pero ya son muchísimos los casos en los que encuentro que las respuestas a muchos de los temas presentes ya fueron dadas en tiempos más o menos remotos bajo las mismas circunstancias. Repito lo que dije: no sabemos mirar hacia atrás; sólo lo hacemos hacia el futuro y modificamos el presente en función de esta mirada errónea (porque ni siquiera se mira al presente; de lo contrario a alguien debería molestarle la pobreza y el hambre, por ejemplo); sólo se mira hacia el futuro con base a «cuánto vamos a ganar» y eso es todo.
      Gracias, como siempre, por estar acá.

      Un abrazo.

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